COLUMNA: Por fin es viernes. HOY: Único amor. D.D.OLMEDO. 20/04/18



“Éramos de la misma especie, y nuestra unión duraría tanto como nosotros”. “Lo que nos ligaba nos desligaba; y por ese desligamiento nos reencontrábamos ligados en lo más profundo de nosotros”. (Simone De  Beauvoir respecto de Jean Paul Sartre).
A Sartre le conocí en los años 90' (algo oí en la secundaria mucho antes con relativo o escaso, interés...) a propósito de la cátedra obligatoria de Filosofía, introducida por un currículum de carrera, demasiado severo para los inicios de un universitario promedio con ansias de justicia. En cambio a Simone, a ella le presté atención durante la explosión de mis años revolucionarios. Y tuvo profunda repercución en mi manera de ver la realidad social lo mismo que en la comprensión del género y sus luchas transversales. A través de ésta tremenda mujer, entendí cuestiones tan esenciales como el tono detrás de la voz, del mensaje entre las líneas cuando son dotadas de flashes y metáforas parafraseadas, y hasta el vicio de recurrir elípticamente a pasajes funestos para declarar con vehemencia, qué marcas nos han transformado, definitoriamente.
Bucear en lo íntimo de la relación entre ambos, más allá de las lecciones filosóficas o contestarias, me sumerge en el sueño personal de un amor supra, sin rituales conocidos, atemporal e incondicional, balanceado en el encuentro cultural y la inquietud idéntica (genela) sobre el matiz de la libertad... Ellos juntos, como ninguna otra alianza que recuerde, me inspira @ mantener la fe (tuve un breve lapsus de incredulidad infundado),  es cierto pero... ¿quién no se tienta de vez en cuando si el vocero contradictor parecía tan real, tan pertinente? Cualquiera. Pienso ahora en que he decidido dejar de ser tan jodidamente dura conmigo misma.
De pronto, entre tanta hoguera de vanidades, entre tanto universo tubifex, entre tanta dicotomía enrevesada, recuerdo este páramo de amor incondicional, en que tú y yo nos encontrábamos nadando a nuestras anchas, justamente porque tal y como lo escribiése Bouvoir hace tantos años: Lo que nos ligaba nos desligaba...... y por ese desligamiento nos reencontrábamos ligados en lo más profundo de nosotros... Lo que me hace regresar una y otra vez a ti, es justamente entender que no hay nada allá afuera que consuele mis sentidos, la pausa aleatoria evidenciando que, haga lo que haga, el eco se pierde entremedio de las montañas, y la sed de ser con uno igual a ti, se diluye porque eso, eso es algo irreproducible.
Tanta historia entre mis paredes me lleva a pensar que todo este inmenso y abrumador preámbulo no es más que el desquiciamiento necesario ante el (o para) reconocimiento irefutable del que es. No del deseo ni del querer oportunista o caprichoso, sino para desnudarme de cada presupuesto errado, del prueba y error, o del vaciamiento por hastío, entendiendo a la vacuidad como la esencia de cualquier proceso de sanación antes de acometer y merecer el resto de vida que nos quede.
¿Dónde sembrar sin petricor o abono?
¿Arrancaste toda la maleza?
¿Qué presupuestos siguen sumando resistiéndose a las restas necesarias?
¿Cómo reconocer lo nuevo si la mirada sigue encriptada en el pasado?
@lgunas menciones recubren aquel loop que tanto agobia y trastorna a veces; así como las melodías ancladas al pecho, insinuando una y otra vez posibilidades que no se abren a nada ni a nadie y solo tributan pergaminos de ilusiones confirmando fantasía y exceso de anhelo pueril. Pero, ¿No es acaso el descubrimiento de una sola verdad, entre tanta falsedad, monumento al logro? Tal vez, tenerla aquí, a mis anchas, en mi lecho de amanecida evidente, finalmente signifique nada......... ligarse para volver a desligarse, lo que une separa, y por eso mismo, volver a extrañarlo, buscarlo, hasta completar un ciclo odioso que nos pudre.
Mi verdad es que mi único amor real y honesto es la evocación narrativa, navegar en un nicho que no cuestiona nada pedestre, que me permite ir al no—límite. Todo lo demás son singularidades contingentes y secundarias, amores corrientes, vulgares, asuntos que se liberan así mismos en la carne, en deseos ficticios, en posesiones frustradas y dementes que oscilan en capricho y en preconcepciones o estereotipos.
Hoy como ninguna otra vez, he despertado radiante de lucidez, con un llanto que me ha liberado de casi todas las angustias semanales; atrás la obsecación, abajo el deseo libidinoso, afuera la imposibilidad, adelante la valentía, el principio, incluso el dolor que no se erradica, pues se hace parte y crece con uno, es parte y enseña, y muestra todas las avenidas abriéndose sin condiciones ni limitación que se funde en la vieja persona que ya está despidiéndose de esta vorágine maltrecha.
Porque vivir a medias, no es vivir y depende de cada uno cómo renacer para vivir, realmente. Vivir ligado profundamente a nuestro gran amor. Uno mismo.

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