21 de mayo de 2014 a la(s) 18:06 COLUMNA: Por fin es viernes… HOY: Corazón Disléxico. D.D.Olmedo. Columna pendiente fechada
Si quieres algo, pídelo
Si necesitas algo, prodígatelo
Si intuyes algo, óyelo
Si ves debajo del agua… entonces acude al oculista.
Allá abajo siempre se ve borroso.
(D.D.Olmedo, en: Generación de Plástico).-
Hace mucho tiempo atrás, varios años para ser precisa, de rebote encontré en una góndola olvidada, la primera Novela de Luis Emilio Guzmán: Corazón Disléxico. Fue tanto el impacto que esa obra causó en mí, que tuve que regresar a la librería para comprar 20 ejemplares más y obsequiárselos con urgencia a varios de mis amigos (sólo machos solteros y empedernidos).
Digamos que en cierta forma, inicié sin querer una especie de cruzada en la que personas muy entrañables para mí, dieran un vistazo urgente dentro de su propia cabeza (corazón). En algunos casos fue provechoso, en otros, me llegaron mensajes de vuelta con ciertos improperios y consignas varias… ¡Ja!
Luca, es un tipo ensimismado, enrabiado de cierta manera con la suerte, perteneciente a una generación en donde los sinsabores marcaron el trazado de los eventos futuros, un tipo enajenado con la idea de escabullirse de los compromisos, pero más allá, empecinado con la idea de desacreditar los jucios y decisiones ajenas… Debo añadir que realmente es un personaje muy bien logrado, una especie de radiografía del hombre chileno en determinada época de nuestra historia…
El asunto mes que esos párrafos se me quedaron atrapados en la retina, yo siempre pensé que un tipo como Lucas era demasiado disfuncional para que tuviese remedio químico, un gallo como ese debía pasar por el desierto de Sahara para poder encontrarse consigo mismo y darse la oportunidad de ceder ante su propio coraje y desazón.
El asunto es que ante el devenir de los años, me fui topando con muchos Luca Mújica, varios Esteban y Jorge (amigos inseparables del protagonista), de esos personajes de antología respecto de los cuales posee harta información y alguna vez te ha sacudido la idea de enarbolar segmentos con sus devenires…
La novela a la cual hago referencia, fue bastante vapuleada en su oportunidad (la crítica respecto de los errores ortográficos y supuestamente, cero recreaciones de climas literarios). Sin embargo, dentro de un circuito más underground, fue un preciado tesoro, más allá de las temáticas formateadas al alero de la “edad de la razón”, esto es, adentrarse a los treinta y tantos (por cuanto la novela narra la historia de unos ex compañeros de colegio privado que van a reunirse en un jornada de ex compañeros tras diez años de haber dejado la secundaria), en donde revisitan sus dolencias, temores y trancas de antaño, reversionando el prisma con que justifican sus acciones y razones presentes…
Los que juzgaron la Novela de Guzmán, no entendieron nada de la metáfora ortográfica, primer asunto. Segundo, quien hace descargos intelectualoides ante una historia de amor, entonces debe conseguirse una vida con menos amargura… Lo que rescato de aquella Novela, es justamente esa cosa básica y casi pueril contada desde la mirada de un agobiado tipo que no tiene la más puta idea sobre qué hacer con las emociones que experimenta y ante las cuales se rebela permanentemente, ya por medio del sabotaje, ya por medio de una feroz ambigüedad que termina desafiando las paredes emocionales de Catalina.
¿Quién no se ha visto envuelto en una nebulosa a consecuencia de lo que siente?
No creo que la sala esté vacía en este sentido. Al contrario.
Pero en la vida, tal y como se presenta, muy pocas personas son capaces de reconocerse como disléxicas. Quién podría admitir de buenas a primeras que en sus cabezas habite una discrepancia entre potencial de aprendizaje y nivel de rendimiento en ellos. O lo que es más simple, llevado a términos psicológicos, quién sería capaz de señalarse a sí mismo como inválido emocional, es decir, al que le cuesta actuar de acuerdo con una inteligencia emocional-afectiva y demostrar en sus acciones el potencial de su desarrollo, sus capacidades emotivas, etc.
Pero la culpa de este entredicho, no es del sujeto mismo, sino de su miedo a mostrarse tal y cual es ante el otro o ante los demás. Quedar expuesto sigue siendo, el terror nocturno más profundo en los hombres, cualquiera sea su edad y este es un asunto de deformación social, dadas las imposiciones que recaen en los machos de esta sociedad.
Técnicamente la dislexia impide la comprensión en la lectura y por error, suele aplicarse a la correcta escritura (pero en ese caso es digrafía). Si llevo esto a la metáfora de Guzmán, entonces tendría que inferir que el tipo no tenía un corazón capaz de entender el lenguaje del amor, razón que me lleva a la reflexión inicial de haberme topado con demasiados Luca en mi vida…
No les diré cómo Luca resuelve su dislexia emocional, esa es tarea para la casa, pero sí les puedo hacer una observación sobre el miedo que paraliza a la gente en cuanto a sus emociones. Creo que muchos de nuestros amigos, los machos, están pasando por una épca en donde casi todos se les refuta, si lo hacen bien, o mal, si están capacitados para empreder algo o no, que su lado fememnino se le s desarrolló más o qué se yo… Harta mala onda que se les ha tirado encima últimamente, pero presumo que esto no es gratis. Hombres y mujeres hemos incurrido en el mismo histórico error: No comunicarnos.
El gran responsable de la incomprensión lineal es justamente mantener discursos solapados sobre lo que sentimos, no ser claros ni transparentes, pretender llegar al otro mediante estrategias, hacer de cuentas que el otro debe descifrarnos porque simplemente se nos antoja, sucumbir ante la arrogancia, el orgullo y esa cantidad enorme de malos entendidos por pura especulación…
Las emociones no pueden suplirse ni fingir que no nos pasa nada ante un evento, situación o circunstancia en que el otro nos hace sentir mal, consciente o no… Pero menos útil resulta enrollarse en un ovillo y cerrar los ojos o taparse los oídos. Eso no resuelve nada…
Manifestarse y pararse sobre nuestros sentimientos y emociones sin miedo, es algo difícil hoy en día donde todo es rápido y depende de expectativas… la frustración nos persigue de cerca para viciarnos con su mala onda y lo que queda al final del día es la sensación de soledad y de violencia; siempre hay gente que gusta de endosar las responsabilidades creyendo que eso hará menos insufrible el malestar.
A Luca le costó un montón sincerarse consigo mismo, exhibir su fragilidad le hacía creer que los demás podrían arrastrarlo hacia un abismo; mostrar su esencia implicaba desnudarse y asumir un riesgo, reconocer que era un crío testarudo y obstinado una misión imposible para Catalina, y que admitir que necesitaba de lo mismo que todos los demás y por lo que vale la pena crecer y vivir, una tortura china a la que no le sería fácil rendirse.
Pero era un hecho.
Nadie puede vencer al deseo de enamorarse.
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