COLUMNA: Por fin es viernes. HOY: "Del whatsapp y otras evasiones..." D.D.OLMEDO. Agosto 8/2014.-
COLUMNA: Por fin es viernes.
HOY: "Del whatsapp y otras evasiones..."
D.D.OLMEDO.
Agosto 8/2014.-
Si hace años atrás me hubieran contado que, en el futuro, un aparato tecnológico específico, diluiría la capacidad de las personas para comunicarse (entenderse), no lo habría creido. En ese entonces, años atrás, las sobre mesa del día domingo era el evento más esperado de la semana; familia, amigos, vecinos... Gente que no veías con regularidad, se asentaba contigo en el delirio de la conversa a raja pelada...
Batir la lengua hasta que las frases hiladas se transformaran en zumbido contínuo, no constituía agobio alguno sino, muy por el contrario. Sentarse en conjunto cual mesa te club, era y fue un privilegio, y no lo sabíamos... Hasta ahora, presente odioso en que, de tanto en tanto, chocamos con verdaderos "postes humanos", recordándonos cómo ha cambiado la sociedad chilena, enajenada entre pantallas y audífonos, haciéndole fintas a las miradas, obviando al contiguo, desplegando conductas que exacerban las partes más negras y egoístas de cada uno de nosotros, como si al exponer esas nuevas formas conductuales, obtuviésemos a cambio un trofeo que vale la pena alzar en señal de victoria...
Antes, bajo el formato "té club", la gente te miraba mientras se producía el saludo, se detenía el tiempo suficiente sin acelerar el vehículo, para que el acomodador alcanzara a recibir su propina en la mano y no a tientas o en el aire... no aceleraba la marcha para asustarte o desafiarte si cruzas en un lugar no habilitado. En general, en estos tiempos, las personas abandonan las palabras para darse a entender, reemplazándolas por códigos encriptados que difunden por medio de objetos o adminículos que demandan batería instantanea...
Ya porque siempre necesitemos estar en otra parte (lo que explicaría la nula ocurrencia de dosificar la marcha o ampliar la espera del estacionador) ya porque el vacío interno nos movilice a buscar una razón, tengo mi propia teoría sobre el por qué esta sociedad abandona el cara a cara y lo reemplaza por sendos chats llenos de abreviaturas, dibujos, archivos adjuntos, mala ortografía y escasa redacción...
Me reconozco como una viuda del messenger, para qué estámos con cosas y la transición hacia el skype, nunca funcionó demasiado para mi. Pero dicho esto en un contexto arbitrario; los usos que le daba a ese tipo de herramienta, escondió siempre un defecto mayúsculo en mi caso.
Creo (con más madurez y distancia) que a veces, las personas perdemos valentía, arrojo, aplomo e incluso, disposición a enfrentar la veracidad de lo cotidiano. Entonces, el chat, se abre como un placebo natural; bastante más fácil es alucinar, soñar que tu vida es diferente, entretenerse creyendo que tu personalidad puede mutar como por arte de magia y así, desviar la atención de lo realmente molesto, hediondo, feo que casi nunca queremos atender o mejorar...
No se en qué punto nos fuimos arranchando, creyendo que una larga hilera de emoticones ciertamente puede reemplazar emociones, reacciones, razgos... histrionismos. Pero el tema central es que es así, la gente anda en otra, da lo mismo si le pides a alguien que se mueva, tres o cuatro veces , no lo hará... algo mucho más interesante pulsa intermitente en una reducida pantallita de celular... eso basta para la abstracción, para enajenarse al punto tal que no queden espacios para levantar cabeza y darse cuenta de los demás... Qué decir del paisaje. A nadie parece atraerle la lluvia, los eventuales rayos de sol que poco y nada calientan en invierno... un lenguaje no verbal que comunica infinita carga anímica capaz de reponer la más útil de las baterías: la mental.
¿Hay utilidad en la digitalización? Por cierto que si.
Nadie podría desconocer la prontitud, la celeridad, la proximidad con que se presentan los "datos", "ideas", "elementos varios". Sin embargo, todo eso es sólo información que administra el intelecto. Lo que por defecto se pierde en el trasvasije es lo imortante: Una persona de carne y huesos que está detrás intentando articular algo que se desvanece si no se compone corporeamente.
Lo que para algunos entroncaba en la idea de facilitar, acabó convirtiéndose en apatía; sendos problemas quedan a la vista con estos nuevo códigos comunicacionales. Por ejemplo: A quere decir algo importante a B, para ésto recurre al whatsapp, no tiene mucho tiempo para hacerlo pero de todas formas, lo hace. En un corto lapso, difunde una postura sin mucha elaboración ni redacción, utiliza monos, símbolos y abreviaturas para "ganar tiempo", aparentemente, no quiere que algo esencial se le escape del párrafo... Pero, lo que recibe B, es un puñado de frases inentendibles, vienen con la carga mental del remitente y deben ser recepcionadas por una percepción distinta que no comprende lo recibido en forma lineal pues cae en la conjetura, la adivinación y lo que es peor, en la interpretación. Resultado, conflicto. ¿Qué fue lo que quisiste decir?
Si estoy contra un plazo, evidentemente que va a servirme tener a la mano contar con un smartphone y descargar en línea lo que me apremia corregir. Es cierto. Pero si la situación amerita mirar a los ojos para saber si lo que dijo la otra persona es lo que yo entendí, entonces la tecnología a veces entorpece la comunicación. Eso es un hecho...
¿Qué habrá querido decir?
¿Está en línea, leyó mi mensaje y no responde?
¿Pero por qué no me habla si lleva horas conectada?
¿Fotos? ¿Tuvo tiempo de subir fotos, de cambiar estado y no dice nada?
¿Qué se cree?
¿Voy a bloquearlo antes que él me bolquee a mi?
Son montones los casos que he sabido en que, las amenas charlas se vuelven campos de batalla... Sin que antes, cualquiera de las partes involucradas haga el ejercicio de apersonarar y consultar en directo la causa del mal entendido.
Ya por voracidad, ansiedad, o frustraciones personales, los teléfonos moviles se han vuelto verdaderas armas de fuego, por medio de las cuales, personas disparan a diestra y siniestra, contaminando un hábito que de suyo se entiende ya venía bastante deteriorado: comunicarnos. Lo que me preocupa del asunto, más allá de la contingencia del mal uso de las herramientas tecnológicas, es lo que va subterráneamente y que en el fondo, parece no encontrar solución; aparecemos como extras en nuestras propias vidas, traspasando la responsabilidad de entendernos con otros, a aparatos, redes sociales, instrumentos varios que por muy sofisticados sean, jamás reemplazaran el don del decir en voz alta lo que es necesario transmitir a otros.
Pero la violencia, la agresión y hasta la vehemencia con que algunas personas se tratan a menudo, amparados detrás de ina pantalla, me abruma. No entiendo mucho la envidia, no la asimilo pero si me hace pensar en más allá de evolucionar, vivimos una barbarie de grueso calibre en que la tecnología no logra ilustrar límites, justamente porque no es asunto de hardware sino, de software mental. Son las neuronas las que fallan, somos nostros quienes colocamos los énfasis, nostros quienes ante la rabia, dejamos de pensar con respeto, destemplándonos y lanzando esa frustración en contra de los demás, a vista y paciencia del circo romano que aviva el asunto porque siempre está dispuesto a presenciar el derrame de sangre...
Personalmente, no necesito twuitear "si me sigues, te sigo", o barrer las listas a diario para descubrir quién se dio de baja en ella... Tampoco suelo llevar mi celular en la mano (me hace recordar que antes, eran las llaves del auto), tampoco respondo qué estoy haciendo o dónde me encuentro, o qué estoy comiendo... A veces simplemente, me gustaría escribir que estámos en un grupo, para variar, conversando presencialmente y que es muy bueno verse las caras, las sonrisas, las morisquetas, etc. Igual de bueno que otras tantas, puede ser vivir el anonimato, alabar al silencio, beberse un café siendo un nadie y darse cuenta de la liberación que produce, conocerse a sí mismo sin artilugios ni máscaras que recubren los defectos...
No creo que vengan mejorías, es verdad; con los años me volví una pesimista crónica que permanece en sociedad porque sucumbe al hambre y de vez en cuando, ante la soledad, a veces atormentada por la fascinación de comprender (y buscar las respuestas) otras veces, desapegada al punto del ostracismo que tanto trabajo me está trayendo combatir.
En cualquier caso, presumo que en algún punto de la fisura, siempre se alzarán unas cuantas voces más o menos generosas capaces de encontrar un lenguaje diferente, apartado del presencial o el simbólico codificado en redes y quién sabe cuánta cosa sea inventada. Presumo que ahí está la respuesta y la moderación, algo así como escribió alguna vez Zartori, pues tal y como lo planteó, la vida es un continium: No se sabe dónde comenzó ni tampoco adónde llevará ese recorrido.
Yo sólo espero que esos "postes humanos", se avispen algo... A veces nos es tan cómodo ser de un modo que, cuando nos damos cuenta, es demasiado tarde para ser de otro.
NAMASTE!!!



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