No rebanadas.



Son las 20:54. Y tu mensaje llega repentino. Me pilla comiendo pasta de arroz (sabes que el gluten, me mata). Y me dices así, de la nada, que estás en casa y desenojado....... Ja!!! Qué buena risa me sacaste. Me arreglaste el mes. Pero, nada cambió; soy la misma a la que llamaste desequilibrada más de una vez y te aseguro que de aquí y en más, lo sea a rabiar, pues se acabó en cuento de la criada....... El día que vuelva a abrir las piernas no será para follar. Te lo aseguro.
Pero, déjame decirte que me alegra que estés desenojado, tal vez ahora entiendas un poco más el desenfreno, los ajustes de cuenta, la dinámica de entenderse y comprender a los demás; rascarse, sangrar.... Capaz y ahora veas más allá del horizonte.
Agradezco la invitación, la oferta de vino, de masaje desestrente y todas las alusiones que confirman que sigues tratándome como a una más, con la que te gusta tirar, claro está, y la que gustas acariciar. Pero necesito más. Y ese más no tiene notas ácidas aunque no puedas verlo como yo.
Así que nada de hacer la mitad yo y la mitad tú, no hay un medio justo entre nostros; justo sería que me quisieras sana antes de cualquiera otra circunstancia, que me quisieras aún sabiendo que sigo atrapada en el recuerdo de otro nombre, que me protegieras de los cabrones, que me vieses transversal e igual, con carencias y necesidades pero capaz de salir adelante.
Pero, yo te quiero de la misma manera que ya lo demostré, entera, entera en lo que se refiere a mi cuerpo, pues no hay nadie más aguardándome y con la disposición de intentarlo, pues ha llegado el tiempo de la siembra.
Si quieres abonar esta tierra, deja de ponerme migas. No me interesan las rebanadas de nada.
Mi pasta se enfría...

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