Las horas que restan...
La medianería que hay entre nosotros, es como un halo
De luz invisible, pero que nunca olvidas y está… se
yergue entre tú y yo, sin tensiones bélicas, sin medida
de tiempo ante el cual debamos de rendir cuenta alguna…
Yo, a veces agarro una escalera, obvio que es una de
esas proporciones mágicas en que puedes elevarte…
llegar a cualquier parte, puntos lejanos en donde sueles
fugarte… pero como canta Noe, nadie va a decirme en
qué andas, en qué estás y cuántas mujeres de la noche,
te rondan en la burdeza de saborearte apenas un segundo…
Y mi brizna de vida contigo, sigue ahí…
Y el agua de sabor, se conserva en la punta
de mi lengua.
No hay tono preciso, ni sarcástico, incluso
Luego de pensarte e imaginar que me hablas entre
frases y juegos, adivino la lógica de tu ser y me
desplomo sabiendo que nada de aquello, es para mi,
para ti, para un “nosotros”, pues no existe aquella
nomenclatura en este universo dividido…
Yo, la tirana que mutilaba la poesía, se enreda es
Sus hilos, es verdad, sólo soy marioneta de tu
ecléctica forma de deslizarte entre las sombras,
justo después que nadie te ve, comprende o cree
saber qué sois. Y yo, solo me regocijo en el calibre
del haber recuperado la no certeza, hábito que
inmoviliza cualquier intento de control, de posesión
o de espejismos santurrones al orar a Dios por
vehemencia de camino, resolución o cualquier otra
estupidez que se le parezca…
En la virtud de tu alma, no existen arrugas corrientes,
pues no se arruga un fondo estrellado, se curva el
espacio todo, abriendo un panal de posibilidades,
aunque el motor de esas oscilaciones no siempre pueda
verlo, entenderlo o comprenderlo, a más de no perseguirlo,
no se tienta en la explicación, ni reduce su ser a otras
limitaciones.
La medianería que hay entre nosotros, no se diluye
al contrario, se robustece, y me gusta la idea de escalar,
encaramarme sobre todas aquellas cosas que solo mis
ojos oponen, viento extranjero empujándome hacia otra
dirección tan distante de la tuya; así debe ser, así está escrito
en la palma de tu mano…
Pero no me importa. Más me importa que seas feliz, me
Importa entregar un sacrificio que valga la pena, que me
Libere de todas mis absurdas trabas mentales, que me
vuelva generosa como niña que no invalida un juego solo
porque no la han invitado, porque el tiempo es este y yo,
yo me siento feliz con la cuota que recibí. Eso me basta,
eso abrió mi corazón y dispara otras aristas, me prepara
para la gran batalla: La de ser feliz con lo que se es y con
lo que la vida otorga en cada circunstancia, solo con eso,
no con el deseo sino con la bondad, con la generosidad…
Ya sé que hacer con las mías, con mis arrugas, con mis
Tristezas, con la pugna entre dolor y excusas, con la
Faena de pervertirse para volver a encontrarse, con
la dinámica de renacer para morir cien veces, con la
vista de todo el paisaje y con la oscuridad de la noche
que no recita su amanecer…
El sol me está entibiando el corazón…



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