COLUMNA: Concierto sobre arenas movedizas... D.D.OLMEDO. 23-203-2018



Mi abuela materna, María Teresa, padeció hasta el último de sus días un raro síndrome que nunca tuvo diagnóstico exacto... Recuerdo gráfico las no pocas oportunidades en que me la encontré vagando por la calle, desorientada, descalza, con una greña del terror y unas ojeras delatadoras de su peculiar forma de vida, una que experimentaba bajo el filo de los zombies pues estoy segura debió haber muerto mucho antes de lo apuntado en su acta de defunción; alrededor de los 30 o 33 años. Todo lo demás fue un delta que ella no pidió, impuesto protocolarmente porque así se estilaba en aquel entonces. Aún continúan haciéndonoslo…
Extraigo de mi memoria un día sobre el particular en que tras una pelea epistolar entre ella y una de tía, la María salió gritando por el corredor de una pequeña vivienda en localidad de La Calera (Quinta Región)… enajenada, en camisón largo, recitando que “personas de las paredes estaban oyendo y que nada quedaba oculto, ni siquiera sus pensamientos…” Pero a la media hora siguiente, estaba echada sobre el pasto del jardín, fumando, cantando, diciendo que el cielo estaba abierto y que la magia del sol la tele transportaba hacia otras dimensiones…
Yo, yo era súper chica e impresionable, tanto que a mis 45 años continúo acordándome del suceso: … Nada queda oculto a las paredes… De hecho, cada cierto tiempo recurro a esas situaciones para desentrañar mi propio mundo, me he preguntado un buen margen de tiempo si acaso no será justo ese el problema de base. A veces, psicólogos me han dicho que creerlo, podría eventualmente, convertirlo en credo y como tal, mi cuerpo o cabeza somatizarlo. También un par de psiquiatras resolvieron ordenar ciertos estudios rebuscados y cabrones dirigidos -al parecer- a hallazgos de algún tipo de esquizofrenia o epilepsia, cuadros que jamás me detectaron. No pasó lo mismo con la bipolaridad, no como enfermedad crónica, pero si como rasgo dentro de la macro del temperamento…    
Hoy rescato estos recuerdos, trayéndolo mi pensamiento, y podría jurar que ella nunca estuvo loca. Incluso podría hasta ser que “verdaderos dementes” somos todos nosotros, el resto forzado a vivir un estándar de la vida, anestesiados con la promesa de resquicio sobre reacciones supremas que puede y jamás acontezcan. Efectivo es entonces que las paredes oigan, resoplan y cuentan acerca del eco impregnado intra-muro, lo siento de ese modo pues hay días en que no logro evitar oír lo que susurran en mi oído al levantarme… por ejemplo; un sutil resumen del día anterior, y también puede que de los otros días, días en que moriste de risa, o de tristeza, o hasta de apatía… días que te enteraste el experimento del gato de Schrödinger, sin que nunca antes tuvieses idea o conocimiento de esto. Esas huellas indelebles en las paredes de nuestro cuerpo, esclavizan a la emoción que nos produce representarlas en nuestra mente. A eso se refería mi abuela, a cómo el cuerpo, nuestras extremidades, a lo que yace atrapado en el fondo y se va volviendo sedimento de calcio emocional.
Entonces ¿De dónde proviene la distinta interpretación?
¿Qué hace que nosotros veamos dentro de una caja, paradojas de una dimensión no detectable por el ojo humano, dentro de los márgenes de tiempo que conocemos en este plano de existencia?

En la década del 35, hacia el 1900, un tal Erwin No sé cuánto (Schrödinger) se puso creativo y expuso un peculiar experimento: Visualicen a un gato dentro de una caja completamente opaca. Adentro, se instala un mecanismo que une un detector de electrones a un martillo. Debajo de éste, un frasco de vidrio cuyo interior contiene una dosis de veneno letal para el gato… Si aquel capta un electrón, el mecanismo ahí dispuesto se activa, precipitando el golpe de dicho martillo sobre el frasco en cuestión. O sea… ¿a quién podría ocurrírsele algo así y para qué objeto?
Tuve que preguntarle a un amigo a qué se dedica la mecánica cuántica… Partió la explicación diciéndome: por mucho que cueste entenderlo, un electrón puede estar en muchas partes a la vez. ¡Chan! Entonces, creo que pasó algo, puede ser que esa palabra haya causado un efecto peculiar en mi cabeza, como los botones de pánico, o los sensores naturales que se activan de cuando en cuando ante la inminencia de algo que nos perturba pero cuyo origen es indeterminado… Tal y como me pasaba cuando me enfrentaba a las crisis de mi abuela…
Al parecer, la mecánica cuántica es la parte de la física encargada de la materia, cuando está en contacto con el calor, y cómo en su aspecto más minúsculo, puede apreciar los cambios producidos. Pero lo que realmente me dejó frita es que a través de un experimento se intentase probar superposición de tiempo, como ondas que se abrazan y no, o lo que es similar, con circunstancias que pueden acontecer o no; tiempos que comulgan paralelos con distintas versiones de la realidad observada… Es decir, llevado esto a la realidad de mi recuerdo, puede que la María haya sido una loca de marca mayor, y puede que en otro mundo, en el intra-muro… capaz y no; cuerda y feliz. Y esta constante podría haberse extendido a través de los años sin lograr determinar cuál era la realidad (que para mi apela a la verdad residual, no a la construcción propia contaminada de sucesos exteriores), porque al final siempre pesa la opinión (perspectiva) que se imponga sobre lo observado.
¿Queeeé?
¿Cómo dice que dijo?
Sí. Todo esto último se lee medio raro. Pero no lo será tanto si me explayo. Puede que esta explicación salve muchos más que la mera comprensión de una Columna de Opinión cualquiera y que suelo subir los viernes a la red.

¿Qué se necesita para alterar un paradigma?
Mientras más pienso en esto, pienso que a veces una sola idea torcida puede encender una mecha. En las cuestiones minúsculas, pasa exactamente lo mismo, sólo que el efecto es incendiario, justamente por la escala medible… ¿Ve que se aclara un poco la película?
Así el asunto, puede que sea cierto y nada quede ajeno a nuestras paredes, que en la falsa creencia que todo puede darse por superado y/o anulado, en verdad solo exista un proceso de resciliencia supremo o qué sé yo… Yo creo que al final mi abuela solo se cansó y enmudeció; o bien fue lo suficientemente estoica como para dar pelea a aquellos seres alojados en el intra-muro… Si yo fuera Einstein, entonces agregaría que todo puede ser…
Pero como no lo soy, vivo la realidad propuesta por todo aquello que mis ojos contemplan e internalizan… procesado los sucesos, nuestro ser remite la información hacia el lóbulo frontal capaz de lidiar con las emociones, experiencias (sean esta buenas, malas, más o menos…) y todo el desierto florido de cuestiones que nos echan a perder la observación respecto de acontecimientos varios. No es raro entonces oír esas observaciones típicas:
Es que, se le nubló la visión…
No era realmente lo que parecía…
Pucha, a la larga, destiñó…
Era muy bueno para ser verdad…

Y tantas otras, pero nunca esta otra:
Quizá, no tuvo todos los elementos a mano, puede que en el fondo, sea un error de perspectiva…
Continuará……



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