COLUMNA: POR FIN ES VIERNES. hoy: Salir del coma. D.D.Olmedo. Viernes 30/03/2018.




Hace un tiempo atrás, conocí a un muchacho de nombre Javier. Pese a que lo esquivé lo que más pude (la guata, siempre habla), no fue suficiente para evitarlo y debe ser porque hagamos lo que hagamos, hay sucesos que no pueden ser evitados. Todo lo contrario, son eventos que están destinados a pasar; como la gente que edita tu historia (ya explicaré esto...).

Javier es apenas un joven que ha tenido que cambiarse de universo, es decir, le ha tocado de golpe sintonizar con uno muy diferente al que visionó en su interior cuando las olas rozaban su piel casi a diario. Pero lo cierto es que nadie sabe para quién realmente está trabajando, ni siquiera en este estado presente en que el silbido de lo probable pueda estar acariciándonos el alma,,, ya sabré de sobra cuanto desastre acarrea acostumbrarse demasiado a ciertas melodías y circuitos. Y bueno, como en otro montón de cosas, tuve que acceder a que él entrara en mi vida desordenándolo todo. Y aunque el efecto fue tan extraño, como extraño es explicarlo, no quita la suerte de ciertos acontecimientos y cómo uno se influencia para bien o para mal.

De no ser por este muchacho, seguramente nunca hubiese despertado, seguro que no. Y ahora lo veo tan claro; no existe una sola parte de mi que no lo sepa, porque él posee la habilidad de contaminarte con algo que lleva dentro de si, anomalía que podría convertirte en un depredador de por vida, o bien, candidato a regeneración espontánea por más difícil que sea comprenderlo.

Hay una teoría que postula que cuando estamos con alguien, sexualmente hablando, también estamos con toda su energía, con todos sus otros cuerpos y experiencias y emociones; con todo. Y pienso ahora que tuvo que haber sido así pues nunca antes viví lo que viví en este tiempo. Después de haber aceptado una jornada de sexo en un motel cualquier de santiago, de la que tengo recuerdos borrosos, extraños y enredados, puedo decir que cada cosa que experimenté quedó atrapada en cajitas selladas y lacradas, a las que me vi forzada abrir para poder solucionar un enigma de emociones mayores a lo que pudo ser el evento mismo de estar con alguien como él. 

Cerrar lo ojos mientras alguien accede a ti, puede que a veces no se de emoción, o de frenesí... puede que tal vez solo hayas querido desaparecer. Y abrazarse a alguien durante el acto, puede que no sea ni afecto ni ternura, puede perfectamente ser que te estés sosteniendo para no resbalar...  Puede que muchas cosas en las que ponemos atención, en verdad no signifiquen nada de lo que te convenciste al recrear un suceso tan peculiar... Nunca había hecho algo así, sin ser seducida primero, sin ser cortejada, querida, amada, puesta en un lugar hermoso, con la delicadez de quien se entrega a un gran evento. Pero no, yo escogí algo completamente opuesto a lo que hubiese hecho, y también sé ahora que lo hice por las razones equivocadas. A veces estamos tan apaleados que necesitamos pegarnos más fuerte, para que el dolor recrudezca, para que el umbral se eleve y lleguemos a un punto de no retorno.

¿Cómo podría sentir algo por alguien a quien casi no conocía y que más encima, se había burlado de su discurso conmigo, previamente? Como la apuesta que se hace para follarse a una mina que, al parecer se le tilda con ciertas cualidades sólo para impresionar...

Y sí. Me impresionó un par de trucos.

Pero lo que vino después, nunca lo sospeché. Ayer, mientras estaba recordando a través de una hipnosis, entonces supe lo que realmente había sucedido. Sólo mi cuerpo estuvo en esa habitación y cerrar los ojos era un intento desesperado por evitar la desesperación de relacionarse con alguien cuyo ser se parecía tanto a alguien más. Todo un verdadero desastre. Al final de todo un trabajo de semanas debo admitir con resignación que nunca estuve dentro de esa habitación y que de haberlo estado, sólo habría deseado estar con una sola persona. Una con la que nunca más podré estar. Porque nuestra promesa abrió un portal que pocos pueden entender. Ni siquiera to misma después de tantos años.

La proeza real vino después. Todo un empeño meteórico por creerme que sí me interesaba, que lo quería así mucho mucho. Pero cómo quieres a alguien que no muestra empatía, que aparentemente, aparece con alguien a quien no le importas nada; decepcionado del encuentro sexual que tuvo contigo, sólo te usa de dardo en una columna para intentar promover algún tipo de aflicción en una mujer que tal vez, ni siquiera se sienta a leerle con la devoción que él imagina dentro de su mente. Pero esto iba a ponerse incluso más melodramático. Al cabo de un rato de estirar un chicle rancio, simplemente el chico desapareció, ayudado de mi colérica interpelación exprés cada vez que se me daba la oportunidad. 

Pero, ahora me pregunto con objetividad: ¿Interpelación sobre qué?
¿Interpelación para qué?

Si era tan evidente que no existía nada, sólo una contracción apretada en su rostro y una prosa de whatsapp tan ridícula que ahora solo siento vergüenza. Pero contrario a todo pronóstico y gracias a la mitigación de los sensores más potentes dentro de nuestro propio organismo, recordé ese poderoso argumento de Ted Mosby: "Tal vez en verdad no haya ninguna señal, tal vez el amor perfecto no aparezca jamás...". Qué tal y todas esas payasadas nosotros mismos nos forzamos a divinizar, y sean tan solo meros acontecimientos y nada sobre natural, que lo que hay detrás de las coincidencias solo sea mera casualidad y que la casualidad solo sea la puta pobre de la ciudad vengándose de todos nosotros, por aquello que no tendrá jamás. Porque si lo pesamos bien ¿Acaso no tuvo que morirse la mujer de Ted para que él fuese detrás de Robin? Entonces, ¿de qué maravilla de coincidencias estamos hablando?  

Si hay algo que debo entender (Y que así lo hice, por fin), es que gracias a Javier pude ver todo lo que no quiero de la vida, no porque él lo represente, o si, pero de un modo figurado; Javier me recuerda la peor época de mi existencia, esas oscilaciones que podían destruirlo todo, y de hecho, lo hacían... todo lo que yo tocaba, lo hacía trizas con mi eogísmo. De alguna manera él apareció para mostrarme cuánto había dejado de crecer, en dónde estaba estancada y cómo viejos argumentos inútiles al final se vuelven en contra nuestra. No hay depresión dentro de mi, hay falta de determinación, porque la bravura, la valentía, el arrojo desapareció ante el desamor, pero no porque alguien me haya dejado de amar en el pasado sino porque no tuve el valor de luchar y ponerme de pie realmente como debemos hacerlo.

Javier me recuerda cómo la visión insolente que tenía de mi misma era un verdadero chiste. Tan arrogante que la gente me detestaba, tan soberbia que después la vida, tuvo que pasarme por encima, tan decepcionante como amiga, como amante, como compañera, incapaz de entender a los otros a cuenta de un dolor anquilosado que funcionaba como bisagra cada vez que se me antojaba. 

Esta es la respuesta que tengo para el colapso que dejó tras su pasada. Y claro, daba para tantas teorías, pero teorías igual de vanidosas que lo intentado tapar con un dedo...  

Pero ahora lo veo todo tan claro, y la sensación es solo de vergüenza. Primero, porque él no merecía pasar tanto mal rato, segundo, porque yo tampoco.

Hace un tiempo leí una de sus publicaciones, y terminé por entenderlo todo, porque en cada palabra de grandeza, de rango superior, de linaje azul, entonces me veía a mi con mis demonios tan encumbrados, tan asesinos y afilados que no tuve ninguna otra duda adicional. La molestia, la tirantez, la incomodidad y la rabia era yo misma, anclada a ese umbral de inmadurez, incapaz de comprender los NO, los cambios de humor de personas que generacionalmente son tan diferentes a nosotros, los anteriores a los milenials... Sólo el inmaduro mira su ombligo como la máxima creación y muestra de arte. Porque yo era idéntica, hacía exactamente lo mismo; me encueraba, hacía de mi cuerpo un santuario para luego usarlo como arma filosa y lo lograba, tenía todo lo que supuestamente deseaba,,, hasta que a alguien se le ocurrió rajar mi corazón...

Y así la cosa, no quedó más remedio que parar, aunque a mi me costó demasiados años y sólo creo que hoy me siento un poco más grande, y más sana. 

Pero soy una convencida de que todo suma, y que decirle a otro  lo mal que actúa, sería como no haber aprendido ninguna lección durante este último tiempo, en consecuencia que han sido las mejores, las definitivas. Pero no es un actuar desastre consciente, sólo es el actuar de quien tiene todo su derecho a hacer lo que se le plazca, equivocarse cien veces si así lo quiere, plantarse ante la vida con desprecio y con egoísmo, porque como el mismo lo escribe, las facturas se pagan, los cobros aparecen, la realidad en algún momento se nos revela. Y ante eso cada uno sabrá qué hacer. O no. Pero es tema de cada quien. Y entrometerse, es imposible. 

Javier tuvo el talento de pincharme el corazón; siento como si me hubiera sacado de un largo coma. Lo lógico fue que al despertar lo viese como único medio de redención: ¿Qué más conocía en ese momento? Nada. Y como él señaló, se granjeó algunas páginas en una novela que capaz nunca sea publicada. Siento que en alguna medida, me vi en un espejo... pero el tiempo desconectada me había hecho olvidar quién era, que esa parte salvaje ya no me interesaba, no por la esencia de serlo (eso siempre aparece cuando debe) sino porque la evolución consiste en el amor, y el amor significa soltar, solo ser, solo estar, solo vivir y vivir mejor... Y qué es realmente vivir mejor: desabrocharse de los pecados de la juventud, es decir, darse sin egoísmo, perdonar, amar de verdad, abrirse, cuidar y cuidarse, y la arrogancia, la arrogancia solo como ritual cuando realmente merecemos asestar algún buen golpe de vuelta. 

Relacionarme con él me recordó a personajes sicopáticos tan temerarios que en verdad, dan un poco de susto... no conozco a nadie que se autodenomine noble con el desparpajo que lo hace él. Y puede que en su arrogante universo de creencias él realmente crea que eso es así, pero la nobleza es otra cosa, la nobleza es pedirle al universo que sea compasivo con su destino, que a pesar de todo, lo coloque en un momento culminé con un espejo de gran luna, de esas lunas perfectas que no alteran un ápice la percepción del reflejo mostrado en el centro. Y que cuando eso pase, tenga la fortaleza suficiente como para no desplomarse y al fin, madurar. 

Crecer.

En cuanto a mi, estoy aprendiendo a procesar esa enorme cantidad de datos que aun siguen apareciendo; como si ese trance que apenas duró unos cuantos días, hubiese atomizado la información para operar dentro de mi ser como una pastilla con efecto de liberación prolongada. La utilidad de cada contenido, es otro asunto, algo más profundo que me llevo a la tumba, porque después de todo, cada persona que nos marca nos deja una herencia que podemos llevar con nosotros hacia la última fortaleza. 

Yo creo que de eso se trata todo.
Todo puede ser.



Comentarios