Mala Conducta.



Siento que el aprendizaje más significativo de mi último año es perderle el miedo a la mala conducta. Dentro de estrictos márgenes de cínico protocolo burocrata/administrativo, me empezó a seducir la batalla invisible; línea cruzada de reflexión que agranda el cerebro y gente encaramada en posiciones de poder (acá entra también: gente que se tiene mucha fe y que abusa de su suerte). Y en estas faenas belicosas entendí que jamás conseguiría mucho permitiendo que la rabia me nublase o que el coraje anclara mis habilidades blandas (quizá, no tantas, pero sí, elementales para no morir desgarrado en la trituradora emocional del día a día). Muy por el contrario, fui desenvolviendo mucho pre—juicio sobre cómo ser, cómo me veía la gente y qué híbrido acabas siendo. Punto de enfoque, ser intuición, ser guata, ser asquerosamente honesto aunque te tilden de tantas fenomenas e hirientes maneras.
Hoy, cuando alguien pierde de vista el sentido de la proporción, la cordura, incluso la amabilidad ante circunstancias específicas, no me apetece ser considerada ni amorosa, mucho menos: simpática. Al final del día me acerco a criterios muy de madre, de la puta madre. Y no es talla. Al final de día me resulta muy cómodo acercarme a los genes, pero con la sutileza de dosis propia.
No tengo más ganas de dulcificar mi voz ni de atemperar mis salidas de madre. Dejó de interesarme. Es como si de repente, el golpe y toda la situación hubiese removido todo el sarro desde dentro de mi cabeza, habilitando comandos cerebrales que me dejan boquiabierta poniéndose en acción: La gente temeraria, la descortés, la alambicada, la petulante, las que silban para no gestionar su ruido interior, la necia, la arrogante, la....... bue..... tanta de esa gente. Solo tiene miedo.
La gente que no lo tiene. Sencillamente dice lo que piensa, pero con el don de la sutileza, sin ofender, sin acalorarse, incluso entendiendo que la levedad del ser humano oponga el máximo de su resistencia. Tanta que haga falta un mangaso por el otro costado para acercar a todo el otro tramo que no apareció en esta pasada.
Es tan bueno ver. Tan impresionantemente  sanador soltar, ignorar, dejar pasar, avanzar.

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