Tu Don.




Dejo de lado el rencor cuando acudo a ti,
más allá de las apariencias... y a veces,
a veces te he encontrado tan dispuesto 
a hacer el bien, a convertir bofetadas en 
caricias desinteresadas. Hay días que...

Te leo como un moribundo, sabiendo que
en tu entre línea existe síndrome de micro
esperanza. No hay más juego más temerario
que el verdadero amor, sin trabas, sin lengua...
Amor silencio brindado a los condenados.

¿Qué brinda sentido a la vida sino el amor?
La odisea de atravesarse un mar llano y
dispuesto no cimienta la pasión de brújulas
traicioneras... ni siquiera el deseo de dar
con el puerto y follarse a la ciudad... Pero
el amor al corazón, el amor al corazón, sí.

Hay un talento sin arrogancia que se expone
cuando uno ha dejado de tenerte fe, no hay
malicia ni ahogo en la rabia acongojada que
brotaba, oscura, rebelde, insidiosa. No está.
Se fue. Y el mar sin furia ha dejado de escocer...

Al leerte así, desprovisto de recursos estéticos,
regresa a mi memoria el diamante segundo en 
que abrió un oasis enfrente, imagen sin sombra,
sin atributo conocido, salvaje y hundido a la vez;

descorazonado lleno de remolinos en su ser...

Abandonada la expectativa, aparece el niño sol,
el alma mar, la tibia caricia que lo compone,
fácil... todo se aquieta, surge el don de la verdad y
tú y yo, no existimos más; lo que hay es amor, no
posesión. ¡Lo he comprendido! Al fin.

Qué bonito se lee, qué dulce es la bonanza de luz
y que grandiosa provisión de genuino respeto, sin
gloria, sin resabio de vanidad, sin testigo más que
un silbido tibio para la justa atención.

Quiero abrazarme a tus palabras, porque no podré 
abrazar tu entidad. Y créeme que ellas contribuyen
más de lo que puedas imaginar, porque tu amor de
alma vieja, tu vibración de ola digna, vierte su libertaria
esencia en mi, sintetiza a mi corazón, me lleva en paz
al sitio al que voy.

No hay rencor.



Comentarios