Quemados.



Hacía años que no me resfriaba como ahora. Se me cerró la garganta, pica, hay fiebre, tos y todos los otros requisitos que conocemos en extenso. O sea, me vino fuerte. Y como me dijo un amigo hoy: alguien te lo habrá pegado!!! Qué sé sho!!!! Y noté de inmediato hacia dónde se dirigía el dardo. Pues me temo que no. —Le he respondido en seco. ¿De adónde? Más puede ser una baja de defensas... Y de seguro, eso ha sido. Porque mi cuerpo lo siente.
De unos días y a esta parte, noté que andaba muy frágil, uno detrás de otro sobrevinieron los manotazos y lo sentí. Tuve reacciones alérgicas y estas son las manifestaciones físicas de todo eso.
Como me explicó una sicóloga bien informada, tras el evento de la Constelación misma hay cuatro períodos bien marcados pero que sólo son detectables al tiempo después. Inicia con un deaaguizado de emociones contrapuestas que abordan desde el ser errático hasta la aparente neurosis. Luego, un bajón anímico en donde se siente cierto aturdimiento y desgano emocional. Pronto llega el llanto agudo y luego finaliza con la pérdida de defensas orgánicas pues es símbolo de que la mente ha estremecido al cuerpo obligándolo a detenerse. Y yo, estoy justo varada en ese umbral, trastornada con este bajón moquillento que me tiene tiritona.
He preguntado por qué necesita pasar esto, por qué debe alterarse el cuerpo, por qué pierde su blindaje séptico. Y me han dicho que es porque el cuerpo físico se adiestró a luchar intentando que el cuerpo espiritual experimente verdaderos cambios. Y me ha resultado una explicación bastante coherente. Al menos me hace sentido porque el pecho duele... Aunque hayan otras cuestiones muy difíciles de procesar, tales como esos enormes muros que flanquea alguna gente, esos cañónes apostados y que rodean sus incomprensibles trincheras, o la urgente necesidad de aprendizaje sobre ritmos y pulsos ajenos que tanto debiese obligarme a cursar... No me importa enfermarme de este modo. Sé que mi tozudes impide que la dinámica de regeneración se de en otra forma menos violenta para mi cuerpo. Y entiendo, además que todavía necesito separarme de fenómenos burdos, despegarne de la desazón, como se dice en buen chileno: aprender a ser más egoísta e individualista, que no me vendría nada de mal. Siento que he visto naturalezas profundamente marcadas, tan dañadas en su indemnidad que no saben o no conocen otra manera de defenderse que no sea causando más daño, incluso a ellos mismos. Yo, yo que creí que lo había visto todo incluso me he quedado corta. Vaya qué si.
Esta dimensión en donde mi cámara abre su diafragma e intenta captar lo relevante y necesario, advierte que por fin, me he descolgado de deseos inútiles, cada vez más alejada de la estirilidad y más sintonizada en el relato verídico que se contruye en mundo real, con aportes transversales de gente inesperada que he aprendido a respetar y con un definitivo desechar de una amplia gama de individuos que, a la larga siempre acaban alumbrando su verdadera esencia animal.
Hay momento en podría dejar vencerme por esos mismos sentimientos de bronca, pero luego me digo: ¿En serio? ¿Acaso no estuviste ahí demasiado tiempo como para ya desear regresar?
Entonces, más pronto que tarde, solo me alejo, bajo la cortina y solo dejo que la vida avance sin mi rezongo. Dejo que siga donde deba de ir, pues lo único cierto es que la vida es siempre en estado presente. Porque por fin tras casi 18 años comprendí lo que me dijo una vez la Paula Richards: «Querida, te juro que no pasa nada, créemelo. No pasará absolutamente nada si dejas de hacer la producción; toma palco, olvídate, deja que los cazadores con visceras colgando ensangrentados y dolientes, te pasen de largo. No emitas sonidos, no llames la atención. Tú, quédate quieta y deja que el universo se mueva alrededor de ti y contigo. Pero dejar de hacer la producción» Y eso hago.
Ya no necesito  buscar al candidato, comprar los tickets, preparar la cena, bailar el caño, desvestirme a antojos ajenos, abrirme de pieernas y fingir que me he realizado. Ya no tengo dudas de que necesito mucho más, sobre todo, más calidad antes que cantidad, más bondad, más de todo lo que hoy no veo en varios kilómetros a la redonda. Y de siente bien. Se respira con mocos, pero con alivio. ¡Ja!
Buenas noches, humanidad.

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