COLUMNA: Por fin es viernes. HOY: Costras. D. D. OLMEDO. Santiago/sábado 10/2018


En rigor, creo que he pasado toda mi vida oyendo tener una inteligencia superior al promedio y que combinado ésto con temperamento y carácter pulido en la adultez, vendría a ser algo  como tnt en su estado más puro... Y bueno, de que soy explosiva, sí... muy de acuerdo. Pero todavía no veo aquello declarado por el resto en mi persona. Es más, lo único que tengo más que claro, es que no aprendo, no aprendo, no acabo de procesar ciertas instrucciones y continúo cometiendo los mismos errores de los 15 años. No es que todo lo haga mal; soy buena en los procesos mentales y pueda que Lenin tenga razón: cuesta separar a la Ángela de sus ideas tan raras... Con el tiempo depuré la redacción, bien hecho ahí y sin embargo, no conseguí aun escribir como leo en mi cabeza, no me acerco a lo que pasa en mi mente y lo que eso  produce mientras las ideas surgen o reflexiono sobre las cosas que observo. 

Siempre quise atrapar momentos sin tener que re-escribirlos, pero mi memoria fracasa en ese empeño; si no lo apunto, tengo la sensación de que un día lo olvidaré todo y no habrá nadie quien pueda recordádmelo a través de registros que haya podido acumular a pesar del paso del tiempo. 

¿Acaso no es ello la memoria?

¿Nuestra memoria no es entonces un registro lúcido y honesto sobre cada minuto de la vida que elegimos?

¿Las palabras que intentan re-escribir ese paisaje, son acaso un montaje de tinta artificial?

Mi obsesión con la redacción proviene se ese bache: coherencia entre experiencia y pensamiento. Lo sé bastante bien. Creo que a la larga me fue transformando en una persona muy diferente de la que recuerdo entre recuadros cien por ciento reales, y eso me perturba. En mi intención de anular lo malo, el insoportable fracaso o la frustración de no entender Y determinados hechos, comencé casi a nivel inconsciente a rescribir algunos episodios, tanto así que el hecho de hacerlo, me obligó por consecuencia a maquillar los alrededores y así lograr mantener la coherencia para no enloquecer a consecuencia del dolor. Y creo que esa puntada en el pecho aumentaba en la creencia que solo yo, me comportaba de esa manera...

¿Cuánta gente es verdadera artista en el arte de editar sus historias?

Si pusiéramos verdadera atención al momento de observar a los otros, nos sorprenderíamos...

La noche de ayer asistí a una junta con gente de la oficina. Durante toda la semana tuve que oír sobre informes y avances de organización del famoso asado del área, pues en palabras de la jefatura, nunca como ahora se estaba haciendo tan bien la pega asignada. Así el asunto, avanzó la dinámica de organizar, reunir, asignar funciones casi, automáticamente en virtud de las habilidades de cada uno de nosotros, así que fui signada al equipo gourmet como era de esperarse dado a mis afanes culinarios y mi casi obsesiva sazón para casi todo lo que es salado. Juro no haberme imaginado nada. De una parte a esta ahora, algo dentro mío volvió a desconectarse respecto del asunto de los lazos, del compartir, de eso de las relaciones sanas y que apuestan por el futuro. Qué bueno que de cuando en cuando, la vida nos sorprenda tan grato, tan acertado y tengamos que hacer una reflexión hacia el final del día que. podemos estar equivocados sobre muchas cosas, sobre todo respecto a lo que nos figuramos, y no es.

¿Por qué decir que aquello es bueno?

No sé, quizás porque siento que cada vez estoy más cerca de por qué en todo lo que creí desde siempre, no estaba tan alejado de la realidad, y pese a que hoy ya no tengo tanto tiempo para regresar a ese lugar y vivir como lo hacía, tengo una corazonada de que más temprano que tarde, ya no tendrá tanta importancia tampoco, no por resignación sino porque a la larga aceptamos todo, nos damos cuenta de que podemos incorporarlo todo, que podemos hacernos cargo de todo y de mucho más. Incluso del mal habito de muchos de destrozar nuestras ilusiones a diestra y siniestra, casi como si en ello hubiera una empresa de aleccionamientos que no hemos pedido atravesar...

Yo tiendo a creer muchas cosas sobre la gente (recuerden mi exceso de ojo) y cosas por creer de "Llamémoslo C", mi jefe, no iba a ser la excepción a la regla. Desde que supe que él iría al famoso carrete, creí que en el último minuto, desertaría. Creí que era un abc1 de marca mayor, y de pronto veo cómo, una vez llegado al lugar, parte a mudarse de ropa regresando con un atuendo muy sencillo que lo convirtió en unos más del resto... Creía que no comía, por lo delgado que es, y resultó que come bastante normal como cualquiera lo haría en una actividad como esa; en verdad creí un montón de cosas sobre él, porque la forma cómo se te queda viendo fijo, observándote, perturbaba bastante. Su manera de mirar tiene una dimensión que jamás conocí antes, ahora que lo tuve tan cerca, comprendí que como maquillador, es un seco.


Avanzada la jornada, todos enfiestados y el alcohol haciendo lo suyo (por Dios que el alcohol revela la esencia del ser humano en estado salvaje), pude ver al tipo que está detrás de la máscara corporativa, del Gerente brillante y cercano a la comunidad de empleados que le rodea, un sujeto simpático y hasta un tanto lúdico que trata de desapretarse, de desordenarse (supongo que intentando salir del Olimpo y relacionarse de un modo más real; pero esta también es sólo una especulación mía...), un gayo que para variar un poco, sorprende con énfasis distintos a la hora de establecer emplazamientos con la gente que se le acerca.

Camina la hora, y la hora nunca perdona; causa estragos y nos hundimos más en los ecos de lo que verdaderamente somos, ya no hay por donde asirse, la personalidad de la que somos presa, se revela con mayor fuerza, abre la pesadilla de lo que ocultamos, las cortinas y barreras caen y aparece lo que somos, lo que realmente somos sin más.

Cualquier tipo de maquillaje o edición, desaparece...

Y "C", tampoco constituye excepción a la regla.

Lo que devino fue un hombre como tantos otros, al que la vida le ha pasado por encima y del cual mucha gente seguro y sólo se queda con un pequeño vistazo, que repara en él (más las mujeres) seguro y sólo porque es bastante atractivo, bonito de facciones y complexión... Pero, ¿cuánta gente lo ha "visto" de verdad?

Capaz y hasta el mismo haya olvidado cómo mirarse sin esa gran cantidad de maquillaje a la que se acostumbró a través del curso del tiempo...

Supongo yo que también necesitaré descubrir todo eso en mi expectativa para poder abordarlo mejor. Como se merece,

(primera parte)






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