Mi primer paso gigante...



Hoy olvidé el celular en casa. Pocas veces me ocurrió (o ha pasado), y no ocurrió nada relevante o digno de destacar. Llegué hace poco rato, y al cogerlo, solo tenía 2 llamadas perdidas, dos wsp de una amiga, muchos de los grupos de trabajo y práctica, pero ninguno de nadie más, porque en verdad, no hay más.
Y ese no haber más se sucedía junto en momentos que, un hombre realmente bueno de espíritu, me hacía compañía desinteresadamente por mi dificultad de desplazamiento. Entre otras cosas, arreglamos el mundo a la luz de verdades groseras, como comprender que casi todos están en la vorágine de rascarse con sus propias uñas; vimos al mundo como un lugar inóspito pero que es y que somos dentro de él, no es algo que podamos solucionar amargándonos o enfrentándolo con más dolor. Nos pusimos a contarnos nuestras experiencias exprés, reflexionamos sobre algunas coincidencias con la sensación al tragar un poco de saliva, que en todaa partes se cuecen habas.
Yo le dije: Sal de ese lugar amigo, porque no hay nada más terrible que te quieran mal o que lo hagan a medias!!! Y él me dijo: ten fe muñeca, que lo tuyo anda cerca, rondándote. Y entonces sucedió algo inimaginable, solté una enorme carcajada, estruéndosa y muy, muy sincera: Luis, esta es la vida, aquí, ahora, me ronda a cada segundo, en cada minuto, fome o intenso, grande o pequeño, agraz o dulce. Lo que necesito, lo tengo a manos llenas, porque me tengo a mi y estoy conmigo. —Rematé.
Cuando me subí al auto que me trajo al lugar de reposo, vi una sonrisa en cara de Luis que no le conocía en él pero sí me recordaba mucho a mi misma el día que pude soltar  Bruno, la vez que perdoné sus traiciones y dejé de cuestionarme por qué yo. Y verla en él me hizo sentir una enorme sensación de esperanza, pues sé que será su primer pequeño pacito para deslastrarse de su mochila, del hombre que no lo valora, del tipo que no le agazaja con una cena sorpresa, del hombre que lo ha invisibilizado y él sabe que no puede llevar hacia el futuro.

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