COLUMNA: Por fin es viernes.- HOY: "Comunicación Chatarra" D.D.OLMEDO. Julio 25; viernes/2014.
COLUMNA: Por fin es viernes.-
HOY: "Comunicación Chatarra"
D.D.OLMEDO.
Julio 25; viernes/2014.
"El secreto de poder oir, es querer escuchar" (Lucas, en: "Pulseras Rojas").-
Vivir en provincia tiene una innegable y conocida consecuencia histórica: la forma en cómo asumes las distracciones en nada se parece a lo que antes, solías realizar en la gran ciudad. Agréguele a esto que avanzamos el recorrido en pleno invierno y en la zona grográfica que resido, la sensación térmica, oscila hacia lo insoportable aunque se comenta que el frío durante esta temporada se volvío insoportable en todas partes. Con este panorama por delante, uno tiende a pensar que la mejor entretención consiste en arroparase y quedarse en casa viendo televisión...
¡Ojalá y la solución pasara por contar con servicio de cable! Sin embargo, el asunto requiere un poco más que eso.
A propósito de las vacaciones y unos cuantos días de bajas temperaturas, me tocó encender la tele y toparme con una desagradable circunstancia: qué destemplados, desafortunados y deficientes son los jóvenes egresados de la carrera de periodismo de los diferentes circuitos estudiantiles. Con una que otra excepción, asistí a la verificación de una odiosa realidad, la que se exacerba los fines de semana, creo yo, porque los "grandes ejecutivos" presuponen que el bajo raiting de la dupla semanal no merece mayor análisis que atenerse a la porrada de gente incompetente, que ni siquiera tiene control sobre el horror que significa escucharles el timbre de voz, o la barbarie de malos comentarios ajustados para calzar, o qué decir de las apologías a propósito de conflictos internacionales en donde la prensa local posee cero ingerencia.
No es menor que en épocas pasadas, renombrados y éxitosos profesionales del mundo de las comunicaciones acudieran incluso, al fonoaudiólogo para tratarse algún chirrido molesto o esas voces de pito que no seducían a nadie... Finalmente, se concebía como parte del proceso educativo o de instrucción. Pero hoy, ello parecería una exageración; al alero del discurso manoseado de que, en democracia, cualquiera puede realizar y ejecutar lo que se le ocurra o venga en gana, las (os) fulanas (os) que aparecen relatando algún suceso en vivo y en directo, adolescen de varios vicios; para muestra un botón: Más ocupado de que dos o tres palabras suenen bien en un rango de tiempo o que su cara o percha se vea "bonita" en pantalla.
Me parece vergonzozo que durante un despacho, el reportero en cuestión esté escasamente informado sobre lo que cuenta y alargue las aristas del suceso, repitiendo exactamente lo mismo que ya dijo, con otras desafortunadas palabras que aparte de no significar lo que está contando, retratan el
penoso escenario de los futuros periodistas de este país.
A ver. Convengamos en que yo soy MEGA exigente, es verdad. Sin embargo, cualquier persona coincidirá conmigo que mínimo, si está percibiendo al menos un suministro de prácticante (es decir, al menos le financian los pasajes y el almuerzo y más encima lo están calificando por la pega que realiza), creo que lo lógico es que deba hacer bien su pega. ¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?
Pero al contrario de lo que ordena el sentido común y la sensatez, la camada de jóvenes estudiantes parece echar mano a la ley del mínimo esfuerzo y me da pena llegar a pensar que son parte de la generación MALCOM; ah y nótese que claramente no hago alusión a Malcom X. ¡Chan!
No basta con decir: ¡Hey, relájate! Los tiempos han cambiado y ya nadie es tan rígido ni tan grave, para dejar pasar tanta mediocridad. En serio.
No creo que el tema resida en los cambios y la modernidad. Todo lo contrario, siendo así, entonces, los jóvenes aspirantes se darían cuenta de los muchos beneficios de la internet, de las herramientas tales como las redes sociales y de los mecanismos reivindicatorios mediáticos actuales como las FUNAS. Tan sólo por esbozar cuestiones completamente actuales y en plena vigencia a las que podemos echar mano si nos interesanos en hacer un poco mejor las cosas.
Personalmente, doy fe que el
Sistema de Red de Bibliotecas Nacional realmente funciona, soy activa usuaria, tanto del uso gratuito y racionado de internet en salas públicas, como de las infinitas posibilidades de acceso a material de lectura, online y en sala, a la antigua. Entonces, desde este punto de vista, no hay excusas.
No puedo desconocer que la tecnología, al simplificar los usos, al mismo tiempo, embruteció y perjudicó el lenguaje y por lo mismo, las comunicaciones. Esto puede que haya sucedido por varias razones, pero presumo que una se alza por sobre las otras: Educación y valores.
¿En qué sentido?
Hay que ir a la historia reciente de Chile. Nuestro país, tardíamente se incorporó a muchos procesos vinculantes y aunque me gustaría echarle la culpa de todo a la suscripción de los vilipendiados Tratados De Libre Comercio (TLC) responsables de la introducción de mercancías a las cuales décadas atrás era imposible tener acceso, sé que es más que sólo eso. Este país se mantuvo al margen de la información; su ubicación geográfica lo convierte en patio trasero y en reducto de infinidad de procesos (recordemos que junto con la Isla de Malta, Chile fue uno de los últimos Estados en aprobar y promulgar una Ley de Divorcio). Esta situación de desmedro territorial contribuyó a que durante décadas Chile viviese abstraída en la ignorancia; de sólo pensar que la Familia De La Fuente se enriqueció convenciéndonos que debíamos pagar $20.000 por un CD, en consecuencia que su costo de produción no superaba los $1.500, me parece que es siniestro y clara evidencia de que vivíamos sumidos en la oscuridad. Claro que uno pudo y/o podría enceguecerse con bienes de consumo a los que jamás se pensó en tener acceso y por lo mismo, considerar que era justo disfrutar de lo que alguna vez sólo se vio detrás de una vidriera, por televisión, o en la página de una revista foránea.
¿Pero cuánto debía durar ese anestesiamiento?
Pertenezco a una generación que tuvo que hacer sus tareas escolares visitando a duras penas la biblioteca local y con harto ingenio, sacaba adelante las labores impuestas. Pero la diferencia es que no significaba una tortura para mi sino todo lo contrario. Cada esfuerzo de ese entonces implica un refuerzo medular en mi complexión mental actual y eso me hace enorgullecer.
Nunca tuve recursos para acceder a libros y por lo mismo, me las rebuscaba para tener uno que otro a la mano. Siempre era la que hacía los resúmenes y luego los comentaba 5 minutos antes de la prueba... Buenos tiempos aquellos pues a pesar de todo, había conversación, debate, intromisión... Ahora cualquier fuente sirve; sin metodología y sin base cuestionable.
Cuando escucho a los futuros periodistas de este país me da escalofríos. Crecen al alero de premisas tales como: ES NUESTRO DEBER INFORMAR, pero no tienen idea sobre el respeto al derecho a la intimidad; DEBEMOS ALENTAR LA PROTESTA CUANDO RECAE SOBRE DENUNCIAS DE INJUSTICIA, pero si les preguntas por la crisis en europa, se asombran si tratas de explicarles que se origina en décadas del mal usado concepto de ESTADO SUBSIDIARIO O SOBREPROTECTOR... LA NOTICIA RELEVANTE VENDE POR SI MISMA Y SE EXPLICA EN IMAGENES, pero no saben lo que significa la premisa procesal de que se es inocente hasta que se demuestre lo contrario pues la carga de exposición es tan feroz, que aún tras haber demostrado la inocencia, el daño causado al entorno del juzgado es tan macabro que da igual la veracidad tanto como lo manipulado.
Los medios digitales de difusión comunicacional mal usados pueden causar grandes debacles; personalmente celebré a wikileaks en su tiempo, pero prontamente me desilusioné debido a las verdaderas intensiones de su editor Julian Assange (propósitos revanchistas). Lo mismo me ha pasado cuando un programa periodístico promete y en el camino se exhibe como cacería de brujas u hoguera de vanidades que delatan a egos tan encumbrados como la mala leche que tratan de delatar.
Finalmente, la realidad demuestra que siempre se trata de ideas contrapuestas, posiciones en pugna tratando de alzarse por sobre la otra y quedarse con la síntesis del deber ser. Aunque la verdad no tenga nada que ver con la realidad.
Pero, ¿Existe solo una versión correcta de las cosas?
Por supuesto que no.
La diferencia radica en que puede defenderse una idea con educación, sin necesidad de maltratar, denostar, ridiculizar o incluso humillar. Pero para arribar a esto debiste haber sido formado en valores que no cambian ni aun con varias generaciones avanzadas desde antaño.
Quizá por lo mismo, esta pasada de jovenes egresados no entiendan mucho lo que significa ser responsables en el manejo de la información, ya por la forma en cómo la suministran, ya en el entendido que se trata de datos, no verdades indestructibles; para hacer un cuadro se requiere una paleta de muchos colores y una buena técnica que de el toque preciso de matices.
Particularmente, extraño mucho a periodistas y comunicadores que ya no están: Pablovick, Roberto Pulido, Raúl Mattas, Carmen Baeza, Sergio Silva... Y tantos otros, pues retrataban no sólo una sociedad civil más respetuosa con sus congéneres sino la posibilidad de predicar con el ejemplo.
El periodismo debiera significar transmitir, difundir, proponer y establecer puentes sobre contenidos que ameriten ser evidenciados, es decir: la información entregada no puede versar únicamente sobre tiroteos cuyo macabro movil resida en las venganzas entre pandillas rivales y así dejar anclado el televisor más de un tercio de tiempo en la misma morbosa historia manoseada, sólo porque infudir temor deba ser la consigna que comanda la línea editorial de los noticieros, sin excepción alguna.
¿Se ha preguntado usted del por qué los noticieros ensalzan asaltos, robos, violaciones y la causa mapuche que mata pacos?
No hay peor ciego que el que no quiere ver
Y lamentablemente, esta camada de pretendientes no contribuyen demasiado a mejorar el panorama (con contadas excepciones en prensa escrita).
Si bien es cierto, no siempre tiene que gustarnos un modo "x" del plantarse ante una cámara, del decir la noticia y hasta el tono de voz empleado de estos nuevos profesionales, no es menos cierto que, en honor a la verdad, tales características pueden alterar la percepción del fondo del asunto, atrapados en la odiosa fórmula que propone el periodista y perder el interés en la noticia.
Particularmente, detesto a la nueva conductora del noticiero del 13 Marlene Eguiguren, hija de la reconocida analista internacional Karin Ebensperguer (harta distancia entre una y otra). No me agrada nada. Cero. Un día equis, contaba una notica sobre Palestina y antes de ir a la cuña de la nota, lanzó una sonrisa morbosa en cámara, inexplicable.
Hay otros casos para el bronce; si paso por el canal 7 y de casualidad me topó con Juan Manuel Astorga, corró a cambiar de canal (no uso control remoto) porque me irrita su tono de voz, además de que habla tan rápido, que casi siempre me quedo a mitad de frase; cierto matiz ponzoñoso me hace recordar tintes faranduleros en su modo incisivo de llevar a sus entrevistados a un límite de verguenza, humillación y mal trato.
Mucha gente me restriega lo intolerante que soy, esa cuota de amargura que impongo en mi discurso, tornaría un tanto antipática mi columna y ello redundaría en el escaso público que lee estas líneas. Pero casi inmediatamente, respondo que yo no necesito simpatizar con nadie, y que si escribo, es una suerte de catarsis personal que, por cosas de la vida, cuenta con el beneplácito de algunas personas generosas, pero no pretende más allá... Al final de cuentas, constituye una más de tantas otras opiniones y como tal puede variar. Cosa diametralmente opuesta a la labor periodística que, supuestamente, debieran desarrollar aquellos que cuentan con minutos en pantalla, seguidores en fans page o twitter, etc., básicamente porque cuando éstos emiten sus opiniones o conducen programas informativos, influyen, inciden y pueden perfectamente alterar escenarios. No en broma la televisión y otros medios de comunicacion de masas han sido considerados como el quinto poder y ya alejados de la visión de Montesquieu, se les considera como una influecia a diferentes escalas en lo contemporáneo. Por lo mismo, mi molestia reside en el hecho que la falta de cuidado en los detalles, redunda en la visión general percibida.
No sólo hay que parecer. Sería mejor ser.
Mi queja apunta más allá de un ánimo particular; me caiga bien o mal tal o cual persona, me ataca la mediocridad a todo evento... Ergo, si una prácticante cae en el odioso "eh" "eh" "eh", cada dos o tres palabras, me molesta; si in conductor de trayectoría hace una morisqueta burlona tras una noticia brígida, me enerva; si se comentan las piernas de la nueva contratación de copesa, me irrita. En todas las anteriores, porque evidencia la involución que padece este país que le gusta vanagloriarse de jaguar en consecuencia que escasamente le alcanza para gato de carnicería de barrio: lo que exhibe no necesariamente representa el color de la trastienda.
Amén.



Comentarios
Publicar un comentario