Maleza.



Siempre he dicho (aprendí...), que no es bueno confiar en las personas silenciosas. No sé, nunca emiten opinión, pocas veces sabes cómo son en realidad, y muchas veces, más allá del obrar, la mirada de este tipo de personas provocaba en mi solo un escalofríos lumbar y mucha, mucha desconfianza. Prefiero a los fanfarrones, al fiestero o incluso, al socarró. Y no me equivoqué (externalizarlo en caso alguno es motivo de alegría o celebración). La gente subterranea me parece ser la responsable de muchos desastres; hornean su vida en completa enajenación, se rascan con uñas propias y para esquivar, usan sonrisas mariconezcas... los he visto por montones. Y hacia el final, viene el zarpazo. Ese que no falla y uno acaba preguntándose: Pero cómo lo hizo.... en qué momento..... cosas de ese tipo. Y bueno. Debo lidiar con ello constantemente, pues en el medio laboral hay tantos cocodrilos como serpientes esperando devorarse la mejor tajada.
Hay una mujer que me recuerda tanto a mi vieja, que me da puntada en la guata; fría, calculadora y especialista en burlarse de la gente de un modo espectacularmente sutil. La gente le brinda paraimonia y de cuando en cuando, incluso se someten a su arte repugnante sobre lo cual, la mujer solo se ríe conun aire que me perturba. Confienzo que nunca había sentido que tuviese que defenderme de este tipo de mujeres. Hoy si. Hoy creo muy posible que sea necesario.
Pero a veces creo que esto es mucho más que un día de entrenamiento; sospecho que esto es un Reallity y por eso me impacta más. Me pregunto urgida porque se me clava esta espina, qué clase de performance cósmica me lleva a preguntarme qué reflejo en ella??? O será que su manía me friega tanto como si estuviese repitiendo una escena tan conocida del pasado...... todas esas veces en que era imposible alcanzar a alguien tremendamente autosuficiente y brutal de arrogante. No me gusta sentir esto, porque me coleriza, me oscurece, me pone a prueba una y otra vez, observando cómo de tirana se ha vuelto la gente, indolente, imbuida en si, prepotente de creer que no hay un alrededor, que nada más existe que su necesidad.
Sigo pensando que las razones de este viaje, no mutan. Y cada día que pasa, tarjo uno más de los que me separan de mi partida.
Nada qué rescatar.
Solo un amplio desierto por donde no crece nada. Solo maleza.

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