COLUMNA: Concierto sobre arenas movedizas... (2da Parte) D.D.OLMEDO. 23-203-2018




... La respuesta es bastante más lógica de lo que pudiese estimarse. El ser humano está condicionado para repeler el peligro... Y la culpa de todo ello recae en la famosa amígdala, una suerte de almendra tirana capaz de anticiparse a infinidad de supuestos riesgos, creando diversos mecanismos de defensa sólo por lo que básicamente, tiende a inferir de observado y percibido por nuestro organismo a través sus los sentidos, sobre todo cuando se está más expuesto a lo desconocido. 

¿Absurdo?

Para nada. 

Por eso que mi abuela podía treparse en los árboles y precipitarse al suelo sin ningún tipo de temor; de seguro algo había en su amígdala que la hacía aparecer como deschavetada ante los otros, tal y como me ha sucedido a mi casi toda la vida. No en vano mi madre se hartaba de compararme con ella. Desde temprana edad escuché el mismo cántico: Pero mira cómo te le pareces haciendo las mismas payasadas (sólo porque era excéntrica en el vestir)porque, o porque detestaba la ropa interior... o porque había intentado cosas siniestras antes de cumplir los 15 años...

Pero el tema es la perspectiva, el por qué no somos capaces de decir que la gran mayoría de las veces no contamos con todos los elementos para resolver, para emitir un juicio, para determinar binariamente algo, pues es lo único a lo que nos han acostumbrado... Saber de pronto que es un escenario alterado todo podría ser completamente diferente, me deja más que frita, pero ello no aleja la sensación de que puede ser perfectamente posible... como aquella vieja peli de la Gwyneth Paltrow... esa que en que la misma vida acontecía en dos planos o tiempos. ¡Mierda! Esas cosas me dejan realmente frita entera.

¿Qué tal y si era cierto y en aquél plano en que vivía ella, las paredes la sometían, los demonios que la atormentaban eran bien reales, tanto como para convertirse en una persona completamente diferente de lo que era en su esencia serena? 

He pensado mucho en María Teresa en el último tiempo, porque tras la famosa Constelación que me hice, y pucha que me ayudó, acabé entendiendo los males enquistados en mi familia, aquel don natural para despilfarrar el cariño, para desarmar casi todo lo bueno que nos sucedía, por más empeño que colocásemos en hacer faenas diferentes... Al final era un asunto genético, pero forrado en un viacrucis emocional asociado al desamor de casi todas las mujeres de mi familia.

Fue hace pocos años que me enteré que casi no nazco dos veces. La primera, porque mi abuela se fugó con el amor de su vida, abandonando a mi abuelo después de su primer hijo (Santa Ca... así no más...). La segunda porque mi madre intentó hacerse un aborto tras saber que estaba nuevamente embarazada. (Doble Chan...). Y aunque una podría decir, chuta... la verdad es que sólo sentí alivio de saber estas cuestiones. Cuando se es la mar de cuadrada, o estructurada, hace bien conocer estas verdades, porque todo lo de atrás no tenía sentido. Entonces, por duro que suene, alivia, te proporciona una explicación razonable para tanta mala onda, para esa carga enorme en la mochila. Y de pronto, listo, te la quitas de encima y ya está. No existe más. 

Lo que no quita es el hecho que mi abuela, a pesar de todo lo que pudo decirse de ella, yo continúo admirándola; ahora creo que de haber sido puesta dentro de una caja con veneno en su interior, se la hubiese ingeniado para morir rápidamente, porque vivir condicionada a un mecanismo de represión, no estaba dentro de sus planes. El problema es que la pobre no contaba que el hombre del cual se enamoró, no tenia los mismos planes, si no una nutritiva agenda de apetencias siniestras de corta duración. A veces pienso en cómo tuvo que haberse sentido; primero decidir abandonarlo todo, irse pensando que era lo correcto, arriesgarse y toda esa parafernalica situación, dejar a un hijo atrás... etc. Y luego, luego de haberla pasado chancho, darse cuenta de que era una tele serie de tan solo 8 capítulos. Entonces, vista forzada a regresar, a la humillación de tener que pedir asilo y perdón al mismo tiempo. 

¡Qué horror! 

Yo me hubiese pegado un tiro...

Pero supongo que eran otros tiempos y la única medio María Luisa Bombal de la familia, he sido yo.

La perspectiva lo es todo. De eso no tengo dudas. Pero ¿qué sucede si el escenario te juega malas pasadas, si convives a diario con visión borrosa, si tu experiencia tiñe la observación convirtiéndola en vicio, en error, en drama constante? Claro que todo puede trastornarse. eso es un hecho. Pero de seguro existirá toda una oleada de gente que te diga que no eres una nena, que hay que hacerse cargo de ser objetivos, que esto y aquello, que hay que ser elevado, evolucionado, y blah blah blah... Cierto. 

Pero ¿qué pasa si nunca sanaste del mal ojo? Si la carga genética es lo suficientemente potente como para alojarte de por vida dentro de las paredes de un mundo completamente bizarro?

James me diría que estoy derechamente pedida (ja: lo oigo dentro de mi cabeza). Pero descontando ello, ¿por qué debe ser que opere así dentro de este plano y no como realmente creo que debo ser u operar?

Es buen tiempo para un cambio... verás, la suerte que he tenido, podría convertir a un hombre bueno, en malo... así que por favor, por favor, por favor... déjame, déjame, déjame... déjame obtener lo que quiero... esta vez...

En medio del caos, casi siempre me canto esta canción de los Smiths... porque es como la súplica de todos los tiempos, es la lucha contra aquellos demonios de siempre, los que me tuercen el corazón, los que modifican los actos, los que se llevan a su antojo todo lo bueno de determinadas siembras volviendo siempre a cero... Pero esta vez es diferente, pienso mucho en este hombre nuevo, en las ganas que tengo de abrazarlo, de que me levante por los aires aunque estemos sujetos a arenas movedizas dentro de este a veces tan injusto plano... porque se que de su mano, de su mano podría haber concierto, existiría voluntad, no importa la herencia, no importa el dolor de la raíz, y de seguro, no importarían los fantasmas o los demonios, porque hay una fuerza unificadora en el amor, porque el amor regenera, edifica y matiza ese ser nublado al que nos acostumbraron, entra por las brechas y luego se aloja como antídoto. 

Es verdad, puede ser que haya una corrosión inmensa por dentro, puede ser que las ondas hayan expandido la desgracia por todas las paredes interiores, pero es un antídoto poderoso. 

Eso es lo único que sé.
Mejor...

Es lo único que siento.






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