Descalibradas.



Hay muchas razones por las cuales alguien podría determinar quitarse la vida. Y sin embargo, una sola de peso para resolver una decisión tan dramática. Yo he ido de un extremo a otro reflexionando sobre la muerte de mi gran amigo Edu, recriminándole simbólicamente por qué me dejó tan sola. Y al mismo tiempo, lo entiendo tan.bien, tan pero tan bien que cada día que pasa cuesta mucho más no seguir sus pasos. Solo que cuesta mucho conseguirse un revólver... Hay días que me digo ¿qué cresta hago? ¿Por qué intento repasar los mismos fenómenos anacrónicos intentando acreditar que voy blindada? La gente se burla de mi. La gente intenta que yo me burle de mi misma. Pero yo no quiero ser parte de la burla. No puedo prestarme a eso. No creo que agredirme sirva de mucho. Solo necesito de mi naturaleza y empuñar un hierro frío.
Hay días en que toda la adversidad arrecia y no logro darme a entender. Cómo explicas que no encajas, que por tener un tono, o una forma de hablar, incluso ciertas maneras de exponer, eres de una ciega y cerrada forma y no más allá de aquello. A mi me ha tocado ser impopular, ser agria, ser federica, desaliñada, fome, terca, ruda... ¿Y qué si es así?
¿Me gusta ser la mar de desgraciada? Obvio que no. Los años te van bordando contornos, sombras, relleno y adherencias muchas veces gratuitas. Si defiendes una postura, cualquiera que esta sea, eres complicada y compleja. Pero si quien golpea la mesa, quien eleva la voz o quien usa palabras duras es hombre, ah, por supuesto: es un astro!!! Un líder nato aunque sea un chiflado. Basta que quien desordene el gallinero sea mujer para que todo el escenario cambie. Y eso, cansa. Y mucho.
Yo, no anhelo un perrito faldero que mueva su colita para expresar qué tan feliz está de verme; yo quiero a un hombre que no se eclipse con mi ser. Que no tema mi vehemencia.
Debe ser por eso que lo extraño, al Edu: «Negra, quien podría no amarte si eres tremendamente genuina, diligentemente asertiva e impresionantemente valiente» —Me escribía cada vez que podía... Pero, obvio que hay pero,  proseguía: «eris una cabrona de mierda con las palabras; esas son tus cuchillas...» —Remataba dejándome con una sensación de orfandad.
Y sí. Una semana antes de que se pegara un tiro en la sien, discutimos duro. Básicamente lo instruí a que se pusiera de pie, a que el amor era una mierda, y que ninguna hija de puta se merecía que él sufriese de la manera en que lo contemplaba padecer.
Cuando Erika Stillner me avisó, yo estaba viviendo en un ínfimo sitio interior de la calle Beauchef. Apenas sobrevivía con un par de sopas en sobre, unos fideos que se cocen dentro de la plumavic, y unos panes añejos que hasta debía rasparles el moho... y escribo esto para graficar cuan en otra me hallaba y qué cosas eran las que ocupan espacio dentro de mi mente. Recuerdo perfecto ese momento porque mi gata celeste había estado peculiarmente inquieta: ¿Pero cómo estás de ánimo? Fue la tercera o cuarta frase dentro de una llamada irregular desde Puerto Montt. ¿Problemas de ánimo? ¿Yo?  Bah. No. ¿Debería? Pero Ángela, en qué mundo vives, mujer: Se suicidó el Eduardo... lo encontró el Omar hace unos días...
Tengo la sensación de que en un segundo mi paladar se fue por la garganta. Tengo el recuerdo de azotarme la cabeza contra el piso porque no había nadie ahí.para detener el impacto. No sé cuánto tiempo estuve tirada. En esos años no tenía celular, pero si retengo todas las circunstancias posteriores y cada una de esas fotografías mentales, revisitan los mismos tonos áridos de la pesada agonía que significa perder a alguien de ese modo.
A veces, hay días duros que esas fotografías se superponen, porque también intento aferrarme al hombre vivo, al genio, al emblemático hombre cuenta cuentos e historias que era mi amigo entrañable cuya única razón de peso siempre fue el.amor. Amor para bien, amor en tiempos del cólera, amor fetiche, amor sobre los puentes de Madison, amor aguerrido, amor desatado y amor no correspondido el que finalmente, se lo llevo.
A veces pienso en.lo mucho que nos parecemos. Y hoy le esquivado la similitud. He preferido recordarlo lleno, pleno, auténtico.

Comentarios