COLUMNA: ¡Por fin es viernes! HOY: “Foto-Síntesis”. Agosto 01/Viernes. Año 2008.- D.D.Olmedo.-
COLUMNA: ¡Por fin es viernes!
HOY: “Foto-Síntesis”.
Agosto 01/Viernes. Año 2008.-
En general, me acuerdo pocazo de las cuestiones que aprendí en el colegio; las diversas formas de arribar a un mismo resultado y el empeño ridículo de los profesores por que te ajustases a un método definido que ellos denominaban “INFALIBLE”.
Quizá, la máxima expresión de esto se estrella en mi cabeza con las ecuaciones, las que me gustaban tanto y las cuales siempre combinaba con articulaciones que sólo yo entendía pero que arrojaban idéntico resultado al impuesto majaderamente. Pero una cosa distinta me pasó cuando la “Célula” (profesora de biología muy querida) trajo a colación la fotosíntesis. Claro que a esas alturas todas sabíamos qué significaba esa palabra tan choriflai y al mismo tiempo, también se agradecía harto.
A esta otra altura de la vida en que la secundaria me parece sacada como de un cuento infantil, puedo decir con propiedad que fotosíntesis es una palabra compuesta en raíz griego antiguo que sirve para expresar otras cuestiones parte de la técnica. Por una parte tenemos la palabra “Foto” y por otra “Síntesis”. La primera significa LUZ, la segunda, UNION e implica un proceso mediante el cual los organismos vivientes (plantas y algunos bicharracos) captan la energía concentrada en la luz transformando la materia inorgánica de su medio externo, en nutrientes que aportaran a su desarrollo y crecimiento.
En el tiempo del colegio, con suerte uno entendía lo que te decían y más encima, lo entendía mal… o sea, ni hablar de metáforas o contextos interlineales. Yo nunca llegué a saber en ese tiempo para qué servía la luz. Y aún, con el pasar de los años, creo que nunca lo comprendí del todo bien.
Conversaba el otro día con una amigo que me hizo recordar todo esto, ¿de organismos fotosintéticos que a la larga producen oxígeno? No, claro que no; charlábamos sobre cómo un mismo capta la luz y la administra en el curso del crecimiento. El me decía que prefería la penumbra, que le resultaba mucho más fácil deslizarse en ese contexto porque cada vez que salía el sol, él simplemente se sorprendía y se inquietaba y era más feliz que el día anterior. Me dijo que si ello no ocurría, no iba a estar triste, ni perezoso, ni agobiado pensando en lo que no poseía sino que simplemente iba a estar más preparado porque se había adecuado a vivir de aquel modo. Yo, en cambio, le dije que mi récord de horas despierta iba aumento, que la luz me parecía algo inconmensurable y que además, con el correr del tiempo le había agarrado cierto temor a la oscuridad de la noche. Le comenté además que las sensaciones se reconocen con todos los sentidos bien puestos y que si el foco de la luminaria estaba por encima de ti, todo parecía deslizarse con una velocidad distinta más adecuada a la circunstancia en que dicha emoción aparece en ti.
Pero con todo, creo que podía explicarlo, mas no lo sentía de corazón. Siempre estuve anestesiada.
Estuve mucho tiempo inconsciente; hace 10 años tuve un accidente que dividió mi vida en un antes y un después y del que pensé no saldría con vida. Como en todos los accidentes simbólicos tuve mí "dos caras de la moneda", tuve la oportunidad de escoger si quería vivir o si deseaba morir. Y aún en la inconciencia decidí seguir. Y con todo, nunca supe para qué o porqué.
Durante todos estos años, olvidé para qué servía la luz, sólo sabía que yo motor defectuoso al cual le habían roto la polea que lo hacía moverse, girar, generar energía… sólo era una especie de vegetal al cual le habían robado su capacidad para retroalimentarse, para servirse de lo único bueno que le queda al planeta para sobrevivir: LA LUZ.
Y claro, lo otro bueno que le queda a la vida es la ironía, esa cosa extraña que te mueve aún cuando tu radar se halla dañado, aún con motores defectuosos y fábricas quebradas en donde se componía un único repuesto de salvación. Así que de puro no iluminada y odiosa, busqué una palabra en el diccionario… SOLAR: “PERTENECIENTE AL SOL”.
De todas las cosas que aprendí en la vida, sólo una se me quedó grabada. No importa cómo utilices los conocimientos, no importa cómo te desenvuelvas en la vida, no importa de qué manera hace lo que te tienes en mente… lo único verdaderamente importante es la ecuación que ideaste para ti y que en ti funciona, con tus métodos, con tus fórmulas, con tu manera particular de ver las cosas.
Estuve a punto de renunciar, estuve a punto de creer que todo eso no servía para nada. Pero después de mucho tiempo de caminar con mi alma torcida he logrado enderezarla un poco para contemplar cómo salió el sol, cómo es realmente mirar al so y ver un ser enfrente de mi que es mucho más brillante que el sol... se los digo en vísperas del finde, se los digo cuando todo fluye en un viernes... cariños totales.
HOY: “Foto-Síntesis”.
Agosto 01/Viernes. Año 2008.-
En general, me acuerdo pocazo de las cuestiones que aprendí en el colegio; las diversas formas de arribar a un mismo resultado y el empeño ridículo de los profesores por que te ajustases a un método definido que ellos denominaban “INFALIBLE”.
Quizá, la máxima expresión de esto se estrella en mi cabeza con las ecuaciones, las que me gustaban tanto y las cuales siempre combinaba con articulaciones que sólo yo entendía pero que arrojaban idéntico resultado al impuesto majaderamente. Pero una cosa distinta me pasó cuando la “Célula” (profesora de biología muy querida) trajo a colación la fotosíntesis. Claro que a esas alturas todas sabíamos qué significaba esa palabra tan choriflai y al mismo tiempo, también se agradecía harto.
A esta otra altura de la vida en que la secundaria me parece sacada como de un cuento infantil, puedo decir con propiedad que fotosíntesis es una palabra compuesta en raíz griego antiguo que sirve para expresar otras cuestiones parte de la técnica. Por una parte tenemos la palabra “Foto” y por otra “Síntesis”. La primera significa LUZ, la segunda, UNION e implica un proceso mediante el cual los organismos vivientes (plantas y algunos bicharracos) captan la energía concentrada en la luz transformando la materia inorgánica de su medio externo, en nutrientes que aportaran a su desarrollo y crecimiento.
En el tiempo del colegio, con suerte uno entendía lo que te decían y más encima, lo entendía mal… o sea, ni hablar de metáforas o contextos interlineales. Yo nunca llegué a saber en ese tiempo para qué servía la luz. Y aún, con el pasar de los años, creo que nunca lo comprendí del todo bien.
Conversaba el otro día con una amigo que me hizo recordar todo esto, ¿de organismos fotosintéticos que a la larga producen oxígeno? No, claro que no; charlábamos sobre cómo un mismo capta la luz y la administra en el curso del crecimiento. El me decía que prefería la penumbra, que le resultaba mucho más fácil deslizarse en ese contexto porque cada vez que salía el sol, él simplemente se sorprendía y se inquietaba y era más feliz que el día anterior. Me dijo que si ello no ocurría, no iba a estar triste, ni perezoso, ni agobiado pensando en lo que no poseía sino que simplemente iba a estar más preparado porque se había adecuado a vivir de aquel modo. Yo, en cambio, le dije que mi récord de horas despierta iba aumento, que la luz me parecía algo inconmensurable y que además, con el correr del tiempo le había agarrado cierto temor a la oscuridad de la noche. Le comenté además que las sensaciones se reconocen con todos los sentidos bien puestos y que si el foco de la luminaria estaba por encima de ti, todo parecía deslizarse con una velocidad distinta más adecuada a la circunstancia en que dicha emoción aparece en ti.
Pero con todo, creo que podía explicarlo, mas no lo sentía de corazón. Siempre estuve anestesiada.
Estuve mucho tiempo inconsciente; hace 10 años tuve un accidente que dividió mi vida en un antes y un después y del que pensé no saldría con vida. Como en todos los accidentes simbólicos tuve mí "dos caras de la moneda", tuve la oportunidad de escoger si quería vivir o si deseaba morir. Y aún en la inconciencia decidí seguir. Y con todo, nunca supe para qué o porqué.
Durante todos estos años, olvidé para qué servía la luz, sólo sabía que yo motor defectuoso al cual le habían roto la polea que lo hacía moverse, girar, generar energía… sólo era una especie de vegetal al cual le habían robado su capacidad para retroalimentarse, para servirse de lo único bueno que le queda al planeta para sobrevivir: LA LUZ.
Y claro, lo otro bueno que le queda a la vida es la ironía, esa cosa extraña que te mueve aún cuando tu radar se halla dañado, aún con motores defectuosos y fábricas quebradas en donde se componía un único repuesto de salvación. Así que de puro no iluminada y odiosa, busqué una palabra en el diccionario… SOLAR: “PERTENECIENTE AL SOL”.
De todas las cosas que aprendí en la vida, sólo una se me quedó grabada. No importa cómo utilices los conocimientos, no importa cómo te desenvuelvas en la vida, no importa de qué manera hace lo que te tienes en mente… lo único verdaderamente importante es la ecuación que ideaste para ti y que en ti funciona, con tus métodos, con tus fórmulas, con tu manera particular de ver las cosas.
Estuve a punto de renunciar, estuve a punto de creer que todo eso no servía para nada. Pero después de mucho tiempo de caminar con mi alma torcida he logrado enderezarla un poco para contemplar cómo salió el sol, cómo es realmente mirar al so y ver un ser enfrente de mi que es mucho más brillante que el sol... se los digo en vísperas del finde, se los digo cuando todo fluye en un viernes... cariños totales.
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