sin palabras...
La gente tiende a creer que nuestra habilidad de escribir nos convierte en expertos narradores, de modo tal que tendríamos la capacidad de responder casi a cualquier cosa, acomodando argumentos, uniendo uno que otro pensamiento y situando los adornos estéticos con precisión, cada vez que hiciera falta...
Pero la verdad es que eso no sucede literalmente de esa manera.
Hay días en que deseo no existieran (las palabras), aún con Vargas Llosa añadiendo que el lenguaje es lo mejor que le pasó en la vida... Se me ha cruzado esa idea, al no saber cómo solucionar sendos vacíos que van quedando frente a situaciones ante las cuales no resuelvo la justa dimensión de su sentido. Y no me refiero a precisiones semánticas, contexto, mapa histórico, seguimiento, armonía y coherencia... en lo que es puesto frente a todos nosotros, sino a algo más sencillo: Cómo transmitir con fidelidad al pensamiento. Está comprobado: lo que atraviesa nuestra mente rara vez llega íntegro y fiel a su concepción, desde el minuto que atraviesa nuestros labios hacia el exterior...
Parece ser que el ser humano en definitiva nace con una capacidad innata de destruir casi todo lo que toca. No es broma. Siempre ha sido igual y no tengo idea si alguien lograría solucionarlo alguna vez en el futuro. Así el asunto, la forma en cómo las personas usan las palabras, muta desde la comunicación sincera que versa sobre el sentir hacia algo más difuso, cargado de agobio, manipulación y un sin fin de yerbas varias históricas asociadas a las cargas negativas que nos toca asumir en el trayecto. Lo digo porque, la gente en general, pocas veces es libre de expresarse tal y como les nace. Por una u otra razón, disfraza lo que realmente quiso decir, porque teme a la represalia: ante el jefe, ante el amigo (a), la mujer, los hijos... ante cualquiera que nos represente amenaza.
Me pasa exactamente lo mismo. Creo que ya no quiero relacionarme con "x", porque no me siento libre de decirle lo que me venga en gana, porque no responde, porque en verdad su ser genuino, le impide entender lo que los demás quieren, porque creo que decirle determinadas cosas, hasta podrían matarlo, no sé, se me acumulan pensamientos como esos... Pero al final, en ninguno de los casos, siento poder decirle cien por ciento lo que me sucede, convencida de que a la larga, lo que veo, también tiene que ver con lo que mi reflejo desfoga en él.
Ven que no es nada fácil escribir a veces???
No lo es la gran parte del tiempo en una conversación que no llega entre dos personas que se escapan la una más que la otra.
Me gustaría sentir que la libertad con la que nací, pudiera extenderse en todas las direcciones posibles y no solo validarse en lo que me siento fuerte. Me gustaría que no se diluyera en la ficción del miedo sino todo lo contrario, enfrentarlo, que le dijera: No hay cabida. A la larga, si decirle a alguien lo que sentimos con palabras literales va a colocarlo a kilómetros de distancia, entonces, perder el miedo a comunicarse con honestidad debería ser un requisito básico de interrelación.
Me rendí. esa es la verdad.
Aun no estoy preparada para entender lo que me ocurre.
Estoy cansada y tengo mucha sed... no es fácil sostenerse en pie y firme.
Supongo que debe ser así, con palabras que sobran y otras que nunca llegan, con las artimañas de ghosthing, con las abreviaturas y lo the end que no se vierten sobre la mesa.
Sobre yo, sin tú. Y sobre la dignidad de aceptarlo porque todo esto es sobre un universo comunitario que no existe.
Pero la verdad es que eso no sucede literalmente de esa manera.
Hay días en que deseo no existieran (las palabras), aún con Vargas Llosa añadiendo que el lenguaje es lo mejor que le pasó en la vida... Se me ha cruzado esa idea, al no saber cómo solucionar sendos vacíos que van quedando frente a situaciones ante las cuales no resuelvo la justa dimensión de su sentido. Y no me refiero a precisiones semánticas, contexto, mapa histórico, seguimiento, armonía y coherencia... en lo que es puesto frente a todos nosotros, sino a algo más sencillo: Cómo transmitir con fidelidad al pensamiento. Está comprobado: lo que atraviesa nuestra mente rara vez llega íntegro y fiel a su concepción, desde el minuto que atraviesa nuestros labios hacia el exterior...
Parece ser que el ser humano en definitiva nace con una capacidad innata de destruir casi todo lo que toca. No es broma. Siempre ha sido igual y no tengo idea si alguien lograría solucionarlo alguna vez en el futuro. Así el asunto, la forma en cómo las personas usan las palabras, muta desde la comunicación sincera que versa sobre el sentir hacia algo más difuso, cargado de agobio, manipulación y un sin fin de yerbas varias históricas asociadas a las cargas negativas que nos toca asumir en el trayecto. Lo digo porque, la gente en general, pocas veces es libre de expresarse tal y como les nace. Por una u otra razón, disfraza lo que realmente quiso decir, porque teme a la represalia: ante el jefe, ante el amigo (a), la mujer, los hijos... ante cualquiera que nos represente amenaza.
Me pasa exactamente lo mismo. Creo que ya no quiero relacionarme con "x", porque no me siento libre de decirle lo que me venga en gana, porque no responde, porque en verdad su ser genuino, le impide entender lo que los demás quieren, porque creo que decirle determinadas cosas, hasta podrían matarlo, no sé, se me acumulan pensamientos como esos... Pero al final, en ninguno de los casos, siento poder decirle cien por ciento lo que me sucede, convencida de que a la larga, lo que veo, también tiene que ver con lo que mi reflejo desfoga en él.
Ven que no es nada fácil escribir a veces???
No lo es la gran parte del tiempo en una conversación que no llega entre dos personas que se escapan la una más que la otra.
Me gustaría sentir que la libertad con la que nací, pudiera extenderse en todas las direcciones posibles y no solo validarse en lo que me siento fuerte. Me gustaría que no se diluyera en la ficción del miedo sino todo lo contrario, enfrentarlo, que le dijera: No hay cabida. A la larga, si decirle a alguien lo que sentimos con palabras literales va a colocarlo a kilómetros de distancia, entonces, perder el miedo a comunicarse con honestidad debería ser un requisito básico de interrelación.
Me rendí. esa es la verdad.
Aun no estoy preparada para entender lo que me ocurre.
Estoy cansada y tengo mucha sed... no es fácil sostenerse en pie y firme.
Supongo que debe ser así, con palabras que sobran y otras que nunca llegan, con las artimañas de ghosthing, con las abreviaturas y lo the end que no se vierten sobre la mesa.
Sobre yo, sin tú. Y sobre la dignidad de aceptarlo porque todo esto es sobre un universo comunitario que no existe.



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