¿LIDERAZGO ADAPTATIVO? ¡JA!



Oye, nunca fui buena para la poesía, te lo juro. Nunca. De hecho, José Luis Flores (autor de Caliope y Alicia, La Niña vampiro y últimamente, Las bestias) hasta me regaló su primer Librito, un compendio de poemas escritos a su novia de aquél entonces, y me dije: Yo nunca voy a escribir algo como esto ¿quién escribe esta clase de cursilerías?, puede que hasta llegue a escriba sobre otras cosas. Pero poesía, seguramente no. Para que veas cómo es la vida, te escribí un poema y así corto el cuento, el escupo me cayó encima…
Tengo la sensación que ha pasado muchísimo tiempo, que te fuiste de viaje. Espero a que el clima mejore y vivimos décadas hacia atrás (al menos, un par), debido a ello, no contamos con una maldita y sofisticada tecnología que nos permita, engañarnos… No importa, me impongo la creencia que estás lejos sólo a cuenta de una pesada consultoría, te han demandado otros horarios, otras obligaciones y como gran precursor del liderazgo adaptativo, no contravienes la adversidad de tus actuales circunstancias. Te fuiste porque a pesar de algunos breves desvaríos, eres un tipo razonado, cumplido, enmarcado y acotado a lo que la organización de la vida te demanda. Sé que estuviste tentado a quedarte, que la brevedad de la conexión te hizo sucumbir fugazmente, que quizá imaginaste cierta prolongación de esa imaginería, que al igual que yo, tal vez soñaste poder hacerte de compañía: una inflexión dentro de tanta soledad… Pero, la verdad es que vivimos dentro de la parte más estrecha del cono de un embudo, y la posibilidad de escaparnos es de uno en un millón. Aún así, te escribí un poema,  retazo de historia anacrónica que se transformó en un algo que necesito rescatar, me recordó sustancia de humanidad (cambia “hombre”, por “humanidad”) y me alegró no sabes cuánto…
Me enamoró la situación y te descubrí realmente una vez  que te marchaste; ¿quién dijo que la necesariedad cronológica vuelve indeleble la cicatriz? Al comienzo, imputé la clásica secuela estrambótica de toda mi vida (una charla tediosa sobre las carencias y los post-traumas…). Pero, Don Héctor Lira (o como quiera y te llames), hoy y sólo hoy, escribiré que extraño mucho el concepto que hilaste… Y te extrañé. Recordé esa brevedad en que al despertar, acusaba recibo mental de que a algunos metros de distancia, vivía x, x asociado a mi historia, x que podía liarse con y…

Continúas de viaje y yo, prosigo aguardando suceda algo, cualquier cosa; la casualidad de mi vida o qué se yo... Comento a mi mente que al regresar, te sentarás frente a tu ordenador y cumplirás la promesa de enviarme alguno de tus poemas, cuotas de realidad que, según sé, hilaste a partir de las cotidianeidades, de las manías de la gente neurasténica, del incompleto de las personas y yo, infiero, de las torturas de la vida que hayan consuelo en la reflexión solitaria…
Quiero caminar por Bilbao, toparte de repente sin previo aviso, no entender que ya regresaste, que estás entre rutinas, olvidando y avanzando. Pero quiero caminar por esas avenidas, a ver si el viento te trae de vuelta, a ver si la pretensión de los 5 km, te coloca cerca de mi circuito…
A ratos, quiero seguir encontrándome contigo, aunque sea a través de una inútil fantasía profana.
Quizás, incluso no demandes olvido, tal vez ni siquiera haces una pausa para meditar sobre los garabatos de paréntesis, a lo mejor, ni siquiera hay medio tránsito, ni lo hubo…

Pero qué habrá, si no hay un atrás. Sin la confusión de Eliza, y su muerte en el whataspp??? No hay nada de cierto entremedio de tus líneas; no hay lobo estepario, no hay pellizco de olas… ¿Qué supone deba hacer? ¿Conformarme con que no fue nada? ¿Treta? ¿Salida de madre? ¿Sujeción lunar o la estela de mercurio retrógrado? Yo solo sé que te extraño un montón, que te encontré después de que ya te habías marchado… ¿Qué se hace con la espina clavada en el costado? ¿No saber, no entender, hacer de cuentas que el trance solo fue mío?
¿Qué ocurre con el permiso para errar y deslizar que el post-traumático nos ha causado un enorme daño?

¿Qué tan adaptativo es tu discurso, Héctor?

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