ONE WAY.
ONE WAY.
Esta semana me costó escribir. Más que por elaboradas razones, por la más básica: estoy RAJA!!! Y otro tanto, porque Carlos (al igual que Elena, llamado Juan...) me ha dado un garrotazo de aquello en la cabeza.
La nota,va como sigue. Una noche cualquiera, empeñada en toparme con los espectros locales manoseados de siempre di con él; guapo a rabiar, sobrio, elegante (más face to face), con un tino de puntería inglesa para asestar a casi cualquier párrafo mal hecho, desbancarlo, desmenuzarlo y hacerme pasar verguenzas varias. Era palo seguro. Cómo no. El hombre de edad similar a la mía y elevada altura, rasca las superficies no con arrogancia familiar pero si con una postura nítida que da gusto oirle. Sí, he dejado la virtualización y me estoy atreviendo a salir de la trinchera. Buena cosa mariposa!!!!
Como decía, Carlos no se cuánto es power. Pienso que su gracia reside en una aparente modestia que, en todo caso, no es tal, y que deslinda con la cualidad de la sencillez actoral. Pero en las performances sensoriales de la vida diaria y no en los papeles interpretados a la mala, contradiciéndote, forzándote, siendo un cualquiera menos quien deseas ser. Así que, naturalmente, durante la primera trama de charla el día previo a conocernos en persona, fue muy fácil entenderme con él, no se me pasó por la mente en ningún momento ni hackeos, ni mafiosos, ni sádicos... no mentiras, todo nítido. Un agrado. Pero (obvio que pero había), admito haber visto algo no asumido muy claro: hay una constante en mi que busca a toda costa no merecer el acaecimiento de buenos sucesos, de eventos notables para el bronce. En una línea: NO ME LA CREO!!!!
Y aunque no es precisamente una excusa, puede que tenga que ver con la manera en cómo sobreviví durante la adolescencia, precaria, aguerrida, insolente e insoportable enfrascada en el rol del perro guacho ocupado solo de procurse lo BASICO!!! Nunca, por cierto, un manjar. Entonces tiendo a creer que me mal acostumbré a peregrinar solo en los ámbitos de lo suficiente e incapaz de admitir que la vida ofresca pasajes que te sorprendan. Pero ahora la vida puso sustancia, y yo no sé bien qué se hace cuando el misionero habla grueso, pesa grueso, sabe grueso, y su estampa es tan gruesa que desafía cualquier teoría picante mía sobre la inexistencia de la Sincronización y otras hierbas... Chan!!!!
Así es. Castellano el hombre, precioso de facciones, se tiene una fe pulcra sin arrogancia y quizás sea una diferente, una que emana de la certeza que en la vida solo existe una dirección, y no la bizantina que prologuea discursos repetidos para defenderse de la localidad... Escucharlo abrió un canal clausurado dentro de mi cabeza, esa mítica idea loca de la Marita Quiñelén y esta parte de mi vida adulta, signada con un designio que, claro está, tendría que dar cabida a todo lo que he tratado de cercenar desde un tiempo a esta parte. Pero no es eso lo que quiero destacar. En verdad pasó que al en reunirnos, no me costó nada, cero. La sensación fue de confianza, de apertura, de claridad, y eso se agradece tanto. Con un acento distinto al de otras regiones de España, Carlos parecía sacado de una escens de CSI, pero con Gary Sinese, porque pucha que me contradecía; combo iba, combos venían, combo iba, combos venían (realice usted su imagen holográfica de la escena... ja). Y en ningún momento sentí que fuese un combate, sino un aprendizaje. Primera vez y hace rato que las frases fueron usadas en su justa dimensión, con coherencia, con consecuencia...
Y así resultó que se llama una canción que, de no ser porque él la parafrasea, nunca me hubiese enterado. O quien sabe. Nunca se sabe. ¿Cierto?
¿Qué sabemos, realmente humanos?
El ex héroe del silencio (ven cómo la vida se ríe de mi????) Bunbury... canta una notable canción cuya melodía recita que nos mal acostumbramos a hacer felices a los otros for ever and ever, cuando en verdad no vendría mal hacer pasar susto, de vez en cuando. Macabra la vida... ¿Cierto?
Pienso que si.
Y creo que este mensajero de 1.90, acertado en la convicción, cuya vehemencia le brota con de la entraña, no hace más que cuajar una receta apartada de la mente, dejada a su suerte y remojada en la fe clásica del karma y su carga sin fin. Entonces, Carlos que pretendió llamarse Juan, que se enternece con caricaturas de Hanna Barbera, que se inclina hacia el jazz y que sonríe endemoniadamente poco, pero bonito bonito (todo me parece bonito......) logra lo impensado: darme cuenta de que en la vida, no hay cuenta de ahorro, hay oportunidades, hay hechos, y también claras señales de que la vida hay que cogerla y cogérsela, además, sin miedo, sin angustia, pues si no sabes lo que quieres, al menos ten la valentía de verbalizar lo que no te apetece, y hazlo desde la guata, no para calazar, no para destacar, sino porque simplemente, se trata de ti, y no de un mar de fantasmas que no han hecho nada más que penar, que deambular entre los muertos.
Venga Valiente!-⭐🙋🎆
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