Columna: Por fin es viernes. Hoy: Sin hambre. D.D.OLMEDO.- (11/04/14)
Columna: Por fin es viernes.
Hoy: Sin hambre.
D.D.OLMEDO.-
(11/04/14)
"Si no has sentido jamás miedo, es que nunca has experimentado hambre"
"En la etapa adolescente de la vida, nunca me sosegaba con nada... Supongo que gran parte de esa voracidad mía se encontraba revestida de ansiedad pura más que de argumentos exactos que hoy recuerde todavía. Empero, no es fácil dilucidar los contenidos de la ansiedad que, por lo general, más seguro sea q arrancaban desde la frustración... Así tal cual. Andar frustrado por la vida impone al esqueleto que soporta su martirio, no solamente su repetido y ruidoso escrutinio sino más encima, bancarse el ajeno; qué odioso se ha vuelto Perico Los Palotes... ¿Cierto? Claro, y cómo no sentirse tentado a abrir la boca para juzgar al enojón y criticón sentado cerca nuestro, hacerlo parece hasta ejercicio placentero, pues de alguna forma subliminalmente damos a entender que hemos corrido con más suerte que quien vive en extremo amargado ante su insatisfacción...
A la inversa, plantarse como un manantial de plenitud probablemente perturbe hasta el más pacífico de los mortales... Los que se mantienen impávidos, de seguro son operados de los nervios o están bastante avanzados en la curva karmática. El asunto es, ¿Cuál es el origen de la bronca hacia el quieto, simple y hasta más mediocre de los mortales? Aparentemente, perturba mucho más el quieto de espíritu, el desconectado de la barbarie deseosa de apetecer, que al que acostumbramos ver, siempre hambriento en la persecución de un algo... Siempre habitando el holocausto de la insatisfacción.
Lo que es igual, no sería injusto para el otro???? No. Los odiosos dardos insensatos no son dirigidos siempre al anguliento que enmascara su hondo vacío en la adquisición, todo lo contrario, las baterías de rabia se recargan siempre si el arma se enfunda contra el equilibrado, subterráneo y hasta más simple de los mortales...
¿Cómo puedes conformarte ante perra suerte que te sorteo la vida?
Me cuesta creer que un escritor sea objeto de envidia, pues nuestra mente, jamás descansa... ¿Qué envidiable puede haber en ello?
Somos permanentemente tratados de vagos, de facinerosos, con algo de suerte, de engreídos y arrogantes (al menos son palabras con más filo y pelaje epistemológico). Luchamos a diario para reputar nuestra prosa y basta una sola línea mal redactada para que de la noche a la mañana venga el corral ajeno y la haga pedazos... Insisto, ¿Cómo alguien podría apetecer un karma de tal naturaleza?
(Mmm)
Pero los que han sido próceres en estas lides, cimentaron un camino por donde quien ama profundamente el sacrificio (y conoce de sobra su contenido), se desplaza sin temor a ser juzgado aunque se bata en pelea constante con su objetividad por descubrir cuál es su sitio dentro de un
Se nace con el don de agarrar el lápiz y que, éste se conduzca absolutamente solo. Mi primera historia la escribí con apenas 7 años; en esas márgenes, deponía en un pueril escrito mandarme a cambiar a las UROPAS... Jajaja. Qué ternura. - Me descubro pensando en este momento... Lo que no viene tan desarrollado puede ser el trazado, la forma elegante, bonita, casual, ligera o densol, lúdica o distópica... Como quiera que sea, el sello y estilo y el formato que escogemos y en donde nos sentimos a gusto, supongo se construye con los años, lo mismo que el talante del quieto de espíritu.
Es verdad que, en mi caso, Marita Quiñelen definió este hermoso oficio recién a los 17 años (ente los 7 y los 10, los garabatos no pensaban ser pulidos). Antes del ahora, yo sólo era una lectora ferviente más, una buscadora de explicaciones común y silvestre, una más del montón que sentía pudor de tildarse a si misma, escritora. Sin embargo, y al igual que en las lides del amor, quien se avergüence de haber amado tras un engaño u abandono no merece denominarse "amante". En el universo de las palabras, quien se avergüence de reconocerse como escritor, entonces tampoco merece serlo...
Hay noches en que simplemente me despierto y medio sonámbula, apunto en mi libretita, eso que me sacó del sueño. A veces, es una idea loquísima sobre qué escribir, algunas otras, un nombre con apellido (el último hace un mes fue el de Nicolás Sendero), Hay otro poco de veces en que son imágenes de sueños que se quedaron colgando y que con una buena dosis de pega, se convierten en historias... Pero en todas esas oportunidades, nunca me torturé por hacerlo realidad, simplemente pasaba... Creo que en cierta forma, la plenitud que proporciona haber descubierto la vocación, te sustrae de la multitienda, te saca de la discoteca, incluso, hace que tus días se conviertan en solitarias jornadas aún con tantas personas cerca. Hay algo que te saca de todo y te vuelve invisible.
Supongo que es una forma diferente de redireccionar aquella añosa ansiedad mía, un punto de neuralgia menos ácido y francamente, más productivo, una consecuencia lógica ante esa búsqueda inagotable de mi juventud por entender la forma del dolor...
Han pasado frondosas décadas desde aquel entonces y a decir verdad, muy poco o casi nada queda de ese esqueleto timorato que temía tanto a no encajar, condenado a vivir en la sombra por temor a ser juzgado. Trato dentro de lo posible, pasar lo más piola que el sistema me permita ( aunque mis mejores amigos, Pablo y Rodrigo, se empeñan en decir que quiero imitar a Roberto Carlos) y al escribir, conmuto la cuota indispensable de salida al exterior que deseo mantener, por el momento.
Todo el restante envoltorio, se lo debo a los años y a mi victoria por sobre la voracidad. Aprendí a comer sólo cuando siento hambre.



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