Mi faro!!!
Estoy
extraviada. Han de ser las dos de la tarde y,
creo llevar
horas caminando por el desierto. Llego
a la dirección dada, quito mi chasquilla de la
frente, y
pienso es esas
frases lapidarias, en tu sexo ardiendo
y rugiendo sobre
otra cama. Entonces me digo que
ya no importa
nada, porque para llegar a ti, tuve
que dejar a
todos mis fantasmas y qué, qué acabó
siendo:
Silencio.
El tipo, con kilos
de más a su caricatura enviada,
abre sus pepas
inmensas…
Se por su mirada
que está anonadado, no he
utilizado
recurso alguno; pantalón de buzo, camiseta,
Me he quitado
los calzones para que sea rápido… lo
suficientemente
rápido para matarme de golpe…
Pero el gueón se
pone hablador, quiere meterme
conversa y a mí
me sudan las manos… Lo miro fijo,
Le pregunto si
va a tirar o no, que lo hagamos ya,
de una vez… y
rápido…
Pienso que por
sus reacciones, no se la cree. Pienso
Que a decir
verdad, se siente humillado, se da cuenta
de todas las
otras veces que ha hecho lo mismo con
tantas mujeres,
a las que mira, pero no logra ver,
preso de su
tiranía machista, sin retórica y sin argumento…
Me pregunta si
quiero ducharme o algo así, huelo mi
axila, y me
apesta como un demonio. ¿Qué importa?
Lo vengo
diciendo hace un rato: No importa nada…
Lo miro un
momento, y él se me viene encima con
algo que
recuerdo como intento de amago… Invento
que tengo una caríe
maldita y que no suelo besar, me
dice que
entonces lo bese abajo… Lo miro, quiero
arrodillarme,
someterme para llegar mucho más profundo
aún… pero no
puedo porque un segundo antes, rompo
en llanto.
Y acá pasa lo
sorprendente, esas cosas que no
Sabes que
todavía, suceden. Se fue directo hacia
Mi mentón, y lo
cogió delicado. Veo que la palma
De su mano, se
extiende hacia mí, que su mano me
Recoge. Luego
siguió el resto de mi cuerpo al que
Ayudó a
reincorporarse, luego vino su abrazo fuerte,
Apretado, sin
erecciones entremedio, sin tensión,
sin peticiones
entre dientes…
No pasa nada
mujer. ¡Un mal día lo tiene cualquiera!
¿Necesitas algo?
¿Quieres que te
preparé un té?
Y entonces me
quedé viéndole, mi rostro se iluminó
Como se te
ilumina la cara porque escuchaste lo que
Ya no pedías. Me
entró la risa, combinaba bien con
un llanto
entrecortado, agónico y desesperado y el
fulano me agarra
fuerte la mano: Llora Mujer, llora
no te contengas…
Y lloré, lloré
como no lloraba hacía años. Lloré por
Todas las
cuestiones siniestras que me han pasado,
Lloré por ti,
porque no sabes cómo hacerlo, y lloré
Por un universo
sarcástico, incisivo, demente…
Lloré porque
todo versa sobre el amor.
Tras un largo
momento en silencio, el fulano me
acerca el vaso
con agua, coloca miel en un tazón
amarillo, quita
la bolsita triangular que huele a
mandarinas y me
mira sereno, confiado: ¡No todos
somos unos
desgraciados mujer! No todos.
Me llamo
Gabriel: ¡Un susto!
Los restantes
quince minutos en ese sitio, me los
pasé pidiendo
disculpas. Me dijo que nada de eso
era necesario,
que a veces, no era culpa de nadie y
que las
respuestas muchas veces estaban justo en
frente de
nuestras narices… Le di las gracias, le dije
que no volvería
a hablarlo por razones obvias y me
fui…
Y parece que el
tipo tenía más razón que cualquiera
otra persona en ese
momento. Yo caminaba por una
calle
cualquiera, desorientada y choqueada aún y me
entra un mensaje
en el celular: ¿Vas bien? Me apunta
Gabriel… Y
entonces lo supe, entonces recordé que
nuestra vez, no
fue en vano, que a pesar de no haber
cogido mi mano,
que a pesar de ser infielmente de ella,
escribiste:
¿Llegaste bien?
He ahí un hilo
de luz, un hilo de verdad.
¿Cómo no lo ví?
Puede que no
seas tú el ciego sino yo, la
Que no sabe ver,
ni leer, ni entender…
Pueda que sea yo
la única cobarde.
¡Te extraño!
Quiero abrazarte
fuerte.
aunque ames a
otra, aunque
pienses todo el
tiempo, solo
en ella…
¡Venga Valiente!
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