Espíritu vintage...




Había olvidado lo bien que se siente una fracción del pasado... Había olvidado lo increíblemente bien que se siente, agradecerle, verlo de frente y entender que ya no debes ajustar cuentas con el. Es muy, pero muy bueno descubrir que todo, es claro y simple...

Hace algunos años atrás yo era the real girl vintage way... y era inmensamente feliz. Lo sé porque cada vez que me lo recuerdan, es como si hubiera despertado de un largo sueño y en el presente, tuviese tan claro lo que soy. Tengo tan claro que me marchare pronto, lo ´se tanto en mi corazón que ya hasta me parece sano y sensato, aceptarlo sin lamentarme de todo. Tengo la sensación de que Dios me ha hecho un gran regalo, me ha bonificado tiempo extra, me ha dicho: hey, loca de atar, resuelve el misterio, acá te van unas pistas... ¡Ja! Y son buenas las señas. Es entretenido comprender que hacia el final del camino, todo se ve tan claro y sencillo.

A veces me pongo a pensar cómo una chica me, logró todo eso, cómo el ingenio llevó mi ser a construir una extensión tan perfecta del yo, y al verlo desde el ahora, sólo me respondo que fue la mano de Dios, la visión que coloca delante de nosotros para usarlo  aquello dado: Libre albedrío. Recuerdo nunca haber mirado demasiado rato hacia los costados, no lo necesitaba, era como caminar a través de calles vacías en donde todo lo que miraba, sólo existía para mis ojos. La mejor parte pasaba en no pretender nada, nunca sometí a nadie, no intentaba convencer, ni ser oída, me bastaba con sentir un pulso tan rebelde y parecido al golpear de las olas, cuando revientas anchas y furiosas... y era una sensación espectacular. Volver a experimentar estos recuerdos a través del pasaje de una conversación, reeditó lo que yo solía llamar: Pasión, locura, libertad, ser creativo genuino, ser voluntad, ser disposición...

Después de mucho tiempo de caminar con mi alma torcida, logré enderezarla un poco... y aparecí en aquel escenario simplemente porque sucedió. Nunca fui una chica avezada en las lides de la moda y sin embargo, entendía con suficiencia arrolladora, qué quedaba con qué. Entendía códigos silenciosos de quienes caminan asegurado en su plataforma de oro, tanto en la fluidez de su paso, como en el disfraz de la arrogancia, sin un ápice lo que para mi era esencial. Todo eso, se me hacía natural y nunca lo usé como método de artificialidades sino todo lo contrario. Quería que mujeres olvidadas de sí mismas, se volvieran lo suficientemente valientes como para no temer situarse frente al espejo y si bien es cierto, muchas paredes y percheros en parte significaban extensión de mi mente, también estaba todo lo demás: mi ser social, lo creativo, el darse hacia los demás pues sentía y creía que en ello existía propósito. 

Pienso en toda esa época de oro y a la pregunta de Claudia en el día de ayer, diría que no me arrepiento de nada, ¿cómo podría arrepentirme de vivir siempre en la cresta de la ola? Imposible, ese era mi hábitat natural, todo fluía, como cuando me hundo en el agua y nado por el carril sin que me importe nada más, avanzando con los ojos cerrados, sintiendo el roce del agua fría... Ese tiempo mejor, no excluye todos los otros tiempos, iguales de perfectos en su dimensión; retraté la singularidad de mis ideas de una manera que hoy, no reconozco... que evoco para poder respirar, para continuar sobre lo que no entiendo demasiado y me rebelo seguido, pero convencida de que hay un behind de scenes... Ser la mar de vintage, peinarme con desenfado, usar la ropa que me daba la gana, caminar todos los días de esa vida una ruta diferente, y estar conmigo, nunca pensarse que estaba sola. Es cierto, vivir esa vida me exilió de otras cosas. Dejar de ser correcta, vivir en el anonimato, deslastrarse de pesos corporativos que franqueaban bien mis gastos, bajarme de los tacones leguleyos, re significar el valor de la equidad, y hacer justicia conmigo misma antes que con nadie y por lo tanto, desabotonarse la blusa, olvidar que era parte de un todo y hacer una ruta distinta. Los entremedio se volvieron razones equidistantes entre el yo que resulté y las otras personas a las que había amado, empecé a soñar con episodios singulares que nadie comprendía muy bien, rebané partes de mi cuerpo (siempre alguien te arranca un trozo de piel)... todo lucía sobre natural e incluso bizarro. Pero lo interesante de todo aquello es que era de verdad. No había un guión ni tampoco, productor ejecutivo... De pronto me vi sosteniendo algo que había crecido como un monstruo gigante, y entonces dejó de ser para lo que había nacido.

A veces pienso que nacimos para degenerarnos...
A veces creo que no somos inmunes a la debacle...
A veces siento que no podemos vivir sin el impacto del choque...

Montones de oportunidades estuve a punto de tocar el cielo; una sonrisa, la expresión en el rostro de alguien que había descubierto que sus senos, eran hermosos, que sus piernas eran más largas de lo que pensaba, que las canas no le venían mal y que la barriga, incluso, era parte de su atractivo. Había días en que mi corazón se repletaba de amor, de una sensación que no se reproduce dos veces igual, encontraba vida en todas partes, hallaba peculiaridad y eso me volvía una mejor persona...

Todas esas veces supe para qué había venido al mundo tal y como lo conocemos...

Soy inmensamente feliz por haber sido testigo de tanto amor, de tanta alegría, momentos y oportunidades que me pulieron, sensaciones y matices que me transformaron. ¿Cómo podría no serlo?

Sin embargo. A la pregunta siguiente debo añadir: 
¡No lo sé! 
¡No tengo la más mínima idea!

No sé de qué se trata lo que está delante de mi.

No sé si necesito ser vintage otra vez, si necesito de una rol o de una etiqueta. Hay días que enfundo mi cuerpo con el rojo vestido favorito y me vuelvo capaz de incendiar Santiago, siento que aplasto las calles con mi paso de plomo y me juro poderosa. Más no sé si eso basta para regresar, para conducir a otros y decirles lo que les va; si algo aprendí durante los años de duelo es que nadie sabe lo que ocurrirá, puedes armarte hasta los dientes y aún así, no lo sabrás, no te sirve, no es suficiente para nadar o para avanzar en direcciones que antes ya fracasaron. Siento que se requiere más, que hay ganas de sumergirse, pero se necesita más. Ya no se sabe tanto cómo hacerlo. Cómo ir más allá. Debe ser que la odiosa costumbre de llorar, de retenerse, de ir siempre contra el muro, nos adiestra también para mal.

Le explicaría a Claudia la pila de razones por las cuales no debería saltar, le diría que cuando te apasionas por algo, también se pasa mal pues en este país el genio y talento, se tortura. Hay gente que todavía piensa que ser libre (no tener empleador), es un verdadero pecado... Creo que en honor a la odiosa realidad imperante, podría sacar mi chip de abogado y anestesiarla antes de que se demasiado tarde. Pero, entonces, no sería yo, sería cualquier otra mujer cobarde, y ya pasó demasiado tiempo habituada y empeñada en serlo a pesar de cómo rugía mi don. Entonces, estimada Claudia (qué loco que además, te llames así...), lo que siento hacer es decir que te lances con todo, que hagas lo que te nazca hacer sin permitirle a nadie decir y hacer lo contrario, ve por cada detalle, sigue tu instinto, construye algo personal, sé una con el asunto y fúndete en todo lo que te pase por la mente... no pierdas un solo minuto más en reglas, en ortodoxia, en protocolos que lo único que hacen es construir muros a nuestro alrededor... 

Claudia: ¡La vida es tan corta!

Yo te diría que la vida es aquí y ahora, que mañana todo puede ser diferente. Te diría que las cosas suceden para algo y contadas personas se cuestionan cuando el silencio atonta, cuando la vida aplana nuestro corazón.

Y sólo permítete cuestionar los tiempos, el equilibrio en el cómo distribuirás tus amores, que la pasión lo revuelva todo, que desordene, hágase todo un incendio con la locura que vas a emprender (porque sé, y lo harás), sin peros que te inunden y solo con equilibrio en el dónde vas a colocarte. 

Cuando escucho esta canción siempre pienso en que así debería ser la vida que está por acometerse; va piola, va como tranquila en su ruta, y de repente, comienza a estremecerse, empieza a deslizarse dentro de uno una razón distinta a todas las otras razones y crece, se enciende hasta hacerse más grande, y evoluciona... Si no, ya para qué...

Usa la cabeza para medir, pero usa el corazón para arriesgarte.

cest la vie...



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