LA SECUENCIA EN EL KARMA. (Cuento/Febrero 2018).



El ruido del secador de pelo aturdía siempre a la misma hora. Así que entre 23:37 y 23:46, Rafael metía unos isopos en sus timpanos y daba play en el Deezer. La primera canción debía ser de rock pesado algo que conseguía con Maiden o Sabath. Pasados los cinco de tortura, oscilaba hacia creedence lo que volvía inevitable ciertas imagenes coladas de Carusso y CSI MIAMI... Ya hacia la segunda estrofa de la canción de turno bajo el minuto ocho, Rafael comenzaba a golpearse el muslo derecho con la palma de su mano, he inconscientemente, tendía hacia el ánimo pendenciero en contra de Paola.
Pero Paola, ajena a la finta autiva diaria de Rafael, solo le ocupaba su sagrado ritual estético; domar su greña africana y transformarla en una lucida cabellera abc1, aunque para esfuerzos la revelación ni siquiera hiciese un buen promedio. Ella llegó a Chile tentada por la gracia promiscua de la bonanza publicitada, corroida por el resentimiento en contra de Chavez, pero seguro que forzada por el hambre intestinal que mete bulla y quita muy rápido el sueño. Pcco sabe de las costumbres de Santiago, menos pretende inmiscuirse si no le han llamado, pero ello no disminuye su volumen ni tampoco mete gana en agudizarle sentido común o el respeto de ciertos pactos que se promueven medios tácitos... Pero es Rafael quien sacrifica umbrales, o lo que podría ser despiadado e inhumano, es él quien la invisibiliza. ¿O Paola no se interesa en sobriedades que no le son propias?
Rafael suspira. Mete un cigarro a su boca. El balcón de junto exhibe pañales de recién nacido. Es verano y la gente no sobrevive si no es en aventura de exponerse a ventanas abiertas. 23:47. Se quita los audífonos y arroja la colilla contra el vidrio. Los vecinos duermen. El bebé, al parecer también... la estela de nicotina se cuela por la rendija. Paola apaga las luces. Se oye el portero eléctrico. La última que sonó fue de Audio Slave...

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