Fuera de la negrura...

Larga caminata de madrugada,
con los ojos colgando hacia adentro, la quijada desencajada, los dientes gastados, lengua viciosa de tanto paño carnoso o enjuto lamido, mal hecho y a la carrera...

Enfilas raudo por los bordes del río para que el ruido de un inmundo Mapocho silve acaso resabio de un eco de olas endemoniadas, evocando los zurcos más reales que hayan tocados tus pies cansados de obviedad.

He pensado qué tan bueno sea dejar de enamorarme de tu estela, de no ir en esa dirección tozuda que me convierte en un trapo, que venera a otro solo porque tiene un grado de brillantez y gracias, secretas.

Pero la magia es precaria en estos días, de suerte que sirenas tocan su versión de alertas y sin embargo, el ruedo del juego me sopla que hay más girones sobre la piel de mucho, que incluso de los tuyos o de los que yo llevo vehemente cuenta...

Tal vez, de suerte que no coma solo migas... puede que esté más cerca de la comprensión que tantas otras veces que solo fue suposición, porque no me he lanzado sobre este otro hombre tan poco parecido a ningún fantasma y sin embargo, tan exquisitamente familiar. Y quizás, la magia pretendida se esconda en pedazos de tiempo anacrónico, dejando de lado la hilacha de la conjetura, de la odiosa comparación... me llevó de repente a comprender por qué tus delirios me son fatalmente atractivos.

Quiero más personas así, rondándome, a las que pueda acariciarles el alma, las ganas, y la pequeñez del delirio desprovisto de todo, como lo nuevo, como lo no suicida, como lo vivo y lleno de otredad; tanto que la contemplación de la anchura del mar, fije testimonio de no entenderle nada. Qué loco. La diferencia, y la terquedad vestidas de sobrio lobo solitario madurado en su pena. Qué lindo trantándose de un no tú y un no yo.

Sin el matiz de la negrura.

Valiente, Venga!🙋

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