Coherente...



Hoy la nostalgia pinchó en el corazón. No pude resistirme, la curiosidad ha llamado a traición... Y como era de esperarse, fui a recorrer lugares, personas, mundos expuestos y fotografías, esa cosa enervante de las redes sociales, aunque sin colocar demasiada atención en la cuestiones que antes me sacaban de quicio. Me vi en postales que ya no reconozco y que leo como fueran pistas escondidas de vinilos muy antiguos...

No solo mi envase cambió, es más importante la reversión del contenido y eso me da tranquilidad al momento de hacer diagnósticos objetivos que según mi percepción, están basados en la evidencia del comportamiento más uniforme. Cuestión que a la larga a mí, es a quien sirve, entendiendo qué cambios necesitaba conseguir en mi camino.

Mientras suena Photograph de Ed Sheeran, recorro los pixeles obviados que pasé de largo y emociona ver cómo fue que desperdicié tanta vida hacia atrás, las cuestiones importantes para los otros, sus vivencias significativas, todas aquellas cuestiones esenciales que los convirtió en quienes son y qué significa para mi lo bellas personas irreemplazables que han sido y continúan siéndolo. 

Cuesta mucho determinar cuáles son los deslindes. Hay veces que me lo cuestiono todo sobre la privacidad; razones de sobra contabilizo para evadir la exposición y trincheras construyo para que muy poco de ello me alcance. Sin embargo, la exposición también revela cuan solos estamos a pesar de todo el gentío alrededor, cuánta aprobación necesitamos a veces solo para existir, cuanto necesitamos decirles a los demás que nos pongan atención, que nos miren, que nos encuentren, hacerse eco de nuestras vivencias y de nuestros discursos. Aparece casi como un síndrome de las consecuencias en ser parte de esta etapa de la evolución... Cuando comencé a escribir sobre la vida de Red Gunner, lo primero que apunté en mi cabeza fue delinear con esmero detalles finos de su mundo; una época dibujada sobre el imperio del caos tecnológico, la prohibición del uso de celulares y otros dispositivos móviles, los robos de memoria y la atrofia permanente de recuerdos. Como no he querido parecerme a las líneas de Eternal Sunshine of the spotless mind, tuve que dedicar muchas horas ideando una trama sustentable y coherente sin que los hilos condujeran a que mi novela fuese comparada con aquella. Y pensé que la mejor forma de alejar a dicha historia, era cambiar el móvil: La necesidad de extirpar los recuerdos emotivos y traumáticos más cabrones. Es decir, una época en que voluntario ofreces extraértelos claro está, pero por una razón bastante más extraña y rebuscada que por las obvias. No diré nada más, eso es obvio. No me hago autosopilers. Pero traje a mi mente el asunto de Gunner, pues al ir construyéndolo por necesidad -como ocurrió cada vez que un ser humano impactó mi trayectoria- fui viendo un horizonte ampliado capaz de mostrar por sí mismo cómo fue que cambiase tanto (desde la médula). Y más aún, por qué sucedió en esta parte de la vida y no atrás. Entonces, reconocer esos matices que ahora veo desde un palco pacífico ya no me abre las heridas históricas, más bien me llevan a un punto en donde reflexiono su afectación y el destino de las experiencias enganchadas en estos temas.   

Ver todas esas imagenes del pasado me conecta con cuestiones que necesito dejar ahí, pero ya no me trato tan duro por muchas de ellas. Yo creo que es porque el conjunto lo vuelve algo coherente; no hay nada que no me pertenezca, que no sea yo misma en muchas versiones de mi, pero con la misma esencia, con las creencias básicas que hoy son sólidas premisas de acuerdo a las que vivo, metamorfosis que me llevó a construir a este asesino a sueldo que se revela contra su destino, y que deja una moraleja para volarte los sesos. 

Yo me dije: "Va ser complejo oye, ten cuidado..." Pero la verdad es que no pasó nada de eso. la vida siempre avanza (one way, eh. ¡Ja!). Lo cierto es que nadie te espera, nadie te extraña demasiado, nadie se tortura con tu recuerdo hasta morir de esa causa... Y lo digo entera, sin resentimiento, sin la sensación de deber algo a alguien o que me lo adeuden. Porque a la larga entendí a reinventarme, como si fuese una loquilla Madonna de la literatura amateur, una bien ruda y bien empecinada en rehacerse todas las veces que sea necesario. Justo en este instante, mientras escribo estas líneas, el sol baja sobre Santiago, y sus rayos desobedientes se cuelan por entre una vidriera que da justo al sitio en que me he sentado. Se produce una revolución de matizados tonos dorados y cobre, se me imagina que están recubriendo todos estos pensamientos nuevos que salen de mi, sin los miedos antiguos, sin las telas de araña que anquilosaban el paso, el crecimiento, la capacidad de mirar hacia arriba sin querer partir anticipadamente... 

Así el asunto, los calcetines fluorecentes, hoy son una rapado pixie; la cruz en el lóbulo de la oreja es una libreta de notas que tomo libremente; la laca el fijador que imprimó en las historias que voy contándoles; los petos y la ropa estrafalaria las performances para sortear todo lo que no puedo cambiar y que debo ajustar para vivir equilibradamente... las canciones desde Like a virgin en adelante, cada columna escrita, cada palabra mutada, cada camino trazado aprendiendo a escribir grueso en vez de ligero. 
    


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