COLUMNA: Por fin es viernes. HOY: ¡Good Friends! D. D. Olmedo. Segunda de Mayo/2017.

COLUMNA: Por fin es viernes.HOY: ¡Good Friends!
D. D. Olmedo. Segunda de Mayo/2017.
En una semana, me junté con #máximas amigas y #máximo amigo, El jueves con una y ayer sábado, con la otra y antes de eso, con Rodrigo… Experimento una profunda alegría con los tres, me siento identificada en diversos aspectos con ellas y con él y he comprendido que la verdadera amistad consiste en eso, en entenderse más allá de las diferencias, quererse, apañarse, cuidarse, respetarse; estar para el otro (aunque a veces sea a medias por la razón que sea).
Los amigos son la familia que elegimos (vieja frase, en todo caso) y a falta de lazos sanguíneos, nuestras elecciones en amistad pueden salvarte la vida (literal y eufemísticamente); atrás para mí quedó la época en que solía ofenderme por poco y sancionar al agresor con la indiferencia máxima: extirpación. Yo creo que al crecer y madurar verdaderamente, te vuelves más agradecido y comprendes que no todos van avanzar contigo y que no todos considerarán seguirte en la dirección que vas. Con el tiempo uno también deja de seguir, de insistir y acepta el devenir de la vida como lo que es: un DE-VENIR. Nadie sabe lo que sucederá. Ya no juzgo a quien no me llama, a quien dice que lo hará y no lo hace, al que se fue sin ser echado y al eterno ser humano que ejecuta a diestra y siniestra, la buena crianza, pero en realidad no se “involucra” en nada. Tuve que entender que mucha gente se quedó en el camino pues no aceptó cómo acabé siendo y cómo fue que ellos me veían.
De una vez por todas, tuve que asumir que mis desórdenes emocionales no se debían a la traicionera tiroides, pues extirpada esta, la angustia continúo y la tristeza se encriptó en un lugar desde el cual es complicado extraerla. Entonces, tuve que aceptarme así, deficiente de equilibrio e inclinada a los desórdenes que me acompañarán el resto de la vida. Lo sorpresivo para mí, descubrir en medio del caos la existencia de estas personas fieles, leales, tolerantes y comprensivas por sobre la media, generosas y contenedoras muy a pesar de la precariedad que mi amistad reviste en determinados ciclos o períodos. Es verdad que mucha gente quedó en el camino, sin embargo, necesitaba asumirme así: TAL Y COMO SOY. Escapar de uno mismo sumergiéndose en una que no se es, es muy muy muy agotador y a la larga, destruye la voluntad, porque te vas definitivamente hasta el fondo. No sé si se pueda regresar de ese lugar… La periferia del Derecho afectó profundamente mi vida, no por su contenido (o sí, a veces) sino por la tipología de personas que suelen ejercerlo, manipularlo o derechamente, destruirlo. No me la pude no más. No al menos en esta etapa de mi vida.
Conocerse no es asunto accesorio. Conocerse debería ser un hábito, un deber, una obligación, casi asignatura. Si lo miramos bajo el catálogo de eficiencia, el hecho de que cada ser humano supiera quién es, ahorraría un sin número de inconvenientes o problemas asociados al síndrome del sonámbulo… es decir, ¿no disminuiría el dolor de la persona saber que padece una anomalía orgánica? Por supuesto que sí. Cada persona necesita conocerse, explorar las razones de su malestar y no esperar a que el cuerpo les pase la cuenta con un remezón (En este país, un 66% de la población cree que aceptar la depresión es propio de flojos).
Aunque traté de figurarme un falso equilibrio, no me quedó más remedio que asumir, procesar e incorporar las angustias, dramas existenciales, demonios y trastornos a la vida diaria; medicada o no, tengo la conciencia que antes quitaba de mi vista por vergüenza, por rabia o por desgaste de material asumiendo que el resto tenía razón en criticarme por cómo yo era; dejar todo a la mitad. Pero eso se terminó. Nadie puede decirte cómo eres y el darse cuenta de cómo se es sólo depende de la persona que necesita entenderlo (de uno, de mí). Lamentablemente, el sistema nos azota de tal forma que, al comienzo, pasamos una eternidad dormidos asumiendo que la vida elegida es la única y correcta, pues se encuentra en concordancia con lo realizado por el resto del rebaño. No te desmarcas, No alucinas con nada adicional, se no ha vetado para resignificar las elecciones anteriores. He ahí el ser resignado a su suerte, obediente de sus propias circunstancias.
El conocernos más o menos depende mucho de cómo nos han formado, de las experiencias que nos marcan, de la gente con la que nos hemos relacionado y vinculado, con el diario vivir y sus momentos. Con el de todo. Y también, con el ser sinceros frente al espejo, darnos cuenta sobre las cosas y situaciones que nos rodean y el cómo éstas nos afectan (o no nos debiesen afectar). Conocerse es jodido, pero más jodido es vegetarse, entregarse, resignarse.
Pasado cierto tiempo, conocerse bien depura la teoría de que la vida es una completa mierda. Surge, entonces como contrapartida, aspectos de lucidez insospechados. No es que cambiar de oficio vaya a arreglarte la vida, obvio que no, pero tener claro que no puedes seguir como estabas, es otra cosa. Y otra cosa, realmente lo es. Otra cosa es lograr definir que cuestiones no puedes realizar, qué necesitas para sentirte bien contigo mismo, desde el propósito, las herramientas, el lugar hacia dónde quieres caminar, etc. La gente buena que está cerquita, lo ve incluso más claro que uno mismo, porque obviamente el perdido, necesita encontrarse. Y por eso estos amigos son de los buenos.
Recomiendo leer más que la… Caminar, andar en bicicleta, irse a una plaza con música de fondo, abrir la cabeza justo cuando se conecta con la naturaleza. Hace mejor de lo que se piensa. Cuando baja el estrés de haber ido casi cuatro años en contra de la corriente (lo comprendí cuando mi última jefa hace un mes me tildó de “salmón”), comienza otra etapa, es como un período de luminosidad, de brillantez mental en donde lo que se necesita para estar mejor es mínimo: hay que rodearse de gente que nos quiera bien, de personas que nos aceptan tal y como somos, de gente que es genuina en sus afectos, que te tira para arriba, que te ha apoyado en las buenas y en las malas y que cree en ti a pesar de todas las circunstancias en contra. Hay que estar con seres humanos honestos que te contagian de sus virtudes, que te regalan sonrisas y abrazos a pesar de sus propios dolores y limitaciones, hay que llenarse del amor leal de tus verdaderos amigos. Y hay que retribuirles ese amor, luchando, saliendo adelante. El que puede lo más, también puede con todo lo que venga. Pero no hay que chantarse, no hay que dejarse vencer.
Cuando uno se entrega, la vida no existe más; la ficción del miedo no puede vencernos ni decirnos cuándo dejar de pelear.

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