Ternura

Me temo. Única constatación.
Y no me temo por exceso de fantasía,
más bien, por la imposición o recuerdo
de los únicos planos admisibles 24/7...

Temo fracasar en la empresa del equilibrio,
perder tiempo vital en disfrazar criterio,
templar energía, suprimir hechos todo ello
para darles en el gusto.

Pero no te temo a ti, anunciador de los
trabalenguas, de las adivinanzas, de la
maquinaria imvisible deslizándose sin
causa o razón aparente. Me da un respiro,
me causa gracia... aunque sea par de la
conjetura, de la suposición y del mundo
imaginario de donde provengo.

No importa.
Qué sabe el sujeto de la realidad, si la
elocuencia solo funciona en las madrugadas,
en los trasnoches si no hay entrelínea... en las caminatas a solas conmigo misma por el parque Bustamante tras caer las siete de la
tarde. Importaría si me sujetara, si me dejara vencer.

Porque la realidad se construye en base a todo en lo que pones atención, sin necesario ánimo binario o locura indómita... tal vez con más ternura, solo ternura... Y un pizca de valor.

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