COLUMNA: ¡Por fin es viernes! HOY: “Ali-cia en el país de las zancadillas”. AUTOR: D.D.Olmedo. FECHA: Septiembre 12/Viernes. Año 2008.-


COLUMNA: ¡Por fin es viernes!
HOY: “Ali-cia en el país de las zancadillas”.
Septiembre 12/Viernes. Año 2008.-

Septiembre es un mes que tiene de dulce y de agraz. Una amiga siempre exclama encantarle el mes de la patria; al parecer le tira ese espíritu festivo residual en pocos y yo, por mi parte, deduzco le gusta bastante la chicha y la empaná… probablemente los anticuchos, la fonda con harta cueca y una buena zapateá… A mi también me gusta este mes. Sobre el particular y no pocas veces, recuerdo aconteceres históricos y analizo cómo este mes devino en algo bastante alejado del espíritu nacionalista que “debiese” imperar.
Uno se cree que aparte de las guirnaldas en los mall, centros comerciales y cuchitriles varios, debiese sonar a todo volumen un PEDRO MESSONE de antología, algunos cantares épicos y notables a cargo de LOS JAIVAS y por supuesto, unas buenas payas de la mano del TEMUCANO. Pero no. Lo que acontece es algo diferente.
Veo por televisión un recorrido dieciochero en que los argumentos podrían sacudir desde un mezquino O’HIGGINS hasta un extraordinario JOSE MIGUEL CARRERA. La periodista saca al aire una cabrona nota sobre el inminente despegue de las ramadas apostadas en el Parque que lleva el apellido del “Padre” de la Patria, y pretende descaradamente apuntalarla con un subreporteo que alude a las mil y una formas de comerse hoy en día las empanadas, a propósito de las fiestas patrias. Una masita calabrese me la puedo devorar en cualquier tiempo y escenario, en picadas de comida “italiana” o en cualquier lugar donde el esnobismo esgrime que: ante el precio de alcanzar un cierto estatus, todo es posible.
Me produce tanto asco como los años anteriores, me produce tanta desidia como todas las otras veces que estuve sometida al escrutinio mediático por oponerme a la sarta de payasadas transmitidas por la televisión abierta y que abundan en los medios de información de masas.

Para rematar, circunstancialmente llegó a mis manos la cinta “THE COMPANY”, que resultó ser una miniserie y mega producción de Ridley Scott (que también incluye a su hermano Tom) y protagonizada entre otros por: un irreconocible MICHAEL KEATON, un apasionado CHRIS O’DONNELL y otro actor que ya antes me había parecido notable, protagonizando a un perturbado hermano menor del otrora CASTOR TROY en la magistral cinta CONTRACARA, y del cual no recuerdo su nombre. Lo traigo a colación ahora que tengo elementos de juicio y en la perspectiva adecuada (aquella otorgada por los años y el enfriamiento de pasiones estériles) y lo menciono pues pretendo una analogía entre el nauseabundo nacionalismo gringo y la pretendida nacionalidad chilensis.

Me llamó particularmente la atención de esta película porque mi amigo Rodrigo siempre anda con la cuestioncita de que este sitio se encuentra al servicio de redes de control clandestino, de hecho, de sólo escribirlo me paso otra; me figuro que esta columna semanal será interceptada y apenas ponga un pie en la calle, un auto frenético me arrollará sin contemplación alguna. Ya, ya, okay, lo sé… mucha televisión… Pero no es menor quedar algo estremecido después de haber armado el rompecabezas, luego de colocar piezas estratégicas en su sitio y con ello, captar de súbito cómo, cuándo y en qué proporción, facciones norteamericanas han provocado tanto daño amparándose en el desteñido discursillo del combate contra el comunismo soviético.
La película en cuestión retrata bastante bien la posición de La Compañía y el grado de intervencionismo que tuvieron durante la Guerra Fría (incitación a levantamientos varios en contra de regímenes comunistas instaurados tras las inspiraciones Leninlistas y Satalinistas), pero curiosamente, intenta imputar la responsabilidad global de la contrainteligencia a un solo sujeto en particular, tildado a la postre de traidor y antipatriota. Entonces, me pregunto: ¿Qué era ser patriota en esos tiempos? ¿Cómo se es patriota en los nuestros?
No imagino en qué cabeza cabe pensar que ser patriota implica decidir por otro (s), presionar por otro (s), juzgar por otro (s) y sobre todo, creerse dueño de la variabilidad y del cambio histórico. La única verdad realmente posible dentro de tamaña y grotesca empresa es que un grupo determinado de personas perturbadas mentalmente hicieron lo que los “otros” no se atrevían a manifestar abiertamente. Parece ser que en todo gobierno, época y nación, existen comandos operativos encargados de deshacerse de ropa a la cual jamás será posible quitarle las manchas. La vieja Rusia no lo hacía nada de mal. La KGB secuestró, torturó y finalmente, liquidó a tanta gente como la CIA, o la CNI, ETA, MOSSAD o incluso, como aún lo realizan LAS FARC.

Me costó más de lo habitual redactar esta columna, no tanto por la vehemencia de la representación filmográfica que fue ciertamente estupenda sino, porque el diagrama final del mapa fue devastador. No tenía en mi registro mental los hechos acontecidos en Budapest y en qué medida Los Estados Unidos de Norteamérica alentaron la rebelión de los húngaros para luego abandonarlos por completo, incluso sabiendo que los rusos no tendrían piedad ni tampoco prisioneros que gozaran de ella. Me trajo trabajo, porque en el desembarco de Bahía Cochinos, la personificación de un combatiente revolucionario de nombre “Roberto”, al final le pide a un acongojado Jack McCauliffe (agente de la cia que supuestamente entrenó a los rebeldes cubanos de forma encubierta) que no le quite lo único y más preciado que les resta: LA DIGNIDAD.
Ambos combatientes, húngaro y cubano, murieron por una causa que encontraron justa, razonable e íntegra y murieron –de seguro– sin comprender porqué los gringos encendieron la mecha y después quitaron la pólvora. Entonces, ¿Una forma consistente de morir pasaba a constituir el patriotismo? ¿Acaso los revolucionarios no empuñaron las armas para matar también a sus opresores? ¿Cuál es el fundamento que avala el mal arte de asesinar?
Se diría que al final de cuentas siempre es el bendito motivo y asimismo me cuestiono. En qué circunstancias fue posible que un sólo pueblo superpusiera “su” motivo y/o interés, por sobre el de todos los demás ¿Acaso el poder de decidir lo otorga sólo el dinero?

Para los que mueren por su causa, de seguro el sentimiento es mucho más profundo que estas pedestres disquisiciones mías.

Tolstoi, en cierta forma, pensaba que toda la humanidad se merecía las mismas condiciones con el fin de propender a la igualdad… la guerra es totalmente contraria a la razón… ¿Cómo es posible? Cómo se explica que Chile admire a un pueblo cuyo único contenido es oprimir esa razón justa, esa que propende a ser patriota, que evoca ideales de antaño, que imponga su capitalismo descorazonado aún sabiendo el costo de tamaña empresa. A veces me da mucha vergüenza consumir productos estrella del símbolo capitalista norteamericano (y siempre acaba siendo un placer culpable) pero lo que jamás haría sería aprovechar estos días para tomar un vuelo relámpago a Nueva York, a México o a cualquiera otra parte.

Me pregunto también ahora, cuanto tuvo que manipular e intervenir en Chile para que el escenario de la Unidad Popular, ya debilitado en su núcleo, acabara por desplomarse con la intervención militar de 1973. No obstante, para mi patriotismo no es recordar e insistir en el pasado desdeñoso y traicionero sino, intentar ver que nuestro país tiene capacidades múltiples, recursos humanos invaluables y sobre todo, próceres dignos de ser recordados no sólo durante el curso del mes de septiembre.
Pero no todos los gringos son deleznables. Muchos civiles norteamericanos dejaron de ser soberbios y comprenden las atrocidades cometidas por sus líderes o mejor dicho -para mi gusto- por aquellos que detentan el poder indiscriminadamente. La cia es sólo una pequeña muestra de intervencionismo, de manipulaciones varias que muchas veces ni siquiera importaban un concepto o fin determinado, aparte del mezquino deseo de colocar el pie encima por el sólo hecho de ser norteamericano.

Quizá, ser patriota en nuestros tiempos sea más que el buen asado y las empanadas, quizá pase por acordarse del contenido de un cuento primitivo y por ejemplo iluminarse con la entrelínea. ¿Qué cosas decidió hacer Alicia al verse en aprietos?... y ante la duda de sostenerse en el escenario de asumirse adulto, contribuir con hechos concretos a erradicar la dinámica de tener que sortear tanto tropiezo.
Chile tiene particularidades preciosas (se huelen todos los días del año y no hay que meterse dentro de una ramá) y es lamentable la subestimación del suelo por sus propios nacionales. Una marca, una indumentaria, un barrio o un apellido, un conglomerado empresarial que pretende destruir miles de hectáreas de bosque nativo o un arsenal de armamento, ¿no marcan la diferencia?
¿Quiénes permitieron que capitales gringos se apoderaran de nuestras tierras en Palena? ¿Quién puede explicar que exista tanta concentración de riqueza en tan pocas manos? Y lo que es peor, porqué a nadie parece importarle que en este país –ad portas del bicentenario- buena parte de los trabajadores deban subsistir con sueldos miserables.
Los cambios provienen de actitudes y las actitudes, de entidades humanas. ¿Hasta cuándo señores? Qué impide esculcar en el corazón e intentar volver a la raíz, al origen, al sentido genuino de compartir por una buena causa, la única causa que genera país.

¡¡¡VIVA CHILE MIERDA!!!! Y VIVA EL VIERNES TODO EL RATO...


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