COLUMNA: ¡Por fin es viernes! HOY: “El código del silencio y su gran angular”. Julio 25/Viernes. Año 2008.- D.D.Olmedo.

COLUMNA: ¡Por fin es viernes!
HOY: “El código del silencio y su gran angular”.
Julio 25/Viernes. Año 2008.-

“…ES UN MURMULLO SILENCIOSO, INTROSPECTIVO, QUE AFLIGE Y ANGUSTIA, QUE ATORMENTA; UN DOLOR INTENSO, CASI ABRASIVO: UNA VERDAD HAMBRIENTA…”.

Existe un código de honor inviolable entre los sicilianos y quizá JOE VALACHI fue uno de los pocos mafiosos redimidos que tuvo cojones para reducir el Omertà a una mínima expresión. Cuando me devoré EL Padrino, se internalizó en mi el mismo código pero con cierta variante esencial; yo no soy mafiosa ni tampoco soplona.
Yo soy precisamente de aquellas personas que aseguran pactos y prefieren morir a vulnerarlos, prefiero ser incriminada y permanecer en silencio, más que por temor a las represalias, por una cuestión de dignidad, justamente de honor.

Estas últimas dos semanas, pucha que fueron intensas. Arranqué molesta, decididamente ofuscada por el grosor de ciertas estadísticas agobiantes, noticias varias y el infame discurso televisivo mediático que siempre me deja nockout. No conforme con ello, incautamente me convenzo de otro, uno más peculiar y con aire distractor, De forma menos convencional me puse a contemplar la pecera que últimamente despreciaba harto, no por falta de ganas, yo creo que más bien a consecuencia de inhibición. Y sin embargo, me envalentoné al punto de echarle algo de energía al ruedo a ver que me traía la noche. Y sí, ahí me lo topé. Me encontré a un sujeto atípico diciendo llamarse HERMANN. Nos citamos en el ECLECTICO de Condell tras algunas breves conversaciones de Messenger y aunque no le tenía fe al hombre (pues decididamente los rubios no son mi tipo), adentrada la conversación me vi imaginariamente frente al espejo constatando ojos de huevo frito. No fue su aspecto sobrio, sus ojos claritos y el cabello enfundado en el resabio de una rebelión contenida; en sus propios dichos, los rulos fueron cercenados ante la primicia solemne del ser grande, responsable y convincente. Tampoco el que en su discurso las cualidades apareciesen adornadas de seriedad y credibilidad, como asimismo, menos tratándose de sus planes, sus intensiones y sobre el particular, respecto de los medios para atesorarlos y cómo los captaba a través del rabillo de su propio ojo. A ratos pienso en que fue algo en sus monosílabos, la estrechez de las palabras desplegadas para simbolizar cuestiones básicas, la reserva, esa moderación y calma tan propias de su articulado modo de presentarse ante las circunstancias. Se tenía fe el hombre y eso trasuntaba.

En otro tanto y aprovechándome del vuelo de ráfaga, seguí con la choreza y proseguí al BERRIES. Otro sujeto, un nuevo escenario. Resultó ser una total antítesis de lo observado días anteriores y destacado en fraseos que ahora me parecían decididamente escasos. ANGELO parecía sacado de una Mátrix remasterizada (si uno pudiese otorgarle esa analogía a los buenos metrajes), una versión mejorada de NEO con ciertas notas de ADRIEN BRODI. Al igual que con el otro sujeto, me parecía estupendo tener que mirarlo hacia arriba y sonreírme por el agrado que su sonrisa me provocaba. Llegó tieso y se fue lacio y que no se mal interprete. Es que a este chico, a diferencia del otro, le importaban poco las preguntas y sus respectivas respuestas, se podría decir que ante la invasión de LA GESTAPO (como sucedió la vez anterior), sus ganas se desvanecían bautizando de silencio los espacios abrumados.
A diferencia de Hermann, Angelo estaba dispuesto a atravesar una buena porción de mar para suavizar a través de sutiles conversaciones, aquellos detalles que no apuraba develar entre tanta preguntadera.

Y por último, como si no fuera posible imaginar tanto color dentro de un mismo estanque, detrás de un gran angular virtual apareció MR. SOLAR. JAMES, así dijo llamarse el cristiano. Me contó que era bombero y de suyo me pareció notable. Sin quererlo y dadas sus otras pasiones, me introdujo al mundo de las “LOMO” y todo el avatar de información que recibí de golpe; siempre me había preguntado la posibilidad de lograr esos efectos acirculados en ciertas imágenes. Y con todo, se mantuvo presto aún habiéndole comunicado esta eufórica forma mía de lanzar las cosas que bullen dentro. No tenía cortapisas, ni cambios de humor repentinos, ni censuras mediáticas, ni accesorios rimbombantes… simplemente fue un chico, diciéndole a una chica, lo bueno que le resultaba contemplarla.

Claro que fueron días intensos. No soy carretera a destajo, o por lo menos, convengamos que lo fui y ya no. Por lo mismo, los eventos seleccionados -aunque al azar- me significaron una verdadera proeza; a cualquier persona común y silvestre le resultará placentero recorrer todas las discotecas de este moribundo Santiago, andar rodando y rodando desafiando al vacío que pareciera no agotarse en su inmensidad en un propósito vano de alienación, de encuentro de ese algo pretendido o que sé yo, simple liberación de los sentidos palpitando. Pero yo (excéntrica, mordaz y regodeona), suelo traducir tales diligencias en combinaciones pedestres que torturan y no acaban. Yo siempre he preferido la luz que te baña.

Para rematar, aunque hace rato abandoné un pasado mochero que me condena, por poco y me voy a los combos. Afortunadamente, no pasó de vibración bélica insurrecta. Y es que hay ser bastante lady inglesa por mucho que se te salga lo selvática que llevas dentro.

Se estarán preguntando, entonces, qué fue ese arrebato hipoglucémico vomitado en líneas atrás. Lo cierto es que hace rato venía postergando una columna maciza sobre NEGACIONISMO (de esas voladas que a se me ocurren tras devorarme el Le Monde Diplomatique), fragmento que quería compartirles este viernes. Y sin embargo, no pude evitar las ganas de plantear una pregunta diferente: ¿Qué hace que una sola persona sea singular respecto de las otras?

Mi amigo Claudio masculla indirectamente que todas las micros me sirven y no había caído en la cuenta que la soledad hace al trasfondo del corazón un sitio engañoso y desobediente. Mientras charlaba amenamente con Hermann, me auto convencí en apenas cuatro horas que tal vez y, eventualmente, no me disgustaría intentarlo, que hablaba con un tono suavecito y bien proyectado, que tenía unas pestañas fenomenales y que era un gallo dedicado, responsable y atinado. Me pasó algo similar con Angelo, me salió esa cosa vehemente y decidida casi arrebatadora que me surte de frases para el bronce y uno que otro epistolar diálogo. Me supuse consolándolo en un abrazo que durase toda la vida pues su corazón está bastante magullado y me imaginé sorteando con él las olas de un ritmo desenfrenado al que nunca pude acostumbrarme. Pero con MR. SOLAR confiero mención aparte. Y aunque a mi amigo le cargué, capaz y ésta micro tampoco me sirva, capaz y las fotos en gran angular que James gusta tanto tomar no contribuyan mucho para contextualizar el espíritu inquieto que tanto me cuesta domar. Pero como se lo escribí a él mismo en un mail express: “ES BUENO ESTAR DESPIERTO PARA DARSE CUENTA QUE TE VAN A PASAR COSAS COMO ESTA, ES DECIR, QUE ASI SIN MAS, DE REPENTE, APARECE LA OCASIÓN EN QUE ALGUIEN TE SORPRENDE”. Es un poco como el apéndice de lo que escribí la semana pasada. Claro que duele ser y estar consciente (pues sería dramático volverse dependiente y que La Farmacia quebrase) y aún así, concurre esta clase de bálsamos cósmicos que justifica todos y cada uno de los esfuerzos, todos y cada uno de los desvelos si de vuelta llega la sonrisa de tu bebe, todos y cada uno de los enojos si despejados los conflictos no vuelven a violarse los códigos, todos y cada uno de los llantos si te contemplas en el espejo crecer… todos y cada uno de los perdones profesados, si en verdad puedes demostrar con hechos que los errores no los vas a volver a cometer.

Hermann me dijo que tanto a él como a la inmensa mayoría, le gustaban las cosas simples y que yo no lo era… y ahora me gustaría poder verlo al rostro y decirle, ¿A quién no? En parte tenía razón, pero no es menos cierto que tal vez haya perdido la capacidad de ser simple porque dejé de relacionarme con gente tal cual.
Quizá lo que haga a una persona singular no sea su arsenal de cualidades y defectos sino simplemente la oportunidad en que todo su bullicio y batería no te abruma ni te embarga, simplemente acontece.

No imagino que llevó a Joe Valachi a violar el Omertà siciliano y testificar en contra de La Mafia frente a la Congreso estadounidense desmitificando todos sus códigos. Yo hubiese preferido la muerte. Así de radical y así de silenciosa.
Tal vez, lo que realmente transforme a una persona en la ideal sea precisamente eso, tener la sensación que tras haberla conocido uno sienta justamente eso, el recuerdo de que existen códigos que no pueden violarse: el de la amistad, el del amor, el de la esperanza, el de la confianza, el de la fe, el de la simpleza, el del perdón, el de la reconsideración, el de la sutileza, el del fragor… el código eterno de ejercer responsablemente la nobleza de la vida... como para meditar, si total ya empezó el tiempo para nosotros, acuérdense que por fin es viernes...
Cariños Totales.


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