COLUMNA: Entreminas. HOY: Auténticamente fifirillo. 11-12-09

COLUMNA: Entreminas. HOY: Auténticamente fifirillo. 11-12-09

COLUMNA: Entreminas. 
HOY: Auténticamente fifirillo… 
Brenda Gilton. 
Viernes 11, Diciembre de 2009. 


Que Tarantino ni que ocho cuartos… Priscila la reina del desierto es poco… 

“En otra época, me habría dado exactamente lo mismo que me viesen medio desnuda… obvio; cero guata, cero celulitis, cero coma cero de cualquier pifia… regia la tonta… Pero a estas alturas, una tiene su pudor.

Me costó demasiado volver a la mesa, pero creo que me alivianó la carga las muchas risotadas que soltó el convidado de piedra mientras se alejaba del baño. Yo me decía: ¿Será por lo absurdo de la situación? O ¿Sería por lo indecoroso del momento? En fin. Me tuve que armar de valor no más y salir de la madriguera, por lo menos ya no olía a nada extravagante y hasta me veía rosadita después de tamaña plancha. Así inspiré y exhalé, tomé y boté, practiqué todas las payasadas que a uno se le vienen a la mente en momentos como este; morisquetas frente al espejo, una que otra palmadita, uno que otro pellizcón para darse ánimo… uno que otro mantra para salir bien librada del asunto.

Y bueno, salí no más a enfrentarme con el convidado de piedra y ya desde el mesón de la entrada caché que se reía a destajo. Sin que me hubiese sentado todavía se me contagio la risa, igual como pasa cuando uno se topa con risas estrafalarias y se te pega aunque no quieras. Así que nos empezamos a reír estúpida y compulsivamente, y también empezó a elevarse el volumen estereofónico de las risotadas y además, nos empezamos a colocar entre verde y morado de tanta sangre que se nos subió a la cabeza…

Bueno, la risa empezó a bajar y empezamos a calmarnos del éxtasis producido; fue bueno el instante en cuestión porque por Dios que hace bien reírse de buena gana. Acto seguido, me pasó la carta de vinos y me sugirió que escogiera lo que quisiera pero él votaba por uno negro y macizo, así que a modo de compensación por el chasco, le pedí uno de la viña El Huique, uno que había degustado años atrás en época de jurarme sommelier.

Max era un gallo realmente encantador, sobrio a más no poder, inteligente, preciso, contundente en lo que se asomaba… vaya que no se mal entienda, digo y refiero a que el tipo tenía sustancia. Conversó sobre un abanico de circunstancias, no se pegó en ningún comentario o apreciación; le miré con detención y todo parecía concordar con precisión suiza… vaya que me había sacado la lotería…

Cuando llegamos al postre, hizo una observación que llamó poderosamente mi atención: “Linda (le dijo a la mesera), mis profiteroles sin crema por favor”.

Es que estoy a dieta. — Comentó.

La cena estuvo deliciosa, la conversación, bueno, de lo mejor en mucho tiempo… todos los detalles parecían congeniar… ya me estaba saboreando con lo que se me venía, hasta me frotaba las manos mentalmente creyéndome afortunada por haber revertido la situación. Excelente.

Así que cuando llegó la cuenta, juro que no me habría molestado tener que pagarla entre dos, digo, como desagravio, y eso fue justamente lo que le dije a Max…

Pero como dije, invocar a Tarantino en este lío, es como tomarse un tecito en el cabo frío…

Pero desagravio de qué — Me dice.
Por la escenita del baño — Respondo.
Ahhh, por eso. Descuida. Martín, mi novio, tiene muchos más pelos que tú y jamás le he hecho asco.

¡Valor!

MORALEJA: ¿?

Continuará… 




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