COLUMNA POR FIN ES VIERNES. HOY: “El señor de las moscas”.- D. D. Olmedo. Viernes 19 de septiembre de 2008. A las 09:00 horas.


COLUMNA POR FIN ES VIERNES.
HOY: “El señor de las moscas”.-
D. D. Olmedo.
Viernes 19 de septiembre de 2008.
A las 09:00 horas.

Alguna vez en el colegio, escuché casualmente el comentario de un libro de procedencia inglesa titulado “Lord of the flies” de William Golding, novela que también sirvió de guión para la película de mismo nombre y que me avergüenzo reconocer, apenas vi este domingo recién pasado. La distopía que muestra la cinta es feroz. Ni siquiera en otros escenarios apocalípticos narrados en varias novelas similares me resultaron tan horrorosos como el observado en esta película, probablemente –creo yo– debido a la participación de niños de entre 6 a no más de 14 o tal vez 15 años. La historia nos muestra a un grupo de cadetes sobrevivientes de un accidente aéreo circunstancialmente desterrados en una isla solitaria, escenario límite dentro del cual son orillados a comportarse como adultos en lo que a sobrevivencia humana respecta. La primera constatación sobreviniente en esa jungla fue la percepción de libertad, de unión con lo indómito y exclusión total de los estamentos sociales y convencionalismos; la premisa fundamental es el goce y la ausencia de control ilimitado. Las primeras instancias se abrasan a la rutina que trae consigo el equipaje, logrando por un breve período una tibia socialización y austeras capitulaciones tribales destinadas a conseguir alimento y procurarse una mínima asistencia mutua. Ya el libro original exhibe fuertes símbolos: La caracola y la lanza ensangrentada. Sin embargo, a poco andar y tras la desaparición de la novedad, el destello prematuro de los más carismáticos del grupo coloca sobre relieve la intrínseca naturaleza humana más allá de las conjunciones asociadas a principios de orden natural, estrictamente hablando. Finalmente, la humanidad sociabilizada no logra escapar a la raíz del mal que subyace en el corazón de su raza, su crueldad innata y la ley del más fuerte se extrapola al escenario dantesco tal y como impera en el mundo de los humanos “civilizados”. Entonces, el fin (el rescate y retorno a la civilidad) se pierde, la esperanza se anula y los símbolos directrices importantes, desaparecen para transformar al paraíso hallado, en un sitio diametralmente opuesto, absurdo, presto de calamidad y connotaciones apocalípticas. He ahí, entonces, la conclusión lógica: Los valores morales, la autoridad, los roles y las exigencias proporcionadas, el bien común y los cánones sociales… Pero también los miedos y las sublevaciones que gatilla en el hombre, el sentimiento de belicosidad y de abstracción de la figura del poder ritualizada en la estratificación piramidal de la sociedad de los hombres, son en verdad los grilletes del espíritu humano. Todo es parte de la localidad del hombre y de su devenir histórico en la carrera desbocada por destruir todo lo que ha construido en su viaje de hacerse más humano.

A primera hora del lunes busqué información complementaria del libro lo cual contribuyó a que me sintiera más irresponsable todavía por haberme conformado de comentarios que siempre tildaron los argumentos del autor de exagerados y caóticos en extremo. Es cierto, la descarté de plano y lo mismo aconteció con la película cada vez que la tuve en la mira y la ignorancia es la única razón posible. Pero en cualquier caso, si la hubiese visto mucho antes tal vez no habría podido argumentar con solidez que siempre han existido y existirán entre nosotros, muchos RALPH, PIGGY O JACK, básicamente porque acabo entendiendo que la transversalidad del bien y el mal están siempre presentes, en todas las esencias y en todas las historias por contar, por más metafóricas o irreales que aparezcan propuestas.

Los parámetros BIEN y MAL son como dos ejes, dos fuerzas en pugna dentro de un gran continium. Ya algo de esto lo planteó una vez Sartori, eso sí, a razón de argumentaciones técnico-políticas. Pero en resumidas cuentas, no es el salvajismo desbordante exacerbado en la pantalla lo que recordó en mi conciencia cómo y cuánto se ha desmoronado la esencia moral de la civilidad de hoy, sino la comprobación de que (por la época en que se rodó la película) se trata de una espina virulenta (la deformación de la humanidad) aparentemente sin remedio y que con el correr del tiempo, se va clavando cada vez más adentro, descomponiendo todo a su alrededor. Entonces, la génesis de la naturaleza humana aparece difusa al punto de desteñir su propósito. La sociedad como tal pierde sentido y el individualismo repercute como consecuencia global asociada al progresivo interés por satisfacer necesidades particularmente egoístas o incluso, muchas veces caprichosas.

Me pregunto qué explicación hay en la violencia (todos los sobrevivientes podrían haber vivido en igualdad de condiciones; quien sostuviese la caracola podía hacer uso de la palabra y por ende, exponer democráticamente su opinión), en la supresión de los ideales (las funciones, la cooperación y roles habrían contribuido a conseguir estabilidad y cuidados recíprocos), en la sumisión en descontento (los que se cambian de bando sólo por el alimento de los cazadores); me pregunto qué sentido tiene acuñar riqueza en desmedro del hambre (matar a jabalíes y no comérselos)… me pregunto cómo es posible que todo esto no tenga revés alguno o al menos, no haya un levantamiento que mitigue la frustración que implica ver cómo todo se desmorona sin que a alguien pueda hacer verdaderamente algo al respecto (recordemos que Simon y Piggy mueren en el intento y Ralph salva por un pelo. Con la muerte de Piggy también se destruye material y simbólicamente el poder de la palabra en convivencia societaria).

El agro argentino le hizo la guerra a la señora “K” y finalmente le dobló la mano al gobierno. El señor Hugo Chávez expulsó a gringolandia con un desparpajo que impresiona. Los bolivianos claman con palos y piedras ser oídos y atendidos con dignidad… el petróleo tiene fecha de caducidad y sin embargo, Estados Unidos de Norteamérica continua hilvanando estrategias para hacerle creer al resto del mundo que existen amenazas de guerra en todas partes… y en Chile, a Chile le ocupa más la farándula y que pilchas se va a colocar la mina flaite de turno del futbolista más famosillo del circuito…

No sé a ciencia cierta qué ocurrió en Chile, por qué veo cada vez más rostros enfurecidos en mi recorrido diario por Santiago, por qué reclamo tras reclamo vociferado en conversas varias no se convierten en peso y turbina sino por el contrario, acaban en masculles silenciosos, por qué no son recogidos por autoridades locales como en verdad correspondería, por qué a pesar de una que otra buena intención me es imposible deslastrarme de este sentimiento de congoja que me provoca ver a Chile tan desintegrado, fragmentado y sin esperanzas incluso, mucho más que cuando nos sometieron a dictadura.

Le representé estas cuestiones a un amigo que trabaja en el sector público, lo increpé y le dije: ¿Dónde está la plata? Y me respondió algo así como: Invertida en la bicicleta que ocupa la viejita del quinto infierno sin número, en las comunidades que ahora cuentan con club deportivo, en los parches y placebos que se dan en los consultorios… ¿Es esto acaso, responsabilidad social de Estado?

Rosseau estaba convencido de que el hombre era un ser libre, limpio y bueno corrupto por el modelo de social. Hobbes, todo lo contrario; antes de la formación del Estado, imperaba la ley natural del más fuerte, por ende es una situación de caos generalizada en la cual “el hombre es el propio lobo del hombre” y asimismo, este salvajismo explica la abolición de los derechos… Cuando Piggy enfrentó al grupo liderado por Jack, su amago de discurso podría haber desarmado al más insigne de los políticos incluyendo a Hobbes; he ahí una prueba de que no todos los humanos son deleznables ni salvajes, ni soberbios ni orgullosos. Y sin embargo, otro niño, una tan niño como él, lanza sobre su cuerpo (su espíritu pueril trasciende, afortunadamente, sin mácula) una roca que le mata instantáneamente. Juro que se me cayó la lágrima y la piel se me puso de gallina pues en cierta forma, fue como coronar ese fin de semana en donde todas las cuestiones aludidas parecían decir: Y ahora ¿Cómo hago para volver hacia atrás para intentar mejorar las cosas?

Pero estos cadetes aprendices de inhumanidad ya antes habían matado a Simón (otro de los personajes) amparados en la locura y el miedo colectivo, la noche y la dictadura del más fuerte, evidentemente afiebrado por su temperamento, temperamento anarca que nubla al resto de la turba, incapaz de rectificar su conducta mediante el correcto uso de la razón dotada de argumento. ¿En qué momento, entonces, perdemos esa razón? ¿Qué hay más allá de la conciencia humana, que al más mínimo contacto con la adversidad nos convierte en meros salvajes y desadaptados? ¿Qué razón poderosa existe para este infame modelo de distribución de las riquezas?

Ya decía yo que el vivir al margen hacía mi vida más llevadera. Pero, ¿es cierto eso? ¿O simplemente me doté de vacaciones mentales ante la imposibilidad de soportar tanta aberración, incoherencia e inconsecuencia humana?

El otro día le comentaba a un compañero de trabajo que la única posibilidad real que teníamos para superar el dolor de país y el desgaste que produce ese fraccionamiento era morir, que debían morir todos y cada uno de los congéneres de aquella época, de la siguiente, de la actual y de quizá al menos unas tres o cuatro generaciones adicionales.

Quizá como escribió el señor Warnken, con la muerte efectivamente principie la vida, pero con la muerte del que no se espera muera tempranamente, con la muerte de la generación que importa una suerte de flama mínima que abrigue esperanza y así, entonces, esta apatía descomunal de los jóvenes que me entristece tanto, se dibuje esa muerte inesperada, esa muerte colectiva que no se deja seducir por nada ni con nada, pues es su única forma de revelar cuan estático puede tornarse el mundo que goza y se asienta en la esfera del tiempo fáctico, del tiempo material y egoísta que sólo trae una nueva forma de virulencia soterrada.

Cuando Ralph corre despavorido huyendo de sus antiguos pares corroídos por la consigna egoísta de Jack y finalmente, cae a orillas de la playa casi sobre los pies de uno de los marines rescatadores, me sentí inválida, desnuda y más frágil que muchas otras veces. Yo que casi siempre conservo pensamientos y creencias altruistas y remisionistas, me vi completamente desarmada sin saber qué hacer o qué creer; en cierta forma, muy desesperanzada, miedosa y con ganas de deponer. No me pasó lo que de seguro pudo haberle ocurrido a los demás, sentirse aliviado del rescate y la vuelta a la civilidad. Me ocurrió que estando conciente de tal civilidad y también de su lado oscuro, al mismo tiempo comprendía que tal vez nunca podría hacerle frente, tal vez nunca pueda erradicar el dolor que implica enfrentarlo en silencio y lo que es más desgastante, envejecer sin que ninguna de mis aflicciones se haga indeleble como creencia común, parte de algo que reforzase las necesidades comunes y aspiraciones humanas practicables y cuya satisfacción sea ejecutable por aquellos que verdaderamente posean las herramientas y la oportunidad para generar instancias de variación.

A veces, (este último tiempo bastante para ser más exactos) me pregunto si fue para esto que crecimos tan rápido, tan pronto. De ser así, me cuesta creer que la vida sea sólo esto, un circuito en donde casi todas las aspiraciones de la vida se baten en un filtro compuesto de poder, ambición, inequidad y sobre todo, impresionantes desigualdades que tornan al ser humano tanto o más salvaje que ese Jack violento, abandonado en una isla de la Inglaterra de post guerra, convencido de que la única forma de sobrevivir es matar al de las aspiraciones comunitarias personificadas en Ralph, único sobreviviente que recuerda (aún ante la adversidad) el bien común, el no uso ni la proclamación del uso de la fuerza, ni las destrezas bélicas.

Una reflexión para el tiempo libre que nos queda en el descanso mental que implica saber que ¡¡¡Por fin es viernes!!! 

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