COLUMNA POR FIN ES VIERNES. HOY: “Espía de varios infiernos”.- AUTOR: D. D. Olmedo. FECHA: Viernes 26 de septiembre de 2008. A las 09:00 horas.


COLUMNA POR FIN ES VIERNES.
HOY: “Espía de varios infiernos”.-
D. D. Olmedo.
Viernes 26 de septiembre de 2008.
A las 09:00 horas.

Yo creía que esto de sacarse la venda de los ojos implicaba una suerte de privilegio… (A propósito de ir escudriñando aquello de la intrínseca naturaleza mezquina de los individuos; ☻ revisar columna anterior) Pero, para ser ciento por ciento fiel a la realidad, tal creencia carece de toda lógica. ¿Quién podría desear contemplar un infierno en todo escenario? ¿Quién podría permanecer de pie avistando las calamidades que los demás desprecian por necesidad y por supervivencia? Tildé tantas veces de frívolas a ciertas personas o grupos determinados sin comprender primero que quizá, sólo pretendían escaparse de lo que yo me empeñé tanto en hallar y que ahora se incrustó en mi nariz como el mal olor que despide la carne en estado de descomposición.

¿En dónde estuve todos estos años? ¿En dónde me encuentro ahora al no poder regresar?

A mí, la desgracia no arrancó extremidad alguna, ni quitó, tampoco, las escuálidas pertenencias consumidas. No expropiaron ilegalmente tierras a mis familiares, ni tampoco mataron a un pariente en el nacional… No tengo grandes proezas qué inventar y asimismo, tengo miedo de ser incapaz de suministrar una historia que deje una huella bien dibujada cuando ya no quede nada para hilvanar. Y sin embargo, con todo, algo respira por medio de lo que narro, a través de lo que voy desglosando… los hechos se entrelazan de manera mágica. Cada suceso aconteciendo sugiere un “algo”, implica partes que a lo mejor conducen hacia un horizonte en donde es posible dilucidar cuestiones que nunca antes pudieron ser comprendidas.

Y claro que carece de toda lógica. ¿Quién en su sano juicio se la pasa torturando con preguntas sin respuestas? ¿Quiénes gustan de estar analizando todo el tiempo? ¿Quién es capaz de tolerar la frustración y mantenerse en pie sin que al menos, una parte quede expuesta y confundida? No sé si para estar anestesiada, sí, al menos, para tener momentos de paz que me permitan gozar –como todo el mundo– de cuestiones básicas que depuran el alma, eso que Andrea denomina las pequeñasgrandescosasdiarias… Pero, capaz y sea cierto que algunas personas NACEN CON LA TRAGEDIA EN LA SANGRE… y por lo mismo, todo el amplio espectro que abarca su observación, también absorba esas cuestiones que una gran mayoría se apresura en desechar. Y obvio, ¿a quién le gusta mirar de frente a la miseria? A mi no me causa gracia… eventualmente no podría darle una moneda a todo el que me la pide (una que permita conseguir algún alimento digno); tampoco puedo acoger perros callejeros en mi hogar ni puedo adoptar a todos los niños de entre 7 u 8 años que nadie procuraría instalar como uno más de la familia en su casa… No puedo, tampoco, costear la educación de aquellos quienes por medio de mi aporte, probablemente podrían tener al menos una oportunidad de salir adelante… Con todo, hay personas que sí lo hacen…

Hace años atrás, Gonzalo, prometedor ingeniero egresado de la Universidad Católica comenzó a trabajar a una reconocida embotelladora de bebestibles. Cuando le pregunté por el origen y destino de sus ambiciones me comentó varias impresiones irreproducibles (no estoy de acuerdo con ellas ni tampoco pretendo juzgarle) y otras tantas, de mucho sentido común. Y sin embargo, sólo una de aquellas retrataba muy bien la esencia de sus pensamientos: “CONOCIMIENTO ES PODER”. Es altamente probable que en esos tiempos él no tuviese mucha idea de quién era yo e incluso, quién era él, realmente. Pero esa frase se me quedó grabada entre los recuerdos. Y durante mucho tiempo me sirvió lo suficiente. Al concluir la universidad tenía claro que la instrucción recibida me otorgaba cierto estatus, sabía qué hacer para ampliar los horizontes y al mismo tiempo, intuía que cada cosa nueva continuaría abriéndome la mente. En efecto, durante bastante tiempo así ocurrió; cada vez que cerré un libro sentí que una parte de mi se había transformado. Todas las veces que internalicé información, todas esas veces mis conocimientos se expandieron y la razón fue desarrollando poderosas formas de argumentación… todas las posibilidades parecían haber abierto un enorme abanico. Y sin embargo, cada vez que me enfrentaba a nuevas consignas, premisas o datos, todas esas veces también perdía algo… algunas la ingenuidad, otras la ilusión, el asombro, la fortaleza y la mas de las veces, la esperanza de que hubiese “un sentido” completa y absolutamente potente que agotara mi necesidad de saber o de conocer ciertas respuestas, como por ejemplo: Saber si Dios realmente existe. Pero ha de ser como dice James, las necesidades van cambiando y pareciera ser que la humana no conoce fin; muta y se hasta se degenera al punto de corroer la esencia dejando una vasta sensación de vacío que parece no llenarse con nada.

Las necesidades de personas como Gonzalo eran y son muy distintas a las mías; su saco a mi me quedaba grande y me alivia saber que jamás tendré que ponérmelo. No se me ocurre la vida vistiendo una ropa que nunca me sentará en lo más mínimo. No dudo que en alguna medida, yo también desee ser inconsciente del entorno y aún lo sigo siendo respectos de ciertos predicamentos, pues todo se torna más fácil o mejor dicho, todo “parecería” ser más fácil… A veces, a algunas personas les basta erradicar de un plumazo lo que les estorba pues creen conocer mejor que los demás el horizonte de posibilidades que les depara la vida. Y sí, alguna vez también fui ese tipo de persona, lo suficientemente desconectada como para no desafiar, como para no gritar, como para no admitir que a veces, más fácil no significa menos doloroso sino todo lo contrario…

Una premisa fundamental en Economía señala que la curva de posibilidades de producción (también llamada, frontera) eventualmente podría desplazarse hacia aquellas zonas antes visualizadas como inalcanzables. La explicación para este desplazamiento podría darse en razones tales como la innovación en tecnología, inyecciones y fluctuaciones de capital (fáctico/dinero, humano, etc) y sobre todo, el suministro de nuevos recursos naturales que posibilitan la variación y la interrelación eficiente de los factores anteriormente signados. No obstante, cada vez que se toma una decisión ésta opción opera en desmedro de otra igualmente atendible, postergada por la dinámica de la prelación de intereses. Quienes crean que La Economía representa sólo cálculos, números y tendencias comandadas por unos pocos, tienen toda la razón… Jajaja ¡No! Permítanme este chiste. La Economía es mucho más que ecuaciones dinámicas para averiguar cómo repartir la plata. Esta disciplina también es una herramienta ejecutable que permite organizar con justicia las opciones que deberían transformarse en imperecederas. El problema sigue recayendo en el factor humano. ¿Quién está capacitado para asumir y tomar decisiones macro? ¿Quién conoce con certeza cuáles necesidades se superponen ante otras? Y, finalmente, ¿Quién es lo suficientemente tecnócrata sin tener que afectarse el bolsillo?

Probablemente, para Gonzalo los factores regulares en su abcisa interna tenían que ver con cuestiones como la dedicación, la disciplina, el rigor, la ambición, la consecuencia y la perseverancia, todo imbricado en forma tal que, los otros factores intervinientes en las ordenadas (cuánto tiempo, qué objetivos y cuáles beneficios), produjeran una conexión precisa determinante para arribar al punto exacto de equilibrio; en su caso: El éxito. Yo creo que tanto él, como cualquiera otra persona, efectúan ejercicios similares. Eso parece insinuar la sana lógica: ¿Qué quiero? ¿Cómo lo hago? ¿Cuánto tiempo me llevará conseguirlo? ¿Qué beneficios obtengo del resultado? Pero la definición de un propósito, no asegura la materialización de lo deseado. Como decimos los leguleyos: Ni siquiera las precautorias aseguran las resultas del juicio… Y un juicio, cuando mucho, es una opinión o constituye un dictamen.

El mundo (la existencia y el desarrollo de nuestra vida en el) no se divide en un extremo u otro (mis posibilidades y necesidades v/s las posibilidades y necesidades de los otros): Acá me sitúo “yo” pues cometí una acción buena y aplaudible que me llevó a un logro determinado; en este otro extremo te ubicas “tú” por lo nefasto y reprochable que pudo haber resultado tu conducta, tu opinión, tu opción, tu juicio que devino en el dolor que ahora te aprisiona… Por ejemplo, con los años he ido comprendiendo que ser fascista es una realidad distinta a la mía y ser comunista es utópicamente bello pero impracticable… Yo no soy capaz de discernir qué es lo bueno y qué es lo malo (también caigo en la inconsecuencia y me sofocan los quiebres), qué es correcto y qué es inapropiado (me protejo o no en convencionalismos), qué cuestiones son las importantes y cuáles otras son las prescindibles (quién me otorga ese derecho). Y con todo, siento que sí puedo decir que hay percepciones de aquello y de lo otro, sentimientos y afinidades por tendencias y por cuestiones que algunos, más descerebrados pero alguna vez “justos” y “sabios”, establecieron como tales. Por eso, no me dedico a juzgar a quienes prefieren llevar una venda toda la vida, a hacer caso omiso del desastre y aminorarlo con el consumo (en todos los sentidos posibles) algo que es imposible de saciar por dentro. Al contrario, mofarse, burlarse o reírse de la conflictuación ajena también es otra forma de dolor, de pena, de incoherencia. No imagino la intensidad del dolor del que escogió mal y nunca podrá reversarlo. La culpa también es otra forma de padecimiento.

Yo comencé a escribir por defecto, no por talento; como expresó alguna vez Amy Tan, “por razones más bien subjetivas y egoístas”. Por eso, la lógica de La Economía me invita a producir y a maximizar mis recursos (sobre todo los literarios) y aún así me asusta no dar en la talla. Si alguna vez Dios me interroga no sabré qué responderle… ¡Ángela! ¿Qué hiciste con tus talentos?

Conozco gente brillante que a sus cortos años ya escribió unas cuantas reflexiones para el bronce, administrando eficientemente sus dones… yo más bien intento, trato, me abrazo fuerte a la posibilidad de que alguna vez el sometimiento a esa venda en muchos baje la guardia y se desprenda tal cual cayó la mía. Quizá por eso escribo todas las semanas, porque de algún modo me volví espía de varios infiernos. Tal vez una buen viernes, como por arte de magia, estas líneas lleguen urgentemente a “alguien”, caigan como anillo al dedo, queden como adheridas a un paño… y en ese preciso instante, algo de lo escrito cobre sentido y preponderancia… se eleve, viaje y responda la más insoportable de todas las interrogantes…

La semana pasada me posteó mi amiga Andrea Bello de quien solo conservo gratos recuerdos, enseñanzas profesionales epistolares y una mirada gratificante de la vida emprendida a diario, y una de las cosas que me produjo su comentario fue la reminiscencia de cierta entrevista otorgada por la escritora norteamericana Nicole Krause a la revista Paula el año pasado. Cuando le preguntaron por qué escribía y cómo fue que se convirtió en escritora, respondió algo más o menos como esto: “ESCRIBO PORQUE A TRAVÉS DE MIS PERSONAJES OTORGO SENTIDO Y RESPUESTA A AQUELLAS PREGUNTAS QUE EN LA VIDA REAL JAMÁS PODRÁN CONTESTARSE”. Ahora que lo pienso bien, quizá sea cierto que nadie en su sano juicio quiera estar buscando respuestas a preguntas que no las tienen, o por lo menos, no en este plano injusto de la realidad tal y como se le conoce y sin embargo, me las formulo porque siento que alguna vez el habérmelas planteado cobrará sentido. A diferencia de la autora de “La historia del amor”, a mi se me dio la crónica antes que la novela; es cuando escribo sobre realidad, sobre el acontecer de la vida misma, sobre las anomalías y descontentos, pero también sobre dicha y milagros, cuando cada línea se convierte en bemol que suaviza mi carga, en prolegómenos de una buena historia con personajes de carne y hueso. Si alguien se conmueve al menos en una mínima parte, si algo se sobrecoge y trasciende, si la inflexión provoca cualquier variación… entonces, yo abandono el sable. Y eso si que alivia la mente.

Según veo las cosas, quizá el punto de equilibrio de Andrea sea precisamente aquello que tildó de irresponsabilidad y que a mi más bien me parece valor. Optar por la vida siempre resalta la fuerza interna, osadía para acometer la vida aún ante la adversidad. Procurar familia pese al escenario contemporáneo es ir más allá del individualismo siempre ocupado del goce unitario, implica desplazarse en esa curva de posibilidades (la vida) y atravesar su frontera, con temor, con irregularidades, con quiebres y con aflicciones, con todo sentimiento y con la creencia de que esas pequeñasgrandescosasdiarias pulsan e impulsan a cada minuto, la naturaleza fidedigna del individuo, pese a su comportamiento errático, lo depuran hasta devolverlo a su estado primitivo potenciado, limpio, generoso, humanizándose y afianzando el sentido natural de la descendencia; el más animal y emblemático de todos los actos.


“La vida es triste para la mayoría de la gente, sin duda también para el columnista. Pero, como en Pagliacci, se trata de no mostrarlo y continuar con el espectáculo. Usemos la columna para criticar a los notables, enderezar entuertos, atacar gobiernos y humillar a los arrogantes. Pero de vez en cuando señalemos que vivimos en un mundo infinitamente bello donde abundan la gente fascinante, los hechos alentadores y las risas, y que Dios está en Su cielo…”.

PAUL JOHNSON; en: “El arte de escribir columnas”


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