Singular tipo de villanía.



A propósito del Alfaguara y el texto que me ha costado bastante pulir, me asesté la pregunta de Adolfo del por qué había elegido aquella portada. Y sólo se me ocurrió responder que si la vida era sobre un surfista, lo «lógico» era apoyarse con la imagen de una ola, o algo que nos evocase la bravura del mar. Pero el malandro me lo reprocha, diciéndome: perdón, ¿No es acaso la vida que hubieses querido para ti? Y en ese caso, apilemos una ruma de resortes en formas de signo interrogación. Sería más honesto, mujer. —Liquidó con su peculiar ironía de la puta madre...
Era natural volver sobre ello, pues ni el libro revela ninguna cicatriz, y me excedí con creces en la cantidad de páginas que hubiere sido razonable dedicarle. Pensar en el muchacho que inspiró el arranque de esta novela, si bien no es anecdótico, tampoco rebasa lo singular; viéndolo muy de cerca concluyo que incluso, de haber mantenido mis fintas de seguro nada habría pasado pues, muy cercano a nuestro motelazo, conoció a la francesita que hoy le quita el sueño.
En sus propias palabras, pertenezco al copioso módulo de peucas o putas con las que se acostó y que ahora, le significan verguenza mirar o recapitular. Y claro, yo, en su caso, tal vez pensaría parecido teniendo en cuenta que mutó hacia la complacencia de quien lo mueve con el meñique, y me parece estupendo. Siempre es maravilloso que nos surtan de nuestra propia medicina. Condena insuperable de eficiencia retributiva.
Pero aún así, a pesar de su mariconezca actitud, en el sentido de cagarse encima de casi todo, la novela se trata de un tipo cuyo cerebro está impedido de obrar en modo diverso al que por genética le pertenece. La narración contada en flash back, bucea sobre las tendencias psicopáticas de la gente con desordenes de personalidad importantes, y cómo ello impacta la precaria racionalidad de aquellos que dicénse normales o sanos. Marca una escena en la que al reputado insano, le es antojadizamente fácil vulnerar la vida ajena, sin permisos, sin límites, sin credenciales. Y en este sentido conocer la psicopatía de este muchacho ilustró mágicamente tópicos que deseaba recorrer hace mucho. Hoy miro hacia allá y ni siquiera me cuadro con una emoción nítida, de seguro porque él no solo hizo mal las cosas con respecto a mi, sino porque el tiempo mostrará que continuará haciéndolo respecto de otras personas.
Las personas de su tipo se abren el paso por entre la multitud con la creencia del no—miedo, pero en verdad, lo que pasa es que no les importa por dónde van ni qué fenómeno se produce en la gente tocada ante su frenética arremetida. Personas como este aparente buen ser humano, lo que hacen es mascar y engullir lo que les apatece sin interesarse en el vamos para poder hacerlo. Solo lo hacen y ya está. Y puede que hasta no sean fisilógicamente responsables de ello.
En lo que cabe, Javier abrió un universo de posibilidades sobre el comprender qué lugares se encuentran vetados, ética y moralmente hablando y me ayudo a conquistar mi visión apartada del snobismo tan trucho y singular de este país lleno de siutiquerías a granel, pues la estupidez del exhibicionismo fue lo que superó todos mis umbrales de tolerancia.
La novela agarró su vuelo y está robándose mi corazón porque a la larga, me incita a convertirme en asesina, en delincuente profesional... en convicta que por honor, paga su precio. Y no en vano.
Qué espectacular es poder dar respuesta a circunstancias que en la vida real, jamás la tendrían, solo porque hay mucha falta de valor que se disfraza con dardos cargados de estupidez humana.
Siempre he dicho que escribir me permite expiar casi todo y es cierto, pues lo que alguna vez vi en él fue lo mismo que le pasa al sediento en medio de un vasto desierto creyendo que tiene escasas posibilidades de sobrevivir. Tan solo un reducido oasis imaginario.
En la práctica. Solo mi versión mejorada a través de unas casi 275 páginas de basofia, puedan ilustrar al mejor villano sofisticado que he logrado en casi 18 años de escritura dedicada.
Leerlo así, me ha liberado de cualquier sombra.

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