COLUMNA: Por fin es viernes. HOY: “Manual de Instrucciones” D.D.OLMEDO. Ultima Columna antes del fin del mundo (1ra. Parte.). 20 de diciembre de 2012 a las 2:44


COLUMNA: Por fin es viernes.
HOY: “Manual de Instrucciones”
D.D.OLMEDO.

Ultima Columna antes del fin del mundo (1ra. Parte.).

Hacía tiempo que no miraba hacia arriba… justo mientras escurre agua por todos lados. Particularmente hoy, todo se vio distinto… El farol de José Miguel de la Barra, amarillento a más no poder, hizo de un inmejorable telón de fondo, fue como si cada una de esas gotas se hubiese sincronizado de manera casi perfecta, así tal cual como se observa en una buena película francesa, de esas que se te enganchan en el pecho y nunca más puedes dejar de recordarlas…
Dicen que la lluvia lava todo, que arrastra lo malo y renueva el escenario, que esa agua enjuagando los aspectos drásticos de la cotidianeidad citadina, es capaz de arrancar cada cosa pesada o turbia empantanada entremedio de todos nosotros. Yo sólo sé que se veía preciosa, mágica, premonitora... Sólo sé que enmarcaba perfectamente la culminación de un momento severo, la enajenación de la carne, la alienación del objeto. Mirarle así, de lleno, permitirme los pies embarrados, sentir el agua en mi rostro, fue bueno.
Brevemente, dejé que mis pensamientos se alejaran de la cordura apenas alcanzada recientemente y me supuse gozando de la última lluvia, de una última sensación oliendo, sintiendo, percibiendo sus matices, recordando cómo es el aroma de la tierra mojada, cómo se ven las vidrieras, cómo aparecen las caras gastadas corriendo hacia un sitio que consideran, seguro.

¿Seguro?

A escasa horas del temido 21/12/2012, no puedo dejar de escribir lo que podría ser, también, mi última visión sobre todas las cosas…

Miro con frecuencia a mi alrededor, incluso a veces, me pregunto cómo puedo dejar de hacerlo, al menos un solo instante, uno preciso dentro del cual envejecer o vegetar, perdiéndome del todo creyendo que puedo inhibirme como testigo de ciertos actos humanos. Pero no se puede, tal cual como obviar el agua que cae del cielo, se desliza y sigue su camino, así también, los sucesos atrapados en la retina, dejan marca aunque continúen adelante en su recorrido. Y por Dios que he mirado, por Dios que he atestiguado, por Dios que he experimentado en carne propia la necesidad de lavar, de limpiar esa ola de sucesos aún atascados dentro de mi garganta, porque ni siquiera puedo gritar, acaso, levantar la voz. No intento reclamar, pues si fuese por eso, simplemente jalaría de un gatillo para sentar un precedente, para dejar un huella, no de desaliento sino de alerta, de esas que intentan decir, para qué, de qué sirve, de qué se trata si ser testigo, me gana, me mata lentamente por dentro, me deja nock-out, de roba el alma.
Capaz que de eso justamente se trató siempre. A algunos les toca atestiguar y a otros, mandarse las cagadas.
Pero el sólo hecho de pensar que esa fórmula es arbitraria y yo estoy en el saco de aquellos que no la sacó barata, me pudre, me deja atónito pues al ser un ser racional y pensante me digo: ¿Por qué? ¿Quién fue el paleta y buena onda que me segregó en el grupo más perjudicado?
Pero al rato, la bronca se me pasa, me vuelvo a reír, me vuelvo a poner el abrigo de cuero de chancho como a quien no le importa, como quien dice: “y qué tanto, si siempre ha sido de este modo, me da igual”. Casi al borde del desafío y la provocación. Una vez digerida la insana realidad, casi siempre acabo entendiendo que río con facilidad a costa de mi misma, que no pasa un solo momento en que no piense que mi existencia ha sido tragicómica, pues justo cuando acepto que la cosa se equilibró, es precisamente el instante en que se va todo a la mierda…

Pero hoy es diferente, a mis cuarenta años (Nótese que lo escribo con una palabra para que pase a la carrera, desapercibido), hay un dolor punzante adentro que va más allá de la pérdida material de algo que costó sacar adelante. A veces creo que muchas personas (la inmensa mayoría) vinieron a este mundo única y exclusivamente a vivir como robot. No piensan, no entienden, no procesan, esas son las personas que sin un manual de instrucciones, no sobreviven y de paso, le hacen miserable la vida a los otros, los que cachan qué es lo que realmente está pasando en este mundo. Pero a pesar de ello, no me centro en lo que dejé de hacer para llevar la fiesta en paz, sino en lo que el miedo me impidió defender. Por eso sé que justo en este instante, es donde todo cambia, en donde dentro de mi mundo particular, las cosas acaban violentamente, sin previo aviso y sin anestesia, también se que en los finales, también sucede el milagro de la extinción, del cero, de la pureza del efecto regenerador; desee un punto muerto, cualquier cosa puede surgir, sobre todo si los campos magnéticos se alinean para redefinir ciertos pasajes del escenario actual, la gente a ciencia cierta no lo sabe, pero aquellos que dejaron de usar el manual hace mucho tiempo, de esos que hicieron el intensivo fuera de esta órbita terrestre, saben qué está pasando, entienden qué va a ocurrir y qué es lo que nos espera después de este tremendo calvario que ha significado intentar sobrevivir a este crudo año.

Yo sólo sé que algunas personas, necesitan aferrarse a una estructura sólida, saber cómo y cuándo pagarán sus cuentas, cómo irán hacia delante, cómo, dentro de su lógica, amena y sana convivencia, determinarán el siguiente y también, consecutivo escenario. Son personas controladoras, son personas “aterrizadas” que se descomponen porque no saben de qué está hecho el resto, esa porción de gente que obra de acuerdo a la intuición, a la fe interna que proviene del trabajo, el esfuerzo y los logros concretados en el camino y no sólo por el  placer en la consecución de la meta u objetivo. Un manual de instrucciones para este tipo de personas, es como una suerte de chaleco salvavidas, como si fuese un directorio en donde existen comodines permanente a quienes llamar en caso de emergencia... otras personas que responderán por ellas y los acercarán al modo de resolver los conflictos derivados de la ignorancia, del no saber qué hacer en casos en que todo aparece como como surreal justamente porque se les compele a desplegar actitudes que bajo otras circunstancias nunca habrían desplegado. Ya sea A), B), C) o D), la instrucción dada aparece como un alivio, como mla directriz correcta porque la inmensa mkayoría habría hecho exacatamente lo mismo; nada para censurar, nada para colocar de relieve, siempre acotado, siempre conteste a la masa, siempre definido conformo a lo que te es impuesto porque tú sólo, no eres capaz de autodeterminarte en razón de la fe y la intuición.

Yo sólo sé qué es morir en el intento y haber vislumbrado el borde del sueño concretado, es harto regalo para mi. Jamás lo leí y no por soberbia digo que jamás lo he consultado, lo digo por convicción.

Agradezco por:
Respirar
Oir
Ver
Degustar
Tocar
Emprender
No temer
Luchar
Vibrar
Llorar y Reír
Sudar
Creer
Saber y,
Escribir, escribir hasta que me dolió la mano.



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