Mayo.
Hay
una tristeza implícita en el aire. Lo sé.
La
mala memoria sintetiza la bruma ideática
de
mayo; tu cumpleaños se vuelve celebración
extendida,
muchos días, semanas y sigue entre
recuerdos
que se abastecen a sí mismos...
Loco.
¿Cierto? Pues la parquedad de tu humor
a
veces no daba tregua a protocolos, entonces
los
limbos para perderse en la ciudad se veían
la
mar de fantásticos; nunca pude seguirte
verdaderamente,
el paso. No se podía.
Yo
hoy no festejo que cumplas años, brindo por
La
sensación primera de completarme en tu amor
Tan
llano y genuino, tus habilidades matísticas,
La
pimienta de lo cotidiano. Heme aquí, con los
Dones
del oficio que me instruiste practicar a
Diario,
para botar el miedo, para temperar la
Muñeca...
Celebro
entonces, que el no verte me mata, que
el
no escucharte, asesina todos los días, un poco
que
nada borra las charlas, las risas, las peleas
siniestras
en donde aprendíamos más cada noche de
nuestras
emblemáticas pasiones literarias.
Mayo
ya casi se acaba, y aún no aprendo.
mayo
sigue en mi retina como el mes duro,
como
el trance de no saber, enterrarte,
de
llevarte conmigo, en mi escritura, en tus
consejos,
en la sabiduría.
Hoy
wasabi a tu salud
Hoy
sake, en tu nombre
Hoy
fiesta de emociones en mi retina...
Duerme
tranquilo que el mar está en calma.
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