COLUMNA: Por fin es viernes. HOY: Un lienzo blanco para recomenzar. D.D.Olmedo.


COLUMNA: Por fin es viernes. 
HOY: “Un lienzo blanco para recomenzar”. 
D.D. OLMEDO. 
Viernes 19, Junio de 2009. 
12:00 horas. 

Desde un tiempo a esta parte, tengo la posibilidad de mirar por una ventana gigante, al interior de una casa enorme y en donde el techo se encumbra como si se tratase de una montaña interminable. Tengo, también, la opción de mirar hacia un entorno infinitamente bello aún en medio de un frío otoñal, puedo hacerlo varias veces al día o tan sólo una, una bien potente en la que puedo darme cuenta de cómo se han hecho las cosas durante todo este tiempo. Mientras observo, miro ese entorno con asombro, con detención, con ganas de ver todo cuanto hay para contemplar pues los encantos de esa vista son completamente embelezantes. No quiero perderme nada; ya me he perdido demasiadas cosas en corto tiempo.
Al interior, ocurre algo completamente diferente pero no menos llamativo, muchas cabezas con vista concentrada en un punto de referencia estricto, me indica que a pesar de todo, las prioridades son bastante diversas. De tanto en tanto, hago lo mismo, observo con asombro como si se tratara de un escenario que nunca antes contemplé y eso que he visto bastante como para armar inolvidables seriales épicas… Lo que suelo advertir en este lugar es como una maqueta que se parece mucho al mundo en el que siempre he querido vivir; hay silencio, abnegación, entrega, calma, paciencia, perseverancia, tino, delicadeza, empatía y una misión común, aunque el trazado recorrido se formule de distintas maneras. No sé si muchos de estos personajes se detienen a ratos para contemplar la naturaleza que fluye detrás de la ventana y que se escinde como un mural intermitente y a tamaño natural, tengo serias sospechas de que para muchos, simplemente se trate de algo que siempre ha estado ahí, que es común y silvestre y que no denota importancia, me parece que a varios de estos personajes le pasa lo que podría pasarle a cualquiera bajo similares circunstancias: dejar de ver por suponer que siempre habrá un mejor momento para mirar lo que en el ahora no urge contemplar…
En esta maqueta he visto de todo y de una nitidez surreal, en buena medida se acerca al remanso imaginario de mi afligida cabeza. Pero, por más que intente cegarme, también alcanza para los pormenores cotidianos presentes en cualquier formato; miradas grises, comentarios desubicados, actitudes poco solidarias, mala onda, rabia, frustración y una especie de competencia exacerbada por llegar a un puerto en el que expenden cartones que te acreditan para pasar a la segunda base y comenzar a vivir más o menos, decentemente.

Me gustaría creer que no todo reside en las consignas, en los emblemas o en los principios, en las cuestiones establecidas que por más que uno quiera, no se pueden derogar. Pero ya dejé de ser la soñadora a ultranza que arrancó de la realidad para sumergirse en la profundidad de un sueño reparador. Ahora que he despertado y que de a poco me reinserto, compruebo que no puedo hacerlo sosteniéndome de mi acostumbrada rebeldía obtusa. Por más que me niegue, es imposible; para avanzar, debo ceder una parte de aquello que no volverá pero esperanzada de que la vida pueda compensarte a través de nuevas fórmulas, de nuevas opciones, de la posibilidad de reinventarse y creer que cada cosas vivida forma parte de un proceso en donde es vital evolucionar. Por eso sé que no puedo remar contra corriente, es insano, es desgastador e irritante y al final, cuando se comprueba el desenlace, simplemente la frustración aumenta y el dolor se extiende.

Si comparo lo que hay tras la ventana o lo que excede a ella, me quedo con el lienzo que día con día se renueva afuera. ¿Por qué? Porque lo que acontece en la naturaleza no depende de mí ni de nadie, simplemente sucede, pasa y se prolonga sin que pueda mediar fuerza que lo detenga… caen hojas, pasan frente a mi en vuelo razante una bandada de palomas inquietas, el viento se dibuja y yo, yo puedo contemplarlo sin prisa, sin agobio y con una felicidad inmensa, todo lo que construye una mano invisible y bendita… Es raro, pero ahora que no tengo casi nada, comprendo qué es tenerlo todo. No necesito más de lo que cargo (aunque algunas personas se empeñen en creer que ciertas cosas me hacen falta), espiritualmente me siento completa, llena, con fe y esperanza y aunque sienta que hayan cosas que no puedo cambiar, ya no remo en contra de esa corriente, ya no creo que dependa de mi, ya no suelo culparme de las cosas que pasan y tampoco a los demás… son las circunstancias las que cambian y nosotros –como diría Bosé– “los mismos envueltos en novedad”.

No sé cuantas veces dije las mismas cosas y me comprometí a otras tantas que finalmente no fueron ejecutadas por mí, lo he conversado extensamente con una amiga, nos preguntamos mil veces por qué no se dio en “otro entonces” y por qué se desenvuelve con naturalidad en el “ahora”. Qué hay dentro del panorama que pueda revestirse de novedad y que me coloque en disposición natural para acceder, para recibir, para entregar y para potenciar en la dirección correcta, por qué se desarrollan los episodios de un capítulo que antes se hizo tan dificultoso redactar y en el ahora, se apunta como si proviniese de una tinta que adhiere palabras sobre el papel con una soltura inhabitual… ¿Se han preguntado cuántas cosas, hechos, eventos y circunstancias deben ocurrir para que los caminos se enderecen? O lo que es parecido, ¿Por qué pasan cierta cantidad de sucesos de una forma específica que aunque te rebeles, definitivamente te lleva a un mismo, punto, dirección u objetivo? Yo me lo he planteado bastante el último tiempo, quizá no tan consciente sino hasta el día de hoy en que he decidido volver a publicar las columnas de los días viernes y al final, por más discursos que uno esboce, la medula se descubre: Siempre hay un plan mayor detrás de todas las cosas.

El común de las personas suele creer que la respuesta está en la progresión y concreción de logros y satisfacciones materiales, en acumular, en acopiar, incluso hasta con la información. Pero la verdad es mucho más simple y se reviste de una belleza de la cual pocos se dan cuenta; la disposición y la madurez. Necesitas estas dos herramientas para avanzar, para comprender por qué se dan las cosas en el ahora y no fueron posibles en el antes, en el pasado, en la parte de atrás que ahora se desdibuja entre recuerdos. En el presente, en el ahora puedo entender, puedo memorizar, tengo ganas y quiero hacer bien las cosas, en el día de hoy quiero que mi palabra recobre valor y que al empeñarla ello tenga un significado de dignidad y liberación por los errores cometidos. Por lo mismo, en el presente hay propósito, hay objetivos y metas, hay organización y una identidad definida que entiende que el tiempo es escaso y que corre velozmente. Es vital ocuparlo con aprecio, con esmero… sacarle partido, por lo mismo, se ha agudizado en mi la necesidad de dormir menos horas, de despertarse más temprano, de caminar más que antes, de gozar con la vista, con los olores, con cada cosa cotidiana que antes no estaba preparada para ver y que hoy agradezco… pero estas cosas pasan por el entendimiento de ser y crecer responsablemente, de hacer para edificar, de hacer para ilustrar, de hacer para visionar y no simplemente por hacer desde el punto relativizado de las cosas.

Extrañaba mucho publicar las columnas, pero necesitaba esta “inflexión” para descubrir si había más cosas para decir o si se trataba más de lo mismo; abortar la misión por creer que poca gente piensa como tú. Por eso, me complace entender que siempre se puede ir por más, que hay mucho más para ver y que no se trata de dónde y de cómo buscar sino de cómo mirar y en dónde colocar la vista y sobre todo, respecto de qué, fijarla.

Es magnífico darle un sentido básico a las cosas, a las personas, a los deberes, a las misiones y a las circunstancias en general, y aún, fundamental poder decirse a sí mismo que no se puede renunciar al valor, no debemos deponer, hay que tenerse fe y tener fe en algo superior, porque por más dura que aparezca la vida, de una forma inimaginable se logra avanzar aún en la aflicción, aún en la necesidad, aún en la brecha de la separación o en la distancia, en la ausencia, en la falencia, en la apretura más doloroso o injusta… siempre se puede sacar algo benigno, algo importante que ensambla, que reordena y que dirige hacia un nuevo destino, o mejor dicho, que te reubica dentro de un plano del cual nunca debiste separar.

Con candidatos express, con dimes y diretes, con accidentes carreteros feroces, con el alza en la tasa de desempleo y la caída del crecimiento, con el alza en los combustibles, con contagios masivos, con restricciones económicas, con dobleces y con la maledicencias, con la mala onda circulante y con la escasa solidaridad, también está todo lo otro; el sentido común, la paciencia, la actitud, el apoyo, la fe, la esperanza, el trabajo y el esfuerzo, la dedicación, la promesa, la sustentabilidad, la perseverancia, el rigor, la tenacidad, la buena fe, la amistad, la tolerancia, los proyectos, las metas por cumplir y estamos ustedes y yo, decidiendo qué arista tomar, que camino seguir, optando por vivir, escogiendo un lienzo inmenso que recién se comienza a dibujar…

Hoy vuelvo a la carga para decir lo que usualmente digo, pero con un aditivo: ¡POR FIN ES UN NUEVO VIERNES Y NO, UN VIERNES MENOS!



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