Go on...



Hoy me he preguntado qué pasaría si supiera que este, fue mi último día sobre la tierra. Y me dije sin titubear: Emocionarme... Creo que mirar alrededor y llorar por lo que contemplas, no de pena ni de tristeza sino por la magnitud de lo que es, como una hermosa fotografía de colores que no pueden reproducirse; todo lo que cabía en ella se inmortalizó justo en el momento que se abrió el diafragma y lograste captarlo todo. Pero todo todo. No hay nada más allá que ese momento en que sabes que eso fue la vida: Emocionarse momento a momento, segundo a segundo. Viví cosas fabulosas, fui amada intensamente, tanto, pero tanto tanto que sentía que el corazón iba a estallarme, que no cabía un pedacito más en mi... A moment, a love, A dream, a laugh, A kiss, a cry, Our rights, our wrongs, A moment, a love, A dream, a laugh, A moment, a love, A dream, a laugh...

Y en días tan extraños como este, lo recuerdo. Intento no olvidarme de todo aquello, cuando el corazón se aprieta, cuando creo que este mundo es demasiado duro para resistirle un día más. Camino por las calles de Santiago, reconociendo sus aromas, sus sólidas estructuras que se nublan entre gases y residuos, combinando pulso con la respiración de la gente que la avanza, que la sobrepasa sin darle chances, sin entender que esto, la tristeza, también es la vida. También es el aquí y el ahora. Contemplo a la gente apresurada, a aquellos que siempre anhelan estarse en otro lado, que trazan mapas artificiales con rutinas que pretenden la exhibición de evidencias mediomediales, me quedo pensando en cómo será de dura la soledad de ellos, la carencia primaria que no se acaba con nada... la necesidad de endurecer el cuerpo, de cansarlo, de agotarlo para que se olvide de todo; cambiar un vicio por otro... Una y otra vez hasta que no quede nada de sí mismos. 

Me doy a la faena de observar, eso que más me gusta, espiar cuando nadie está viendo, volverme extrema e invisible, subterránea al punto de desaparecer, al punto de entender que el no estar, no marcaría ninguna diferencia. Las personas continuarían ensimismadas, seguirían deseando correr, avanzar, hallarse siempre en otro lado, jamás vegetar sino, acrecentar los bolsillos, los accesos, las estipulaciones que declaran que son gente de bien, que lo hacen espectacularmente bien, que no hacen cosas buenas que parecen malas... Que ellos están bien, que ellos están la mar de bien.

Y en mi tiempo de observación, sólo la naturaleza me responde (como siempre), se inclina ante mi y me abraza lanzándome una brisa exquisita, suavecita que hace cosquilla sobre la frente... me avisa que mire arriba, bien alto, sobre los cerros de santiago, date cuenta de los cordones circundantes de los contornos y que matizan al verde, al ocre, a los rojizos y caprichosos terracotas... no les pierdas la vista, eh. - Me dice una y otra vez cuando ve que no puedo más de emoción. Y entonces comprendo que solo se está solo si no observas, si estás más ocupado de todo aquello que provine de la inutilidad de un silencio mezquino, pues cada sonido de la vida, está vivo, está presto, está latiendo. Nunca se ha detenido.

Aprendo vertiginosamente a sortear cada uno de las atascadas de la vida... lo hago esperando la gran jugada.






Comentarios