COLUMNA: Por fin es viernes. Hoy: "Lenguaje Corporal".- D.D.OLMEDO.- (Serie de Columnas Pendientes, 18/04/14).-
COLUMNA: Por fin es viernes.
Hoy: "Lenguaje Corporal".-
D.D.OLMEDO.-
(Serie de Columnas Pendientes, 18/04/14).-
"Oh, he sido tardo y mudo, debí haberme abierto camino hacia tí hace mucho tiempo, no debí haber proclamado a nadie sino a tí, no debí haber cantado a nadie sino a tí..." (Extracto Poema de Walt Whitman/ A tí).-
Una vez, hace muchos años atrás y con mi cuerpo tendido aún sobre la cama, me dediqué a observar cómo mi compañero de ese entonces, salía en dirección de la ducha. Aproveché de mirar su hermoso y proporcionado cuerpo, uno definido en el tono, en la complexión, en las sombras que se formaban y se le colaba la luz detrás de la cortina… me decía lo mucho que me gustaba contemplarlo, un privilegio para mi poseer un trofeo como ese, un galardón que pocas veces se otorga a las nerd como yo. Me decía…
Con una década menos en el cuerpo, y con un estúpido credo intelectual en la cabeza, me convertí en una pedante insoportable que todo lo analizaba. Quería “siempre” sentar un precedente sobre el “saber”, yo lo controlaba todo y a esas alturas, mi vida estaba resulta. ¿Qué podría existir afuera que yo no fuese capaz de investigar y resolver en un tris?
La más de las veces, lo que a veces puede considerarse un tesoro (Juventud), puede acabar convirtiéndose en una maldición. ¿Qué sabemos en ese entonces? Nada. Nada pero de la nada misma…
Yo disfrutaba de los placeres de la carne, porque en ese tiempo, tenía la “sabiduría”juvenil de que un clavo sacaba al otro, que había que gastarse el cuero y saciar la apetencia de la carne, pues así, acallaba el bramar del corazón… Me daba a la tarea de imponerme una cuota de locura y en ella me alentaba a pasar las penas del infierno, soportando todo tipo de lecturas, zafarranchos de toda especie en donde, como dije, el anestésico servía para esquivar el fondo… es fácil echarle la culpa a los años, a la falta de experiencia, a la torpeza de no saber y esgrimir en ello un repertorio infalible de eximentes…
Pero lo cierto es que el dolor nunca desaparece.
Lo que pasa con el transcurso del tiempo es que el cuerpo asume los embates con más o menos dignidad y de cierta manera, se resigna a darse cuenta que la vida avanzó y en ese paso del tiempo, los costos dependerán del punto de vista que se mire; puedo escoger ser una vieja decrépita que vive anclada a la amargura pasada o puedo elegir vivir cada día como si nada de atrás me hubiese convertido en lo que soy, entendiendo por esto que tengo esa experiencia pero que la administro para mi beneficio… es decir, sólo llevo hacia el futuro lo que me ha enseñado a ser mejor, a vivir mejor, a pedir mejor y a esperar mejor…
Pienso en cómo era la vida al lado de ese trofeo, especular todo el tiempo cuántas mujeres habían sentido lo mismo por el mismo sujeto y también, inseguramente, me decía por qué me había tomado a mí, la mina más extravagante de la góndola y un vez me animé y se lo pregunté.
¡Yo estoy contigo por tu inteligencia!
Mi arrogancia y soberbia de ese momento, me hizo enfurecer. ¿Cómo osaba decirme eso? ¿Qué había de mis estupendos 60 kilos bien distribuidos, de la espectacular cintura, de mi cabellera ensortijada y rebelde? Nada, cero coma cero. El no veía belleza en mí, a él le atraía mi INTELIGENCIA. ¡Ja!
A los cuatro o cinco días de ese episodio, lo despaché con todo y argumento. Yo quería que admiraran mi cuerpo, el trasero descomunal y turgente y todas las habilidades que según yo, poseía… ¡Idiota a más no poder!
Al mucho tiempo de eso, Gonzalo y yo nos encontramos y me dijo, te puedo decir una cosa, claro, le respondí: ¿Qué le pasó al tremendo cuero que tenías?
Solté una carcajada y luego otra y otra más…
Después de un entretenido almuerzo y de contarnos la vida en versión resumen, me confesó que al decirme eso, él había pensado que me halagaría, pero que en el fondo de su corazón, sí estaba conmigo por mi trasero…
Nos despedimos, nos dimos un gran abrazo. Y cada uno continúo su camino. No recuerdo tener enemistad con alguien que forme parte de mi pasado afectivo… Lo miré desplazarse hacia el centro de la ciudad y recordé aquella vez en que lo contemplé desnudo y vigoroso, y no me pasó nada más por la cabeza que la sensación peculiar de sentir extrañeza, de darse cuenta de que en efecto, la vida avanza y jamás nada queda igual. Siempre se transforma; varía la percepción, cambia el perfil, el tono, lo que sea. Nunca somos los mismos de hace un minuto atrás…
Me pongo a pensar ahora en el cuerpo que no sale de mi mente, en otro tiempo y escenario, bajo otras circunstancias y con una década adicional encima… y retengo una toma similar, un cuadro que dentro de la relatividad, podría ser como un dejavu… un cuerpo al cual sólo accedí una vez y que no sale de la sensación en mi piel, ceñido a mi como si se hubiese convertido en una pulsación aparte, en recodo de los poros a su antojo, reviviendo una y otra vez las emociones experimentadas estando cerca suyo y mi contradicción es tan grande, que sólo atino a cerrar los ojos para prolongar el deseo que siento por el…
La diferencia es que este otro cuerpo, constituye una forma de ver distinta, se alza sobre mi con un conocimiento diverso y con las connotaciones alteradas… No lo conozco, prácticamente sé de todas sus líneas y su anatomía me es completamente familiar, pero es un cuerpo diferente cada vez que me aproximo… es como si fuese un cuerpo fantasma con el cual escasas veces pudiese conectar… la incitación no falla, la voracidad se estrena a cada rato y entre el sube y baja del biorritmo ajeno, supongo que a la postre, el deseo jamás se desarma…
Pero las paradojas de la vida, ya no me importa que mi cuerpo sea reclamado como trofeo, o que se me concite únicamente para deberes pasionales; a esta edad, las mujeres sabemos administrar mucho mejor los dardos que en otras oportunidades podrían tomarse como ofensas… A esta época, tengo tan claro cuál es mi norte vocacional que no existe otra pasión en mí que no abrace mi alma. Es verdad, el cuerpo se mueve, fluye la sangre en él y demanda toda la pro actividad y ejecución que requiere. Un hecho. Pero, me pregunto, si descubriste qué te hace feliz, entonces ¿porque perseguir el sufrimiento si sabes que es imaginario?
Las palabras hieren, es cierto, pero eso es culpa de no saber administrar correctamente el lenguaje.
Por eso creo que la solución para todo lo demás sigue siendo la movilidad del cuerpo, sólo a través de la ejecución del lenguaje corporal sabremos si nos hemos convertido en trofeo o en un ser que vale la pena tener en nuestras vidas, del modo que sea.
Estimular el erotismo, la sexualidad, etc, claro que son importantes. Pero una vez que hiciste gran parte del camino, sabes perfectamente qué cosas llevar y cuáles otras dejar atrás; no hay motivo siquiera para lamentarse puesto que esas cosas abandonadas no sirven de nada…
Por eso, cuando alguien te trata de modo grotesco cuando abre su boca para verbalizar, pon off dentro de tu cabeza y abre los ojos, obsérvalo, mira qué dice su cuerpo, con o sin ropa, con o sin mochila… el cuerpo siempre habla, la mirada no engaña, los brazos abiertos siempre son indicativo de algo… la mirada esquiva también, lo llano perdura y se queda, lo egoísta y hedonista, se va.
Y jamás use clavos, porque los clavos son para sellar y en esta vida nunca se sabe.
Nunca.



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