Venga Valiente.



Mi mamá tenía la odiosa costumbre de decirle a todo el mundo que yo era una niña muy dura, la MAS DURA de todas sus hijas. Avanzada la vida y las consecuencias, su argumento para baipasearme era el mismo: Pero qué querías, de todos mis hijos siempre fuiste la más fuerte. Ahora que ya no está, tengo la sensación de que su decreto me cagó la vida, cosa que otros cifran distinto. Buena fortuna. Pero yo pienso una cosa más, pienso que nuestros padres nos desgracian la vida pero no sé qué tanta conciencia tengan de ello. Y también, que mientras miremos como hijos, seguro el registro hacia el atrás no variará demasiado.
Pero evaluar como un adulto más ese escenario, no es tan fácil pues el daño residual quedó inscrito en la mente del infante y  no en la del personaje grande que debe hacerse cargo de lo que acabó convertido. La transversalidad de los roles no toca igual, eso es un hecho y el adulto convive con el rediduo de recuerdos que sostiene en su mochila, no por decisión propia sino por lógica consecuencia. Entonces, vuelvo a aquello: quién es juez para determinar qué rol imputarte cuando apenas eres un crío??? A la postre, esa corrosión en nosotros impacta en el actuar; no somos lo mismo armados que desarmados, heridos que sanos, bravos que amilanados.... Si la máquina nos aplastó de alguna manera, no es lo mismo. Nunca es igual. Créanlo. Nunca más.
Pienso en cómo era hace 30 años hacia atrás, cuando una noche me entró el coraje, la bravura, el aleonamiento de la sobrevivencia y me escapé del hogar común sin todavía alcanzar los 15. Yo solo estaba pensando en los varillazos, en la ofensa diaria, en el bulling. Yo pensaba que había algo más, algo que no podía resumir pues no estaba escrito y yo debía construirlo fuera de esa vida plagada de tragedia. Así que en ningún momento mientras corría, miré hacia atrás... Entonces: ¿Por qué lo hago ahora?
Creo que tengo una pequeña luz/idea, la villanía indescriptible de un ser tan aliado con la locura, encendió el farol... quién iba a decirlo??? Pero si. Puede que sea yo mucho más fuerte de lo que pensaba. En verdad qie si.
Así que vieja, donde quiera que estés, échame una mano y hazme olvidar, ayudame a crecer, inspira mi energía para rescatar del atrás de lo único importante (mira que mientras te escribo, en mi oreja suena Perales...). El coraje que me hizo valiente.
Lánzame un abrazo que dure este último tiempo.
Gracias.

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