El aullido de todas las noches...
Algunas personas pasan por
nuestra vida sin pena ni gloria. Cuántas veces hemos escuchado lo mismo… Yo
agregaría que un montón, que sin embargo esas manchas borrosas del kardex temporal
en nuestros ojos, no son del todo inútiles o inoficiosas, que no se pierden tan
irremediable como se sospecha. Pienso que en alguna parte, cualquier milisegundo
está ahí para resonar luego, definirse después al sintonizar con su hábitat natural:
Bendita oportunidad de ver, de entender, de resolver conectando lo que alguna
vez, estuvo suelto.
Otras en cambio, arrastran algo
consigo. Al comienzo, el síntoma es raro; ay de mi, campeona de la
nomenclatura, perdida sin poder darles una posición… la peculiaridad cobra la
forma de lo extinto, de lo que está, por debajo, sepultado, ajeno a la cotidianeidad.
Así es el muchacho, revoltijo de
emociones con un mentó asolado, siniestro sin reclamar, pena latente que
deambula por la ciudad queriendo comerse su ira, a bordo de su propio tranvía
llamado, deseo… Pero su carro desafina, descarrila, va a parar a cualquier
parte, no le cuesta sobreponerse porque es lo que quiere, que le atropellen,
que lo lancen por los aires, que las tripas le cuelguen hacia afuera, sin poder
soportar o entender que la gente luego solo le pregunte: ¿Cómo es posible que
estés vivo?
Yo escucho a los Beastie Boy’s y
me lo imagino en un trance visionario. Quiero aplicarme, adelantarme incluso,
pero eso es imposible. Parece ser que no hay por donde asirse, entiendo que no
se puede. Y además, no quiero meterme de revés, aunque él crea que nosotros
hacemos todo lo que él pide.
Pero hay tantas formas y maneras
de entenderse con los lobos, no solo, temiéndoles o aceptando que ellos, no pueden
temernos… Puedes, por ejemplo, dejarles comida (para el alma… por cierto) y
ellos siempre sabrán dónde encontrarla. No les digas nada, no des instrucciones
perentorias, no te metas donde no te llaman, ¡Déjalos! A ellos les gusta así,
perdón, ellos lo vivencian así; está en su naturaleza. Ellos aúllan a la luna.
Déjalos que aúllen su sentir, déjalos que desquiten su pena. Y luego, ten
paciencia, ten fe. Puede que tal vez, regresen por algo más, pero no del más al
que las estructuras nos acostumbraron, sino al más del Lobo solitario, que
regresa para que lo acaricies, para que le des ternura, para que lo mires fijo
sin detenerte demasiado… y luego, suéltalo y no preguntes cuándo volverá a
venir.
Calmo mi ansia de ti, aprieto los
dientes pues sé que has de aullar todas las noches, esté o no esté, sea quien
sea que te surta de alimento, perdida la suerte de quien juega tu juego creyendo
que puede vencer… No se ve a través de sus ojos, es justo lo que él no quiere,
es justo lo que él necesita que le des, no quiere tu resignación, ni siquiera
se pregunta si necesita algo de ti, de tu ser, porque él solo avanza, avanza
solo.
Algunas personas pasan por nuestra vida sin
pena ni gloria.
No él.
Comentarios
Publicar un comentario