COLUMNA: Por Fin Es Viernes. HOY: Frances Ha'. D.D.OLMEDO. 30/11/2018.-



Greta Gerwig interpreta a “Frances Halliday”.  Y en muchos ambientes del celuloide, apareció blah blah sobre ella. La cinta norteamericana del Director Noah Baumbach (ojo que estuvo casado con la tierna Frances en el mundo verídico… tengo la impresión que eso pudo haber incidido en el resultado. Después de todo, las relaciones íntimas te conectan de alguna manera, incluso si al final de los tiempos, no acaba de resultar), trabaja sobre un tema que siempre va contado entrelíneas. Algunos coinciden en que a aquella muchacha, debe amársele y ya, encariñarse rápido con su personaje pues ¿quién no ha sufrido más de un estrago transitando desde la adolescencia hacia la adultez? Y puede ser que esto me produzca la molestia insalvable,  impidiendo un disfrute más pleno con respecto a la temática que se cuenta. La Gerwig, me gusta. Ese no es el punto. Incluso, algunos pasajes de la cinta logran sacar de quicio justo porque ella es una ¡seca! y entiende bastante bien cómo ejecutar su personaje webeado... Sin ser crítica de cine y teniendo los piojosos conocimientos de un taller de verano cursado hace una porrada de años, de todas maneras logro entender la recurrencia esa; lo mismo que pasa con temas viciosos como violación de derechos humanos, los abusos de la iglesia encubriendo a cerdos pedófilos, las jugosas tajadas divididas entre unos cuantos mientras el resto debe contentarse con mínimos vergonzosos; la emocionalidad generacional a la que se responsabiliza de todo cuando no comprendes temas puntudos presentes en cada sociedad, independiente de la época que nos encontremos viviendo. Con más o menos matices, nosotros volvemos sobre los mismos tópicos una y otra vez, simplemente porque así somos. Hay necesidad colectiva de que con cierta regularidad se esté hablando sobre nuestras cuestiones, incluso, exaltamos a los otros a un atender perentorio antes que otros asuntos de distinta naturaleza y que también pueden revestir interés global, subordinándolos. Pero entonces… ¿Por qué hablar de nuestros dramones personales es tan adictivo? O sea, tanto que necesitamos producir cine, libros, canciones, a veces, hasta productos customizados que prometen revertir los efectos de padecer de lo que sea, emocionalmente hablando. Leí hace muy poco una Columna de la Constanza Michelson que escribiera hace ya un rato y sin embargo, de contenido tan vigente y punzante en un mismo pliego. Reflexionó sobre lo autoerótico que resulta la búsqueda de uno mismo (lo que de repente me puso a pensar en el ego de Aristóteles), y con más o menos crítica abierta o no, incisiva sobre la hipocresía que subyace en el ejercicio moralista de observar la paja en ojo ajeno.
Hasta ahí, todo bien. Pero… ¿Qué tanto puede juzgarse desde la esfera de la opinión crítica en el hacer de los demás?
Conozco un par de fulanos que se revienen de sólo leer que una pueda creerse ciertos derechos sobre interpelación. Y puede que sólo a este momento de mis circunstancias me parezca entender el por qué de esa molestia. Con todo, plantarse a verbalizar cosas sobre los otros, sus deseos, sus asuntos más viciosos, lo que hacen o dejan de hacer para autosatisfacerse, al final de cuentas pasa a engrosar la larga lista de excusas que usamos para creer que podemos continuar juzgándolos, por el solo hecho de no admitir lo que mal hacemos o incluso, lo que suponemos hacemos bien y que en verdad, realizamos pésimo. Debe ser por eso que la película me carga y me complace casi a la par, por el exacto doble discurso del que somos capaces casi siempre y con el que ni nos arrugamos!!!
Cómo duele crecer. Quién podría acaso cuestionarlo. ¿Cierto? Pero no es menos real que ese permanente estiramiento de elástico del millenial promedio, a la larga aburre, cansa, agota hasta nuestra pila de reserva. Porque dígase con todas sus letras: ¿Cuál es el problema con tener que cumplir horarios? ¿Por qué los jóvenes de hoy deben tener más consideraciones e incluso, derechos que otras personas. ¿Desde dónde se asienta la idea de que nosotros somos amargados e infelices solo por castramiento político? Que esto y también aquello…
A mi parecer, lo que sucede es más grave. No digo que haya que inmolarse para dar a entender que estás conectado con la realidad, soportar extensas jornadas, quedarte en trabajos miserables, soportando jefes desalmados o medios desbordados de amargura y resentimiento. Obvio que no, pero: ¿Puedes creerte con más derecho o prerrogativa que otros a realizar Magister, Doctorados, “viajes paradisiacos explorativos del alma”; visualizar desde una preciosa terraza, entornos acondicionados con postales de lo que sólo nos apetece, nos seduce o llena de estímulos??? En buena lid, ¿qué sucedería entonces si todo lo que crees merecer, nunca llegase? Ésta es la tónica con la que mucha gente tuvo que lidiar en el pasado y lo más bien que pudo... Creo que en alguna parte, la orfandad del castrado superó con creces su somatización emocional al punto que degeneró en conductas deformadas sobre lo que se desea o pretende erradicar. Convengamos que ni el fascismo ni el terrorismo son tolerable, y que por lo tanto, el solo asomo de su idea incide inevitablemente en un mal administrar de los excesos presentes en la libertad persé. Creo que esos padres y esas madres omitidas, se fueron al chancho; no era a su prole que estaban protegiendo sino a la extensión de su ego que intentaba redimir su pasado desasteoso plagado de atrocidades emparentadas con la limitación, en el más amplio de los sentidos...
Frances Ha es la mina que cae estupendo porque es fácil identificarse con ella....... o ses, los que se identifican, son los que se sienten en un limbo: quieran estar, quieren viajar, quieren le vie en rose... pero, con el presupuesto de una billetera por la cual no han trabajado, acostumbrados a la teta que no se seca... perdón, cuya creencis proviene del árbol secreto del jardín trasero del que caen billetes, o cuyos provenitores, cagan plata. Entonces, en esta parte de la reflexión, dejo de saber qué tanto me simpatizan este tipo de personas, pues a la larga tengo que sincerarme y admitir que tal vez, solo les envidie lo cara de raja que pueden llegar a ser en el entendido que poseen cero concepto de sacrificio, de esfuerzo, de rigor o disciplina (esta es la doble fas de mi viga...). En cualquer caso, el tema del milenial promedio con toda su batería de excentricidades al peo, no me intranquiliza ni me aterra como antes, antes cuando me colocaba a pensar que podían arribar a la UDI, o apernarse entemedio de colorados marxistas, o hasta dárselas de gestores culturales, redimidos de su pasado zorrón!!! Eso ya quedó atrás, justo por lo que decía hace un momento; el no millenial a la larga, también se funa, también elucubra ciertas venganzas (claro que no las verbalizará en público, eso es un hecho y gracia profunda de su doble estándar), algo así como su pequeña cuota de resarcimientos. Por eso, quizás le es más fácil echarse encima del tontorrón que viaja como poste humano en el metro, aferrado a su celular como si fuese un hongo que le brotó en la mano, o echa el auto encima, o no le queda ingenio más que solicitar 5 años de experiencia, en consecuencia que un egresado con cueva aprendió a zafar de las solemnes.... y la lista podría eternizarse.
Al ver cintas así, medio raras, medio «alternativas», ya no me pasa lo que me ocurría atrás, cuando me excitaba ir al normandié o al biografo mega engrupida con casi todo. Eso si, nosotros no éramos barsas, ni flojos, ni giles. Mucho de nosotros ni siquiera teníamos para comer decentemente. Imposible dárselas de millenial. No se podía. Sin embargo, lo que jamás ha cambiado, es la sensción de bruma, eso que con todo y choreza se deba percibir el mundo como un rancho agreste, frívolo la gran parte de las veces y con un nivel de negrura que no se desvance por la pila de buenos deseos que se transporten en la mochila, sea wrangler, jansport o kanken.

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