No hay.





El tipo vive debajo de una cascada,
debajo de una oleada en la que supone, 
nunca nadie puede oírlo gritar... Ahí solo
en ese rincón, de cuando en cuando se mofa
del odio, no suda al hacerlo, no tiembla su mano, ni se acobarda; y "nadie" quiere
oírle gritar... Esto es lo que más le atrae  creer. Mucha gente se cree lo mismo.
Muchas personas gritan desde un rincón...
Apenas el vórtice conoce la verdad.
Al resto le gusta creer que no oye nada.

Lo conocí de repente, complaciente que 
daba gusto-susto; tretas más, tretas 
menos, el hilo creía sujetarlo con su
dedo meñique; tensarlo, soltarlo, tensarlo,
soltarlo otra vez... como el juego dotado
de un tipo emborrachado de poder, de don,
con labia de cazador derruido en 
repeticiones disonantes y vergonzosas...
El betún de la vanidad lo enceguecía de
principio a fin; lo que le hacía falta se
llama público. 


No quería creerlo.
Supongo que es el castigo clásico al
entrometido, pero la duplicidad fue 
horrendamente reveladora: Textos, ideas,
semejanzas, atributos y guirnalda. Más de
lo mismo sin esfuerzo por ser disfrazado...
Incluso aquella fastidiosa comparación del
infante a sus anchas dentro de un mundo azucarado... Réplica de fanfarrón, de magnánimo, de protagonista tirano que no rinde cuentas a nadie más que a sí mismo... 

Me lo imaginé con el gesto del amago forzado,
la sonrisa apretada, los dientes filosos y
sarna entre las piernas; con un coraje anómalo... desastroso por donde se le 
mirara. Aunque ya hubiese visto demasiado
de él, seguía sin saber por qué lo odiaba
tanto... 

Presumo que ni siquiera se trata de su
cinismo. Tengo la impresión que en el balotage, lo vi realmente como fue sin
la carencia mía, sin la venda sobre los ojos... 

Lo que no tiene, es lo que le sobra,
su arrogancia dejó de funcionar cual estimulo, todo lo contrario; 
algunas veces, pocas en verdad, la segunda parte de un paisaje (la que queda fuera del lente) es la que debiésemos guardar, en la
que deberíamos detenernos antes de cualquier reflexión, evaluación, juicio o creencia respecto de algo o alguien... 

Ahí encontraremos siempre información relevante, lo que escapa a un ojo 
nublado de su propia carencia, deseoso
en que un otro incompleto, nos repare...
Siempre acechando, siempre doliente, 
siempre creyéndose el más digno de ser
regenerado.

El malandro ocasional no es peor ser
humano que un menesteroso crónico por
desidia profesional.
No lo es tampoco el muchacho insolente 
que cree vengarse del mundo mientras
asegura, comérselo a su antojo.
Tampoco el cobarde que muta de perfil o
sugiere la equivocación sin firmar la paz
frente a frente como lo haría un hombre
de verás, decente.

Nadie es bueno
Nadie es malo
Nadie es sádico
Nadie es honesto
Nadie es perturbado
Nadie es santo
Nadie es sincero
Nadie es valiente

Sólo estamos sellados de algoritmo.
No hay nada más,,,
lo que hay es alucinogeno
lo que hay es certidumbre de protocolo
lo que existe es borrachera si sentido
enojo basura
llanto contraido hacia adentro
pausa en vientres agitados
orgasmo tacaño, breve con un dedo metido adentro, sin penetración...
No hay más.
No hay demás...
Se fue el delta.
solo hay débito gastado, factura por pagar
No hay placebo más fuerte que tu mirada
pura.
Fuera de eso, sin sonido ni eco
repertorio rancio de bis muerto,
no hay.






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