Lo hecho. Hecho está.



Lo que hice fue mostrarle las páginas donde suele escribir y publicar. Revisamos fotos, releimos frases, comparamos el conjunto y claro, la sentencia fue la misma: EL QUE NACE CABRON, MUERE IDEM. —Me dijo,con un majadero. Y luego señala que sería la primera y la última vez que realizaríamos un ejercicio así, porque él no era detective privado sino doctor pero que sí, me daba la razón... detrás de todo eso sí existía disociación, psicopatía y perversidad, y que era un foso foco de infección del que había que sacarme inmediatamente sin cuestionar. Más allá de qué tan parecidas sean las mujeres en que centró su atención, de la belleza maniquie vuelta ensoñación, y ese largo etc base de mi hastío, es y son asuntos que ya no me competen. Recoger un guante invisible no mejorará la sensación de injusticia, de mal trato ampliado y burla incomprensible. El daño está hecho y la forma de corregirlo quizá deba ser tan radical como pararse en frente suyo y decírle fuerte y claro qué tan mala persona es... Pero, ¿Qué conseguiría realmente?
Hace unos pocos días atrás, festinaba con la idea de ir, entrar a ese universo premunida de un enorme valde lleno de pequeños papelitos de colores y, estando ahí, de seguro en hora peack rodeado de gente cínica, aventárselo y gritar lo más fuerte posible: FELICIDADES HIJO DE PUTA!!!!!
Y sí, considerarlo mentalmente, me alivió. Me sacó una buena risa. Pero al instante siguiente me dije: Y después qué.
Esta es la parte de la reflexión atemporal en donde siempre me hago la misma pregunta: ¿Podría volverme Jim Carey e intentar extraerme de la cabeza determinados recuerdos? ¿Qué pasaría después de hacerlo, sucumbir al destino igual de cabrón, odioso en inclinarte en la misma dirección?
Entonces, mi parte sana y empeñada en mejorar logra lo impensado: ¡Let it be!
Me digo: Ya está, déjalo ya, que haga, piense, escriba, sienta, pegue, ironice, lo que sea. No importa ya. Qué más da. Es su vida, no la tuya. A él, la tuya no le interesa en absoluto. Al contrario, sí tiene tiempo para imponerte su peculiar cinismo. Y es cierto. Qué más da. No existe un mecanismo que detenga su obrar. Y tampoco debe importar ya. Lo relevante es que su naturaleza carroñera, está a la vista.
Esta es la sentencia que a mi, me sirve. Es como haber aprendido a identificar, a ver de verdad, sin deseo, solo con lucidez.
Pienso ahora que estoy sola en andén del metro, todas aquellas veces que quise desaparecer porque creía que no estar, no haría diferencias y me digo que es muy impresionante cegarse así, olvidarnos de nosotros, de que no es fundamental cómo nos pegan para acabar así dederrotados sino quién es el que nos maltrata, tomarlo de verdad de quien viene, darse cuenta de quién es quien, y de esa forma abastecerse de energía. No al revés. Estas personas de poca valía no son las llamadas a colocarnos una soga al cuello, son llamadas a abrirnos los ojos para jamás olvidar quienes somos, de qué estamos hechos, perdonarnos por habernos relacionados irresponsablemente con ellos, y sobre todo mandarles el mejor deseo del universo para que encuentren verdadera paz, y genuino amor. El que se grita a los cuatro vientos y se defiende. No el que se insinúa por entre rendijas para lastimar a los demás con propósitos egoístas.
No necesito más evidencia.

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