COLUMNA: Por Fin Es Viernes. HOY: Historias de un salmón... D.D.OLMEDO. Viernes 27/04/2018



Un tipo bastante poco común con el que topé en tinder, me dijo que encontraba rara mi descripción y que aparte, no acataba las reglas del juego... ¿Qué juego? Me asesté sorprendida, como si en pasar de largo a este «dato», encerrara algún tipo de respuesta emblemática. La cosa es que el tipo aludía a mi descaro en no usar fotos en las que derechamente, enseñase el rostro y ojalá algo más!!!! Entonces me salió natural contrapreguntar: ¿Y por qué no? ¿Debería? ¿Quién me obliga? ¿Te impuse hablarme pese a que no habían fotos mías en el perfil?
Obviamente, la conversación se eternizó a lo tubifex, cosa que corté abrupta y sanamente tras el cuarto insoportable párrafo sobre lecciones de moral... Pero admito que luego de eso me puse a pensar cuál era la verdadera razón de esa inhibitoria. Y creo que va más allá del solo pudor o protección a la privacidad, al tenor de un weón loco que no para de hacerse perfiles falsos para ver si caigo en su trampa recurrente.
Después de una buena cantidad de veces de haberme topado con los sospechosos de siempre, creo que fui entendiendo que Chile cambió un montón. Yo me quedé medio atrapada en épocas en que los hombres eran gentiles, amorosos, protectores (no machistas); hombres inteligentes muchas veces que acudían a la universidad no por estatus económico sino, por amor al conocimiento, a la conciencia de hacer evolucionar al pensamiento, retroalimentarse con las experiencias de los otros... en fin, argumento de esa línea. Hombres que al final de cuenta no se la pasaban defendiendo su hombría por medio de un tablero xe registro sexual, porque eran hombres que se interesaban en la mujer como tal, como ser, como entidad cuya indemnidad sigue aun demasiado frágil y expuesta. Pero hoy los hombres concurren masiva y obsesivamente al gimnasio, al taller de yoga, pilates o lo que sea, destinan presupuesto para embellercerse por fuera (aunque sean desastres de seres humanos por dentro), gastan en adminículos varios de uso y goce personal, viajan, hacen cursos, se perfeccionan y no trepidan en ello, digamos que no se detienen y para qué, para detentar un frondoso catálogo de haberes sobre el cual alardear, echar mano una y otra vez como si fueran miembros activos de un tontodromo eficaz que se ha instalado entre nosotros...
Los hombres que conocí hace muchos años atrás practicamente no existen o están tan en otra que es difícil volver a encontrárselos; puede que no les interese en lo que nos hemos convertido las mujeres o peor, porque definitivamente ya no están interesados como antes en nostras. Aquellos hombres que recuerdo valoraban a la mujer desde ángulos diferentes; hoy se nos exige (a mi edad) que @l menos contemos con un pellejo recauchado, mínimo, por favor, no vayamos a darnos el lujo de exhibir arrugas porque entonces somos tildadas de viejas frescas si eventualmente nos interesamos en alguien de menos edad... pobre de nosotras si hay hijos que agregar a la mochila y ni qué decir si no tuviste la fortuna de ir a la universidad........ En lo personal, me han dicho de todo: maraca, frígida, tonta es lo más suave, pajera, ridícula y lo último que me causó un montón de gracia, tanto que lo repoestee «FEA Y MAS ENCIMA NO PRESTAI NI EL POTO». No es que esto no haga nada de nada dentro de una. Al contrario. Yo creo que añade otra fisura, porque inevitable es preguntarse cómo o por qué alguien llega a creer que posee el derecho decirte algo así. Y bueno, entonces debo necesariamente regresar al ¿Y por qué no?
Los hombres de ahora no tienen la virtud de la hombría que al menos reconocía en mi Abuelo, por ejemplo. Tengo el recuerdo vívido de una vez que le dió un par de varillazos en las manos a mi hermano menor, después de pillarlo aforrándome un cachamal..... A LAS MUJERES SIEMPRE SE LES TRATA CON RESPETO. QUE NO SE TE OLVIDE CHIQUILLO!!! Sentenció severo.
Pero los hombres de hoy han elegido diversas y sofisticadas formas de agresión y la más horrorosa, a mi entender, es peor que no ser francos o lo que es igual, ser cínicos para evitar la literalidad. Yo, siempre preferiré que me digan no de una, a que me hagan por ejemplo: Gasligh. Ghosthing o similares. Porque no hay nada peor que la deshonestidad, que se vuelve un tipo de agresión cuando se eterniza una burla o bulling demasiado sutil. Tiendo a creer que los hombres de hoy, en alguna medida han implementado un sofisticado repertorio de castigos en contra de las mujeres; he ahí un encono retorcido a través del cual van remontando su frustración histórica, si ego maltrecho, y esa cantidad incontable de pensamientos retorcidos que se encuentran intimamente ligados a la naturaleza de su género.
El tinder ha sido, al menos para mi, el mejor Magister en años. Al comienzo, me destrozó, pero con el tiempo fui entendiendo la dinámica del ONE WAY. Hoy, estoy entrenando mis habilidades blandas, navegando en el origen del enojo de mis pares, intentando entender en qué parte de la historia fue que nos volvimos contrincantes... Así la cosa, avanzando tres y retrocediendo dos, me gusta comprender que los adultos de mi edad están más cercanos a lo que necesito, y los jóvenes que mucho pretendí, bastante lejos, sobre todo porque ideomáticamente, las novelas a mi haber pasan la cuenta si deja de haber retroalimentación. Y no hay buen sexo que compense aquello.
Duele crecer. Eso es un hecho constatado. Y  cuesta ejecutar lo que nos prometidos haber internalizado. Todo el conjunto abruma. Porque abruma envejecer, ser enjuiciado por las canas (pues debería ser atributo de buena dignidad), por la grasa abdominal por la cual no nos antoja pagar para desaparecer, ser acribillados por todo aquello que no nos interesa y nos exhibe como un salmón ante los demás, un bicho raro que por ser raro, se tilda de feo, de oscuro, de desechable. Lo cual en todo caso, a mi me parece fantástico. Nunca pensé que a estos años sería tan especial que no pertenezco a nada ni a nadie.

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