Cuando te reconozca...

Uno de los temas que postergué un montón en terapia, pasaba por descubrir a qué se debía la coincidencia medio traumática de poner los ojos (siempre) en tipos más jóvenes. Y en algún punto de las pláticas sabía que época de enfrentarlo se aproximaba. Y hoy llegó el día de enfrentarlo.

Le conté a mi psicóloga lo que yo misma pensaba de aquello. Parti por decirle que me parecía más, uno se enganchaba de partes de personas, de razgos, de sensibilidades, de formas de ver la vida, y que a veces, todo eso yo lo hallaba en gente de menor edad que la mía pero que no necesariamente era requisito para intentar conocer a alguien. Además, insistí en el hecho de que descartar a gente de más edad también obedecía a que las dinámicas de relacionamiento con éstas no se me daba fácil, al no sentirme de mi propia edad cronólogica. Entonces, las inquietudes y visiones de aquellos, no lograban identificarme. Un ejemplo clásico que siempre uso para graficar este asunto son las políticas de sueño. Yo suelo casi no dormir bajo estres o dormir poco, suelo conversar mucho cuando me aproximo a alguien que realmente me motiva o interesa, y me agrada la gente alegre, optimista, sencilla y motivada. Y pasa que la gente que va sobre los 40 (no todos, evidentemente), a veces vive ennegrecida, cabizbaja, entroncada con la parte oscura de una formación muy castrada. Todas cuestiones que yo repelo apenas las siento. El último personaje «grande» con el que intenté estar, era un ex pololo (53), de quien solo conservaba los mejores recuerdos. Pero estos recuerdos de mis 17, no tenían nada qué ver con el tipo del reintento, un gallo que gustaba de acostarse temprano, de hacer cosas piola (piola para él era quedarse echado en cama), y que necesitaba horario para tirar pues al día siguiente se exigía la observancia de las reglas del cumplimiento laboral.
Atrás había quedado el chico del estupendo sentido del humor, apasionado e insurrecto que recordaba. Cero.

Creo que más allá de él, algo en mi detesta el arranchamiento porque sí. No necesito estar en la cresta de la ola todo el tiempo, ya no, pero si me entretiene descubrir instancias entretenidas en donde la novedad ventila nuestras neoronas apesadumbradas en el rigor de la rutina que a veces se vuelve insoportable. Y algunos hombres que nacieron después que yo, tienen la particularidad de congeniar y conllevar muy bien dos cosas que aprecio mucho en la gente: lucidez y sentido del humor.

Y esto fue lo que sinteticé a Paula: los hombres jóvenes en que me he fijado, se han mostrado tanto cleaver como simpáticos y seguramente esa combinación adicionado a uno que otro elemento físico atractivo, les volvió dinamita en un determinado momento. De hecho, le precisé que mientras más tiempo pasaba, más comprendía que la pasada por el último motel me había dejado lo suficientemente claro que al menos, en algunos aspectos, incluso el móvil del sexo estaba desapareciendo
Este año ha sido de un profundo cambio, tanto así que hasta yo misma me sorprendo. Me veo como una mujer a la cual le costó mucho entender de qué manera había pasado el tiempo, y así estos atributos en gente de determinadas generaciones, me colocaban o conectaban con el entorno al cual mi mente y ser deseaban pertenecer, y al que siendo joven, no pude adherirme por estar siempre ocupada de representar más edad para que me tomasen en serio. La paradoja ridícula y hasta absurda de nunca acabar..........

La Paula es majadera: «¿Comprendes bien que un tipo de entre 26 y 28 años no está alucinando en tener una historia de amor alucinante contigo? ¿Entiendes que tal vez no quiera proyectarse contigo? ¿Puedes ver que quizás solo seas una aspiración carnal de recoger experiencia y un gran etc.?» Y entonces, pasó algo que nunca había pasado en todo este tiempo: Me rebelé.

¿Y por qué no?
¿Qué de malo hay en mi?
¿Quién dice que todas las fórmulas se encuentran establecidas?

Yo no tengo la más mínima idea si en mi caso pueda caer el mismo rayo dos veces en un mismo sitio, porque tal vez solo mi madre gozó de la buena fortuna y un genial hombre de 17 años menos que ella la cuidó hasta el último de sus días, en que el cáncer la mató. Puede que solo a ella la amasen de una forma incondicional como Juan Carlos la amó a ella (juro que fui testigo), es cierto, pero eso no lo sé del todo. No podría asegurar si para el resto, una alternativa así se encuentra vetada.

En cualquier caso, aliarme con hombres jóvenes me agrada, sobre todo cuando están llenos de planes, de ideas y sueños, de proyectos y metas por gestionar, con sus mentes claras, con la vista en horizontes que los desafían a ir más allá para alcanzar lo propuesto. Y también por una razón bien importante: Algunos, también valoran que una sea mayor, que tengamos la película clara, tipos que generacionalmente no se amilanan porque tienes la vida resuelta, porque no te apetece la prole, o la labor de china resignada... Hombres que para variar, no son eyaculadores precoces, que disfrutan del sexo sin trabas ni culpas, hombres generosos que se excitan dando placer más allá de la cuota perseguida. Y estos hombres casi siempre, son tipos de menos edad, pues han nacido fuera de la limitancia de tiempos oscuros. Son hombres que han nacido al alero del uso de libertades esenciales y que los lleva a experimentar su juventud, sin los límites que sí sobrellevaron mis contemporáneos machista y retrógrados de mi edad.

A excepción de Carlos (por quién francamente hubiese cambiado de criterio), en todos los otros casos, es verdad: Son y han sido menores. Y me encanta. Creo que me rebelé pues aprendí que nada ni nadie puede decirte cómo vivir tus intereses, sobre todo si no tienes lastres. Y yo quiero seguir eligiendo conforme a lo que sienta, de acuerdo a qué me seduzca, entretenida de ir descubriendo mundos y ópticas, fascinada por la capacidad de la gente para hacer y deshacer y seguir adelante reinventándose.

Hoy particularmente, le hablé de ti y hasta le dije que tenía tan claro que era una ilusión, que no me molestaba saber o comprender por qué debía ser así. Porque algo poderoso cambió en mi. Es como si de pronto supiera todo, y estuviese muy muy tranquila. Como si supiera expresamente que soy muy amada y que por eso mismo, he iniciado un camino en donde aprendo a cada segundo a amarme en gestos muy finitos, todo lo cual contribuye a estar preparada. A esperar paciente y sin rabia lo que sé y merezco, no importa cómo venga, ni si viene de rodillas o qué.... :)

Lo importante es que cuando esté frente a mi puerta no deba preguntarle cómo se llama. Pues seguramente, no será necesario.

Solo se trata de reconocer.
Solo de eso.

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