COLUMNA: Por fin es viernes. HOY: "Señales". 05-12-08. D.D.Olmedo.


cla de desconcierto y expectativa; aún conservo las fotografías que nos tomamos en el aeropuerto y que así lo revelan… En su misiva, de entre muchas otras cosas, menciona que mi virtud literaria es de todas maneras de afluente LOPEZ y yo resuelvo considerar lo extraño que resulta enterarse de ello después de tanto tiempo. Después de todo, algo benigno se heredó del padre.
Esta semana, y cómo regularmente ocurre, leo desfasadamente la columna de Pancho publicada en revista El Sábado y siento que conozco exactamente su predicamento, que ya atravesé esa avenida y que más encima, escasean las palabras inteligentes tendientes a aliviar su inquietud.
Mención aparte, también leo las palabras de Warnken quien escribe en el mismo semanario y que por una vez más, abarca la muerte de Clemente, su pequeño hijo muerto hace casi ya un año. Cuanto sino, habrían miles de instancias que dieran en la talla de encontrar un momento para no sentir, para no ver, para no dimensionar, para no darse cuenta de que aquello cierto es una verdad molestando, arrancando y succionando.
Esta semana además, descubro con acidez que las diferencias se vuelven salvajes si la deduces en años vividos y que no hay nada en este mundo capaz de permitirte capear decentemente los temporales. Siempre alguien sale damnificado.
Esta semana, afortunadamente acabó la publicidad pro-teletón pero desgraciadamente, lidiamos con las consecuencias.
Esta semana aprendí a deslizarme como en los viejos tiempos; sin preguntas exageradas, sin alarmas, sin balizas en la nuca, sin la desventaja de ocurrir a cada cosa con vehemencia y con apuro. Lo que no aconteció ferozmente, no sucedió. R. Williams, hilvana lo que siento: “I like to sleep beneath the trees, have the universe at one with me; look down the barrel of a gun and feel the moon replace the sun…” Solo apetece a mi corazón quedarse dormido bajo los árboles, lograr que el universo sea uno conmigo, mirar con desprecio el cañón de una pistola y sentir como la luna reemplaza al sol…

Hace algunos meses atrás, nos reunimos en casa, Francia “Chute” Martínez, Alejandra “Flaka” Llanos, Rina “Marmota” Morales y yo. Fue una de esas conversaciones memorables que se vuelven indelebles (no diré recuerdo “inolvidable” para sacar carcajadas gratuitas a mi amigo Roo). Aparte del buen vino puliendo la garganta y afinando las cuerdas para pronunciar aquello tan dificultoso soltar a boca de jarro. Debo añadir que lo irrepetible provenía de la compañía y de la conversa. Me costará olvidar la memorable reflexión de chute con onomatopeya y todo incluido. Francia hablaba sobre determinados comportamientos, y cómo éstos, en el transcurso de la vida, siempre generan señales que uno no puede dejar escapar, hacerle fintas, obviar, hacerse el leso, sacarle el cuerpo, etc. Cada vez que una persona despliega un acto o una actitud pronunciada, sobre relieve, desperfilada y que llama la atención, para bien o para mal, DEBE TOMARSE EN CUENTA: “SHIIIIINNNNN”… Eso, de un modo u otro, flota pulsando en el inconsciente. Hay señales que son imperceptibles, de eso no cabe duda. Pero hay otra clase de señales que son bastante claras, obvias, certeras y a la vena.
Por ejemplo, que te coloquen en el undécimo lugar de una larga lista de prioridades; que no te devuelvan jamás un llamado, que siempre se organicen eventos varios y nunca se lleven a efecto, que se pronuncie tu nombre pero no suene como te apetece… que no te defiendan, que no haya consistencia, que se pierda la coherencia, que las promesas se la lleve el viento, que la indecisión nos hunda… que esperes eternamente ser importante y jamás así se demuestre… que las solemnidades y ritos se extingan, que el miedo nos intoxique, que el contenido de las venas solidifique… que el elástico jamás se rompa; que las cuestiones importantes aparezcan como irrisorias, que los espacios y roles se confundan, que las determinaciones se esfumen, que la claridad se convierta en sombras, que los amigos dejen de visitarse, que los padres ya no digan que nos aman, que los hijos juzguen tempranamente, que los avatares de la vida nos venzan… que la sorpresa no se extienda por tu vida y que la ausencia de expectativa te haga perder las esperanzas… que el temor al compromiso siempre sucumba.

Un decir sin hacer es equivalente a promesa falaz; una especie de señal potente marcando un antes y un después de manera fulminante. Si vas por ahí diciendo, ¡no volveré a hacerlo! Y a la primera oportunidad, simplemente despliegas el comportamiento comprometido a suprimir, tu palabra pierde su peso. Esa es una verdadera señal.

Todos hacemos gala de cuanto peso a perdido nuestra palabra. Alguna vez vimos esa potente señal demarcada cual fuese un neón prendado en la frente de alguien y dijimos: ¡¡¡ESA PERSONA CAMBIARA!!! Pero a la larga, jamás sucedió. Y sin embargo, perseveramos en creer que ello acontecería alguna vez. Y otra vez, caímos en la cuenta de que podríamos envejecer, entumecernos, arrodillarnos a mascullar una última oración y contemplar avergonzados nuestra absurda espera en vano.

Recuerdo esa jornada como si hubiese ocurrido ayer, los atisbos de insatisfacción que hacen pender de un hilo los matices de complicidad con un cercano y la hazaña de aguantar lo que se calla porque hay más cabezas involucradas. Siempre oigo ese SHIIIIINNNNN al constatar que una señal se vuelve más clara. Y con todo, persevero en la necedad de creer que algo sucederá, algo no contemplado me sorprenderá, algo inevitable podría vulnerar mi hostilidad frente a la posibilidad de que algunas personas se humanicen.
Siempre existen cuestiones nuevas qué aprender, palabras renovadas a las cuales colocar atención, secuencias delicadas que apuntan hacia un sitio colmado de experiencias diferentes… señales todas que uno debiese ser capaz de retener; municiones que en momentos determinados de la vida, pudiesen marcar una notable diferencia.

Si te volvieron a colocar en undécimo lugar de una larga lista de prioridades, entonces date cuenta de que no eres importante para esa persona y corta el vínculo de una vez por todas; si aún esperas la devolución del llamado aquel, o llamas tú y preguntas qué pasa o saca ese número de tu directorio; si el evento no se concreta, olvídalo u organiza un tremendo reventón; , si no escuchas tu nombre y no se oye como esperabas, cambia el dial… ¿no te defendieron? ¿se perdió la consistencia? ¿se perdió la coherencia? ¿las promesas se las llevó el viento? ¿la indecisión los hundió?… Qué va!!!! Échalo todo atrás, corta, arranca como si fuese maleza seca, y quémalo sin volver jamás a mirar, ocupa esas señales para caminar en una nueva dirección… ¿Sigues esperando se te de importancia? ¿Nadie te hace sentir de ese modo? Next, la importancia se la da uno activando lo que sirve y lo que no, deséchalo… ¿Nadie se ocupa ya de solemnidades y ritos? Entonces, pónelos en práctica. ¿Te intoxicaste de miedo? Tómate un purgante y empieza de nuevo ¿El contenido de tus venas solidificó? Entonces zambúllete en mucha agua… ¿El elástico parece no romperse jamás? Agarra una tijera ¿Cansado de que las cuestiones importantes aparezcan como irrisorias? Organiza tus prioridades ¿Los espacios y roles se confundan regularmente? Replantéate las reglas y las condiciones ¿Las determinaciones se esfuman? Pon freno y lárgate. ¿La claridad se convierte a diario en sombras? Descorre las cortinas, abre las ventanas. ¿Ya no visitas a los amigos o ellos dejaron de hacerlo? Déjate de caer y da una vuelta de tuerca ¿Los padres ya no demuestran amarnos? Agárralos a besos y si no puedes, que alguien te agarre a ti. ¿Los hijos juzgan tempranamente nuestro actuar? Expone tus razones y argumentos ¿Los avatares de la vida nos desarman? Cómprate una buena caja de herramientas. ¿La sorpresa ya no da rienda suelta en tu vida? Trata de resolver un crucigrama. ¿La ausencia de emociones positivas te doblega y te orilla a perder las esperanzas? Busca que alguien te haga cosquillas o colócate traje de payaso. ¿El temor al compromiso te anula? Deja de creer que el entregarse es una atadura.

Cada vez que se desarrolla una conducta, parte de nosotros se moldea frente a un circuito de almas pensantes. Desestimar las creencias, necesidades y percepciones que se tiene de nosotros, es lo mismo que distorsionar la frecuencia de los sentimientos que nos unen con esos otros; es minimizar la valía de los demás, es actuar sobre seguro aún sabiendo que aquel circuito de personas a veces, perfectamente pudieron obviar muchas señales a consecuencia de esa humanidad que nos vuelve vulnerables.

Esperé infinidad de años entender porqué mi mamá nunca comprendió las señales de violencia física y psíquica al interior de su matrimonio, porqué nadie hizo lo correcto por el saldo, porqué la vinculación no dio para tratar las consecuencias por conductos separados pero paralelos, porqué todas las señales no fueron suficientes para proteger la inmensa gama de posibilidades que se nos negaron como hijos, como hermanos, como amantes, como amigos, como sujetos de un algo o de alguien. Porqué la vida coartada de un hijo enfunda la soledad en un gatillo que no dispara y extiende la agonía de comprender las horas, porqué esos cantares de pájaros que alude Cristián son consuelo puro y no la prosa, ya no la palabra y su sonido… Porqué todas esas señales de la vida misma no aminoran su pena, porque su presente y su crédito son tornan suficiente lo que queda… Porqué el estancamiento de un escritor estriba entre el querer hacer y la fascinación de lo observado en otro… Porqué la sola presencia de minusválidos en todas partes y a toda hora no son razones suficiente para sentirnos amenazados, frágiles… porqué necesitamos de un circo que enjuga nuestras debilidades y temores nos hace colocar la mano en el bolsillo, porqué es a posterior y nunca por prevención… Porqué no suena más a menudo ese sonido en nuestra cabeza evocando señales que obviamos por el simple hecho de ser humanaos, maleables, imperfectos e inválidos de conciencia.

El desafío contra la corriente, al cabo de un tiempo, saca a relucir las consecuencias. Y ahí reaparecen todas esas cuestiones que alguna vez se nos mostraro como señales.

Comentarios