COLUMNA: Por fin es viernes. HOY: Afilados. D.D.Olmedo. Viernes 13/04/2018. 19:56



COLUMNA: Por fin es viernes. 
HOY: Afilados. 
D.D.Olmedo. 
Viernes 13/04/2018. 19:56

Le conté a Carlos -no tengo idea clara de por qué- mi trauma con esto de las panorámicas afiladas. Claro que, en todo caso, no entré en detalle; en algún punto recuerdo mencionar que desde mi ángulo, la situación se capturó demasiado bien y quizás por ello, se volvió suceso indeleble en mis registros neuronales. 

¡Vaya una a saber bien!  

Y apenas se lo había dicho, entendí que el peso corrosivo de esa latencia, ya no estaba más en el sitio que tanto empeño puse en resguardar. Y tal que debía ser así, y tal que debían transcurrir veinte años para comprender el significado de tantas cosas asociadas a un solo momento que tildamos de fatal en nuestra vida... Cuando le pregunté cuánto le había demorado superar su propia tristeza, me dijo: "... un año y algo, una año y medio tal vez, no más..." Entonces yo, inmediatamente pensé: ¡Soy una retrasada mental! He vivido la mitad de mi vida anclada a un suceso. 

Pero bueno. No es cualquier evento tampoco. 

En esta parte del relato, debiese ser decorosa, digna a mango, interpelarme gráficamente y escribir: Detente, Ángela!!! Déjalo así, no entres en detalle. Pero, obvio... el pero me dice que falta eso, que justo me falta escribirlo tal y como sucedió para acabar de enterrarlo...

Fue a la mitad de la semana. Y lo sé bien porque en las inmediaciones de aquel viejo departamento en el centro de Santiago cívico, se colocaba una feria que era la mar de hedionda; pescado "fresco", perejil, tomates rancios, mugre de canaleta escociendo por las orillas de las rendijas... y me acuerdo perfecto que tomé los entremedio para llegar más rápido al Paseo Bulnes. Juan Pablo se había envalentonado con una sociedad medio extraña, he instaló una suerte de Buró de abogados en dicha calle inolvidable. Un supuesto viaje relámpago le había tomado un par de horas la noche anterior preparar una maleta pequeña. Pero apenas desperté, noté que le faltó una muda que quedó a los pies de nuestra cama... De ahí a lanzarme cual madre a salvarlo, un puto enjambre de trotes entre las cuadras que separaban su oficina y mi casa.

Pero antes de ir, antes de lanzarme a la calle como loca, llamé a uno de sus socios a quien tierna consulté si también viajaba en campaña... más, aquel viejo amigo, de seguro, consideró que no estaba para inmiscuirse en circos romanos y sólo me soltó de bruces: "... Ay, mujer... no hay peor ciego que aquel que no le apetece ver..." De seguro fue que por esta frase, el trote se convirtió en tranco. 

Así el asunto, guarecí detrás de unos árboles y esperé, no sabía bien qué esperar, pero algo esperaba, y también creo que en esos tiempos no entendía el color del desastre cuando se vuelve inminente y llega para azolar. Y estaba en ello, esperando cuando mi ex pasó raudo sin percatarse de nada. Y estaba en eso cuando casi detrás de él y en la misma dirección, caminó una mujer diminuta con enormes tetas que parecían globos de cumpleaños pobre... Lo supe inmediatamente, lo entendí porque las piernas aflojaron, y el corazón comenzó a latir fuerte, tanto que pensé en paro cardíaco o algo así, bien melodramático... Recobré el aliento y aguardé unos 30 minutos que se sintieron una eternidad, algo dentro mío me decía que era el tiempo necesario para resolver sobre una sentencia tácita. Y partí, enfundé un pulso escaso, pero constante y con ese mismo ritmo entré en el edificio. Para mi suerte, la llave de emergencia estaba detrás de la misma cabina de la luz así que nada me costó andármelas de delincuente. Y aunque lo pensé tal vez unos 5 segundos antes de acometer hacia el infierno, decidí que no había vuelta atrás, porque ya en ese entonces pude haber descubierto qué era una sola dirección, y sólo comprenderlo hasta en la actualidad.    

Así el asunto, caminar por aquel pasillo y hasta la que era su oficina, fue pedregoso, para qué disfrazarlo, pero por extraño que se lea hoy, no tenía ira descontrolada, sólo me invadía una sensación de derrota, de extracción de una parte del cuerpo y que al mismo tiempo comprendía que nunca más funcionaría como yo misma, o mejor escrito, como la que solía ser en ese tiempo. Me quedé quieta y callada detrás de la puerta, sí, sé qué tan burdo es, y sí, ahí estaba, esperando no sé qué cosa, pero puedo añadir que nunca nunca se está preparado para entender la verdad, para conocer lo que omitimos de la gente, sobre todo si esa gente significa algo para ti de cualquier manera. Y entonces, simplemente me animé, sólo abrí la puerta de sopetón, ya está (Pensé...), henos aquí, no hay retorno.............

Lo que obtuve: una mujer relativamente hechiza, flectada en ángulo de 90 grados sobre la superficie del escritorio, usada para afilar el pene erecto de mi ex.novio. ¡LITERAL! Por increíble que parezca, estoy segura de que pasaron algunos segundos antes de que viniera todo lo demás... y lo retengo bien en la memoria porque vi entrar su miembro unas cuatro o cinco veces en el ano de aquella mujer, y también, por desgracia, filmación acompañada de audio High Definition... el que osciló entre dame duro, cómetela toda y ahí tienes lo que más te gusta... Fundamento basal para entender que la historia llevaba algún tiempo más que razonable. Apenas notaron mi presencia, por al menos unos breves instantes, los tres jugamos al congelado. nadie supo muy bien qué hacer y cómo reaccionar, hasta que la cámara lenta comenzó a rodar con música hardcore de fondo... No sé si entienda bien a qué me refiero... De pronto, todo se volvió desteñido, combos iban y combos venían, objetos volaban por los aires (lo cual me recordó una escena de Contracara... en donde al pequeño le colocan unos audífonos para zafar de tamaño desastre...) y el griterio volvió sordo cualquier argumento... Un puñete en el ojo fue lo último que recuerdo. Posterior, desperté en una habitación blanca con fajas en las muñecas y una sarta de cables que me impedían mover. 

Dejé de hablar. Durante largos 3 meses, 14 días, 17 horas y no sé bien cuántos segundos, no dije ni pío. NADA DE NADA. Me realizaron todo tipo de exámenes y el diagnóstico lapidario decía: ESTRES POST POST POST TRAUMATICO... ¡Ja! Ahora que lo pienso bien, fue la época más rara de mi vida; durante todo ese antes de mi, había sido una persona que no tengo idea de cómo llegué a ser y que sin embargo se juraba feliz. 

Todos pensaban que iba a quedarme así, piteada de por vida... Pero un buen discurso agraz de mi madre sacó extrajo un coraje atorado que no creía capaz de verbalizar sino hasta ese momento en que le grité que se marchara, que no me interesaba oír una burrada como la que ella estaba argumentado. Y así sin más, me levanté de la cama, me metí en la ducha y lloré algo así como diez horas seguidas o tal vez un poco más. Con esa misma cara de zombie, con apenas dos rayas en vez de ojos, me lancé a la la calle, de la que no regresé sino hasta tres días después, apenas sentí hambre. Y eso fue todo, después de comer como comería un destacamento tras la hambruna en guerra... encendí la televisión y vi una película de Omar Sharif. Me quedé dormida a la mitad.............

A Carlos le causó enrome gracia esto de "Afilarse a la mina", aunque claro, obviados todos aquellos morbosos detalles que he revelado en este audaz acto de redención. Y bueno, supongo que logísticamente, se ocupó más de la cosa técnica de proyección, más que de entender el sufrimiento que una postal como aquella pudiera imponer para la posteridad de una chica con tan solo 27 años. Pero bueno, de que le causó chiste, claro está. Y a propósito de toda dinámica de charlas varias, me soltó sobre amenas charlas sexualoides sostenidas con una mexicana!!! Pues Órale que todos tenemos tejado de vidrio. Me dije y pensé sin decirlo en voz alta. Pero no con un pulso censura, sino pensando en que todos, incluyendo mi ex, a la larga fuimos y hemos sido animales; yo con algún chico de tinder, él con su mexicana calentona, Juan Pablo con su petiza de tetas como globos de cumpleaños pobre... Todos tenemos lado B. El asunto es que no acabo de comprender por qué, algunos quedan excepcionados de esta regla. Le doy al asunto. 

Dentro de las mismas platicas con Carlos (qué volada tan europea esto de andarse por varios lugares en una misma noche...), dejó entrever cómo se relacionaba con las mujeres, elegantemente, cuántas se ha tirado en sus viajes y a cuales no, y hasta los por qué, a las que por culpa dejó dormir en su habitación de hotel y a las que dejó pasar por un asunto de tener claro que no iba la cosa... Y es tan agradable que te hablen de ese modo, sin dobleces, sin retórica armada, y clarificando cómo es que a los hombres les costaba tirarse a una mina, en cuestión (tiempo, energía, recursos, blah, blah, etc). Y entonces lo ví, ví aquella parte de él que realmente me gustó: Se puede decir la verdad sin adorno, sin propósito, simplemente porque te vale decirla y te dan ganas de hacerlo. Y sólo por ese gesto, por esa actitud frente a la vida, por esa forma suya, me dan ganas de apretarle los cachetes!!!  Ja.

En algún momento de nuestra primera charla a través de tinder, creyó que le había pasado de largo (quizás por haber hecho caso  omiso del número que me copio en el chat, sin habérselo pedido). Pero no. Lo que hice fue solo estar sin esperar nada más, como hacía mucho tiempo y no lo hacía, entendiendo, comprendiendo, oyendo para variar. Lo que continué haciendo una vez que nos encontramos y lo que seguiré haciendo con todos los otros personajes que vayan surgiendo de aquí y en más. Porque ya no tengo miedo de quedarme anclada, sorteando baches, pausando el corazón por demasiado tiempo... Pienso ahora que todas las personas tienen su rollo, que a algunas nos ha costado más que a otras, que algunas se convencen de que van en la dirección correcta, y otras, como yo, sólo entienden que es un paso a la vez, sin grandes monumentos ni apologías de grandes cambios, de vida y de muerte, de hazañas y proezas, porque eso queda para los actores natos. No al menos para mi. Para mi está bien figurarme que puedo dejar de vivir en la ansiedad de esperar algo que nunca regresó, o que nunca fue como creía que debía ser... es más, creo que al menos para mi está bien grueso entender que puedo mutar a algo más parecido a lo que siento que soy, es decir, con talentos, con pifias, con histeria, con paz, con esos extremos que me hacen sentir viva, pero al mismo tiempo, con capacidad para aumentar la dosis mental en la voluntad, en querer y querer bien, en estar alerta y en minimizar el impacto de lo atractivo de la fantasía. 

A veces, el silencio es el indicativo más poderoso que existe, indicativo que la vida avanza, que no retrocede, que estás aquí y a luego ya no, que las oportunidades no te esperan, y que con o sin afilada superada, todo puede pasar; ser instrumento de afilamiento, contemplarlo figuradamente, deslizarlo como terapia psicomágica o qué se yo. En cualquiera de los casos descritos, tengo candidato interesado en la exploración. Pienso.

Venga Valiente. 

Comentarios