Abuelo, échame una mano.



Mario: Si estás oyendo, por fa, pónme real atención. 

Han pasado muuuuchos años desde que partiste. Cuando tengo sensaciones entremezcladas en el pecho, no puedo ir al patio de la caza, esperanzada en hallarte... sé que no estarás en ese lugar pues ese sitio de nuestras vidas, ya no existe más. Tengo tu voz suavecita enganchada en mi corazón, verdad que si, y tus enormes ojos redondamente cafés mate, llenos de una verdad tan arrolladora, siempre me recuerdan la pureza de un ser de luz... eras super joven cuando te fuiste, y yo solo intuía que algo muy extraño sucedía cuando la gente grande entró a mi casa a llevarse nuestra cocina fensa amarilla, un montón de loza que lo era casi toda y unas sillas y unas frazadas... no nos dejaron verte. Pregunté insistentemente por qué no, pregunté las cosas de manera astuta e inteligente como me enseñaste. Nadie respondió. Entonces me convencí que hablaba estupideces...

Pero la vida pasó abuelo, y todos los días me pregunto por qué me tocó esta vida, por qué alrededor sigue acordonándose gente particularmente perversa, deshonesta, obtusa de mala. Sigo sin entenderlo. No creo que alguien pueda responderme esta clase de preguntas. Por ello te pido que me des una mano porque quizá mi pecado más gráfico sea intentar abrigarme, tratar de agarrar momentos, hacerme la desentendida en brevedad para no desintegrarme cuando acontecen episodios en que el Diablo arremete ponzoñoso........ ¿Qué hay de malo en mi, abuelo, que he despertado tanto interés en él? ¿Se creerá que atormentándome de esta manera, usando a esta enferma mujer en mi contra, iré más rápido a lanzarme en el andén? ¿Ayúdame a soportar esta pesada carga por estos pocos días que me quedan en este infierno en la tierra, coloca en mi corazón sentimientos de compasión para alejar toda sombra de resentimiento que tal vez alimenta la creencia del bellaco que puede derrotar mi espíritu. Tú, el ser humano más noble que tuve la fortuna de conocer, el único ser humano ético y moral, el músico e intelectual, el fanático de los Stones y de Neil Young (juro que hubiese amado a E. Vedder), el millonario en elocuencia, el carpintero prolijo y humano sensible de pensamientos lúcidos que más he admirado desde que tengo conciencia. Por favor, si me escuchas, no me olvides, házme atravesar estos pantanos de la manera más digna posible, sin rezongar el odio visceral de la mala hierba degenerada, del efecto lapidario de la miseria en el ser humano, dame la mano y apriétala con fuerza para sentir que puedo resistir un poco más y que de hacerlo, no perder tantos trozos de ser en ese empeño.

Porque de otra manera, no sé cómo pueda salir de esta.
Donde quiera que estés, no olvides que te amo.
Lo bueno en mi ser, lo heredé de ti.

Te extraño.

Comentarios