COLUMNA: Por fin es viernes. HOY: "Magia". D.D.OLMEDO. Segunda de Enero. 2013.-

COLUMNA: Por fin es viernes. HOY: "Magia". D.D.OLMEDO. Segunda de Enero. 2013.-

24 de enero de 2013 a las 23:06
Yo no quiero ser como esas personas que se apagan con el tiempo, de esas que se conformaron con llevar una vida estructurada; unos cuántos planes, un buen esquema maestro y listo. Yo, no quiero ser de esas mujeres que cree que porque tiene ciertos años, debe acceder a lo que se le presenta porque es el mejor escenario. Quizá por eso me enamoré de un antofagastino… ¡Ja!

Un amigo, recientemente me dice: ¿Y porqué así, porqué de ese modo, porqué no podías hacerlo fácil esta vez? Y yo respondí: Porque mi vida fue, es y será siempre así, como una novela que sigue escribiéndose, todos los días, a cada rato, en cada momento y de todas las formas posibles. ¿Cómo podría haber sido de un modo distinto?

Lo divertido de este capítulo es que, justamente cuando había entrado en vereda, como a muchos les gusta indicar, es decir, justo cuando me había decidido a tomar el camino de la resignación, ese en donde te programas para hacer solo ciertas cosas y te colocas a resguardo, entonces, ¡chan! Justo entonces, un capo de dudosa reputación entró en escena. Soy un hueso duro de roer, a mi no me vienen con chivas, las he inventado tiempo atrás, pero juro que la imagen de la excusa se desvaneció cuando un enrevesado lenguaje llamó poderosamente la atención de mi mente alerta y sagaz. Mentiría si escribiese acá un párrafo sólido sobre ideas románticas y afinidades dignas de destacar pues entre el capo y yo, todo fue diferente. Es raro como algunas personas se encuentran en medio de la soledad, pero diría que en nuestro caso, al menos para mi, fue literalmente a ciegas. No exagero si digo que para mi fortuna actual, yo realmente lo vi desde adentro y hacia fuera.

Deambular y ser desértico no es lo mismo. Yo abuso de aquello y el Capo ahonda en esto otro. Y sin embargo, mientras me ahogaba en la soledad que me ayudó a huir sin mirar atrás, fui a dar a un desierto, un desierto habitado por un capo de voz chillona que siempre me decía: Pucha la vieja pa’ mandona. Esata molesta voz que retumbaba dentro de mi oído, nunca me permitió tirar la toalla. Incluso, me atrevo a decir que ni siquiera él es capaz de entender qué fue lo que realmente hizo por mi y, ha de ser porque no racionaliza (al menos no las emociones), simplemente sabe dentro suyo que en ese lazo, en esa alianza surgida de la precariedad, del susto, de la soledad y la sobriedad del lado oscuro, las ilustraciones que se retrataron para ambos, combinaron… es como si un rompecabezas hubiese cobrado sentido desde el mismo tiempo en que la pieza faltante apareció frente a nosotros…

De que hay capos varios, los hay. De hecho, tengo un amigo bien capo que sacó adelante a su familia detrás de una buena embestida del puto destino y también, tengo otro amigazo re capo, que pudiendo seguir el desliz, la fiesta, las tapas, optó por su amor de juventud y se arriesgó a ser definitivamente, feliz. También está el capo de mi vecino, que se levanta a diario con su hija en la espalda, que a lleva a todas partes y que esconde una feroz pena. Hay que ser capo para hacer la pega solo, para estarse a la deriva y mostrar una sonrisa.

Y supongo que también han de haber muchos capos similares al mío. Alegres, jugados, vehementes…

Que un capo de esta natura me hubiese tendido la mano, no es poco. Me refiero a que cuántas veces puedes contar que un tipo así, se volteó a verte, metió su brazo en el barro y utilizó su codo de palanca para que yo tomase mi tiempo en recogerme sobre el. ¿Cuántos? Me pregunto. ¿Qué número de sujetos, hoy en día, se toma la molestia de preguntar a una mujer de qué clase es el dolor que lleva consigo adentro y porque prefiere dejarlo ahí, qué necesita para arrancarlo, qué debe hacerse para ayudarle a desvanecerlo? Y además, durante todo ese tiempo, esbozar una flamante sonrisa. ¿Estrategia? ¿Tanta inversión simplemente para enfocar apetencias sexuales?

La elaboración de este capo no es corriente.

No había conocido a alguien así, jamás. No es que no tenga detalles. ¿Quien se presenta al amor sn mácula? Nadie Lo que pasa con este Capo es distinto, lo que ocurre con él es simplemente que no ha habido un personaje que se le parezca. Nunca escribí sobre sus características, sobre sus dones, sobre atributos que lo hacen así, personaje de novela. Nunca conté sus gracias, sus chistes, sus miradas o sus gestos, su pausa antes de cada frase o su insufrible conteo de preguntas… Bruno, es. No existe nadie como él. Y eso me da una felicidad enorme. Cada vez que miro adentro suyo, entonces entiendo que hay tanto por descubrir, tanto para saber, tanto de donde agarrarse y tanto para desear que este justo en ese lugar, en donde más me gusta, en donde nadie lo puede atrapar.

Hay pocos Capos libres que se dejan atrapar. Sólo lo hace cuando se enamoran de verdad.

Así que nada. Fin del asunto. Así es la cosa.

Este no puede ser un plan convencional sobre lo que me apetece de la vida en su compañía pues todo lo que haga puede desdibujarse y rehacerse otra vez; el amor real es así, es básico, simple, fluido e inmensamente asertivo. Sólo sabes que está porque no hay un modo diferente en que debas sentirlo, se experimenta, está, se hizo. Lo que lo diferencia con otros esquemas y planes maestros que no sirven de nada es que el amor real fluye, no puedes inhibirlo, por más que lo intentas, brota, a través de los poros, a través de tus pupilas, sobre todo de la risa, simplemente porque es profundo, porque nace y muere en ti, nace y se reproduce como una semilla que desea trascender…

Hace muchos años atrás vi una película fabulosa en donde la protagonista le preguntaba a su madre cómo se había dado cuenta de que su padre era el amor de su vida, en qué detalle había basado su elección. La madre la miró (Mientras la hija se probaba un vestido de novia) y le dijo, pero cómo, ¿acaso tú no lo sabes, acaso no sentiste lo mismo? ¿Qué cosa? Pregunta la hija, toda curiosa, no sé a qué te refieres y la madre la mira incrédula y agrega: “Lo supe cuando lo vi”. Fue magia.

¡Venga Valiente!



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